Matar al Nani

Buena y comprometida película de denuncia; enmarcada dentro de mejor género del cine español: del hiperrealismo social.
Valiente tratamiento de un tema muy sonado en su día que hoy sería inconcebible tratar: la corrupción policial y su tolerancia por las altas esferas del poder
Y tampoco es que no haya nada que denunciar, al contrario. El tema es que antes el cine era más valiente y honrado; y sobre todo más comprometido por parte de los directores; no vencidos como ahora hacia el parabien de quienes les subvencionan. Y mucho más interesante además. Sobre todo despues de tropecientas temporadas de "El Comisario".

Además con realidades como las que refleja la cinta; no hacen falta ficciones.

Uno de los casos más sonados de la crónica negra de los ochenta en una versión que se revela bastante oportuna. Cine testimonial, realismo sucio, hiperrealismo de SEPU. La narración se ciñe a un testimonio de los hechos que parece bastante objetivo y a la denuncia de la corrupción que implican. Hay una cierta mitificación del personaje, que no fue más que una víctima, en el sentido más amplio de la palabra, de la situación.
El intento por centrar la cuestión corresponde a los conocimientos históricos del espectador: ¿quién urdió realmente el golpe de estado del 23 F? ¿quién introdujo la heroína en España y con qué fines? ¿cómo se financió la trama de los GAL?¿quién controlaba los hilos del terrorismo etarra? ¿quién hace y deshace las grandes fortunas? ¿qué se hizo de la fuga de capitales durante la transición?

La versión fílmica de un oscuro caso verídico, la desaparición después de un interrogatorio policial en la Dirección General de Seguridad de un joven delincuente llamado Santiago Corella el Nani. Las escenas que muestran como son torturados por la policía el Nani y su compañero en los robos a joyerías para que declaren de una vez son impresionantes. Por un lado el film tiene la intención de denunciar la conducta reprobable de las fuerzas de seguridad y por otro profundizar en la psicologia del personaje protagonista, lo que consigue plenamente gracias a la espléndida interpretación de Frederic Deban. También se dota a la obra de algo completamente insólito en el resto del cine quinqui español que es un sentido de la estética visual. Las escenas más movidas están filmadas con pericia aunque también hay algún momento intimista. Uno de los empeños más logrados de Roberto Bodegas, cuya labor directiva fue intachable. Magnífica película.

Es la primera vez que hago una crítica de cine, no soy ningún experto, ni siquiera un gran aficionado pero llevaba un tiempo buscando esta película al haber leído en algún libro la historia de Santiago Corella, el primer desaparecido de la democracia cuyo cadáver sigue en paradero desconocido.
El director, Roberto Bodegas, hace una gran crítica a la corrupción policial de la época, algo impensable en un film en la actualidad en el que los directores rara vez denuncian a quien les subvenciona, por mucho que les regalen sonoras pitadas en los Goya.
La película, es algo lenta y personalmente me hubiera gustado que mostrarán como se deshicieron del cuerpo así como los juicios contra los policías, que creó que fueron sentenciados a algo más de 25 años.
Había una gran historia que contar y me he quedado con ganas de más.

Con una recortada atraca un supermercado y ese será su sino, las pocas luces y los muchos huevos (o eso dice él varias veces, se ve que para darse ánimos).
Un Scarface de chabolo. Un pringado de cuerpo entero que se cree alguien y no es más que una marioneta en las manos corruptas de la policía (asesina, traficante y ladrona); una pobre víctima de unos tiempos abominables, ¿como lo son todos poco más o menos?, los inmediatamente posteriores al fallido golpe de Tejero y a la entronización de Felipón, qué miedo que tengo, como líder mesiánico, socialista y tan democrático. ETA, el GAL en el horizonte...
Nuevos tiempos, mismos métodos y procedimientos. Cambiarlo todo para que, a ser muy posible, siga exactamente igual.
Un avispero endemoniado y unas cabezas de turco directas al matadero, devoradas, borradas por el viento de la Historia. El Nani, personaje plano, sin matices, y sus colegas, más bobos e ingenuos que él si cabe, escurridos/tragados por el sumidero de la trastienda.
El tono es sencillo, un realismo machacón, seco. Una historia bien llevada, con oficio y claridad, pero a la que le falta todo lo demás, hondura y complejidad, todo el turbio asunto de intereses político-policiales está pobremente representado, lo mismo que las muy rudas y primarias andanzas del protagonista.
Película correcta. Producto de unos tiempos convulsos, con alguna concesión coyuntural, buenas localizaciones (San Sebastián, León... ), una banda sonora variada e interesante y un doblaje invasivo y rutinario. Menos aparatosa y desmadrada que sus hermanas bastardas del cine quinqui. Más documental y sin alardes.
Cine combativo, entretenido y no demasiado inspirado.
Frederic Deban, actor francés frío y guapete, y Eulalia Ramón, joven, hermosa y escasa (pequeño papel), forman la pareja enamorada.
Vale.