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Touch Me Not

Drama En la frontera entre realidad y ficción, 'Touch Me Not' sigue los viajes emocionales de Laura, Tómas y Christian. Ansiosos por intimar pero al mismo tiempo con miedo a hacerlo, intentarán superar sus mecanismos de defensa y sus tabúes para llegar a ser libres. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
11 de noviembre de 2018
19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver en el SEFF este truño pretencioso (segundo ya) premiado en Berlín y mi reacción ha sido se absoluta indignación. Qué pena que con el cuento de lo experimental y lo transgresor se acaben perpetrando cositas como 'Touch Me Not'.

Es innegable que tiene aspectos creativos -composición de las imágenes, juego con el espacio- interesantes que, sin embargo,no redundan en una valoración más positiva. Más bien al contrario, esos recursos resultan doblemente irritantes al estar al servicio de un discurso mojigato, conservador y de psicología de baratillo.

"Ninguna práctica sexual es mala y todas son respetables, salvo que entrañen peligro" o "las emociones no son buenas ni malas, simplemente hay que sentirlas tal como son" son solo algunas de las perlas en forma de obviedades que 'Touch Me Not' va mostrando a diestro y siniestro cual Coelho en un día tonto. Todo ello mientras desfilan ante nosotros personajes grotescos -ya se sabe que lo perturbador/conmovedor da mucho postín- y una protagonista en permanente modo compungido. Menos mal que algunos penes y tetas salpicados (literalmente) acá y acullá dan algo de vidilla al recorrido. Al igual que la aparición de la directora delante de la cámara por aquello de difuminar la barrera entre realidad y ficción, que siempre queda muy bien cuando uno hace algo posmoderno, oiga. A la pobre se le humedecen los ojos y todo (la ira, por lo visto, que no la deja vivir), pero contiene el llanto para que captemos su tormento.

Algunos culturetas sesudos verán en este bodrio algo así como videoarte que escarba en la psique humana. No. Es un pestillo con ínfulas. Si a esos espectadores de dedos en la barbilla esta suerte de humanismo pornográfico les parece revelador, es que toda su "psicología" se reduce a Coelho y Bucay y que su vida sexual es muy pero que muy triste.

Artificial, pretenciosa y muy aburrida. Y dirigida por una mujer. Tiene pinta de llevarse de premios.
Hitchcock10
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17 de mayo de 2019
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tell me how you love me, so I know how to love Y de eso se trata, de aprender a AMAR en su totalidad, sin complejos ni tabúes. La aceptación es el primer amuleto a la hora de atraer una persona dispuesta a desnudarse en cuerpo y alma ante nosotros. De eso trata Touch me Not, de la imposibilidad de amar, de entregarse sin tener que recibir nada a cambio. Va más allá del simple sexo hetero patriarcal al que el porno y Bukowski nos tiene acostumbrados. Ahonda en la intimidad, enfocándose en el cuerpo como mecanismo de entrega y el miedo a ser vistos. Un miedo que Laura, la protagonista, proyecta en el padre moribundo que jamás la doto de esa libertad sexual. A la directora en el momento en el que se intercambia de posición y opta por encarar a Laura tras la pantalla y con voz atronadora soltar “Siento mucho miedo de que me miren, de que me juzguen” y así cada uno de los protagonistas reales o ficticios que envuelven este film intimista. Es una película que a medida que avanza nos adentra en su diálogo abierto, sus connotaciones queer son más que evidentes y su capacidad innata de provocación también. Hoy en día hay infinitud de inclinaciones sexuales como maneras de identificarse. La libertad que tanto anhela y reclama la película, radica en hablar sin ningún tapujo ni connotación negativa o lasciva de sexualidad.
Cami
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29 de noviembre de 2018
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de una idea posiblemente interesante acabamos en una película tediosa, cansina, lenta y sin reflexión posible. Tenemos el punto de vista de los personajes que es transmitido en una suerte de género que llama por su creatividad. Técnica y visualmente limpia, con un buen uso del plano y los espacios y con una pulcra fotografía acabamos rebuscando en el guion un ápice de intensidad, pero no se encuentra por ninguna trama (lentas y cansinas) ni en ningún personaje. Muchas veces la ornamentación y el halo creado por una atmósfera distinta, diferente puede llamar la atención, sugestionar al espectador, pero aquí la reiterativa voz de sus personajes no convence, no transmite ni crea 'feeling' con el espectador. Los diálogos, anodinos y poco llamativos, no cuajan, aunque hay alguna interpretación llamativa y sensible.
Bolseiro
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30 de enero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Navegando entre la realidad y la ficción Pintilie ganó el Oso de oro a Mejor película en el Festival de Berlín del 2018, ofreciendo un largometraje que aborda la sexualidad desde la vista de tres personas con situaciones de vida muy diversas. Laura (Laura Benson), mujer de unos cincuenta años que se ve imposibilitada de mantener relaciones sexuales por algún evento traumático, por tanto, busca mediante terapias con distintos personajes superar su problema.

Ella se ve atraída y comienza a seguir a Tomas (Tómas Lemarquis), un joven que padece de alopecia areata universal, se da cuenta que asiste a unas sesiones con personas con discapacidades físicas y cognitivas. Él busca también superar un muro que le imposibilita estar completamente bien, ahí conoce a Christian (Christian Bayerlein), un hombre discapacitado que le brinda una nueva forma de ver las cosas.

Pintilie cruza una y otra vez la delgada línea que establece entre lo real y lo ficticio, incluso siendo un personaje más que entra en el contexto que va tejiendo, el filme nace por su interés en la intimidad, los descubrimientos que iba haciendo conforme realizaba la película la fueron adentrando hasta ser partícipe. Además, en reiterados momentos se muestra frente a la pantalla, entrevistando a sus personajes alrededor de sus vidas y lo que van experimentando conforme avanza el argumento.

Experimental, valiente y claramente, no para todos los gustos. La realizadora rumana no muestra la sexualidad desde la visión que las sociedades actuales consideran perfectas o atractivas, por el contrario, se enfoca en personajes con alguna invalidez, o de edad madura, lejos del canon de belleza, teniendo un claro sentir humanista, viendo la necesidad sexual como algo natural al humano y su derecho a la sexualidad.

De hecho, esta es una labor que cumple Christian Bayerlein en la vida real, un hombre que desde su posición y condición, a luchado por los derechos de las personas primero para la accesibilidad y posteriormente en temas de sexualidad, impartiendo charlas, con varios proyectos al respecto y buscando el empoderamiento de las personas con alguna discapacidad.

Touch Me Not claramente aborda el deseo desde múltiples aristas, así como la represión de lo sexual, no impone tabúes y muestra sin tapujos en busca de la libertad de sus personajes, y por qué no, de la propia realizadora, dejando a su vez que el espectador busque reflexionar sobre la diversidad y el erotismo del otro, alejado de lo que es visto como común, fomentando la empatía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
10P24H
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4 de julio de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante que me salí de la sala media hora antes del final de la proyección. De modo que es posible que se me haya escapado algo decisivo, aunque a decir verdad, lo dudo. No me fui solo porque me estuviera aburriendo, que también, sino sobre todo porque una buena parte de lo que ocurría en la pantalla me producía sencillamente asco.

Esta película combina una perfección formal indudable en cuanto a interpretación, fotografía y montaje se refiere, con un trasfondo que, a pesar de su apariencia inofensiva y de su lenguaje "humanitario", no dudo en calificar de aberrante. Entre otras cosas pretende colarnos de rondón la innovadora idea de que la existencia humana gira en torno a la sexualidad. Todo ello disfrazado, como no podía ser menos, de lenguaje buenista y supuestamente emancipador.

La directora se esfuerza en vendernos como si se tratase de grandes novedades los más rancios tópicos New Age del tipo "haz lo que quieras", "todo está bien", "el mal no existe", que hoy forman parte por desgracia del menú de cada día. Todo muy original, como se ve. Que llevemos casi un siglo escuchando las mismas estupideces y que hayamos podido comprobar de sobra adónde conducen, parece dar lo mismo. Si cuela, cuela. Y ya lo creo que cuela.

El caso es que todo este hipersubjetivismo de la señorita Pepys con el que la directora pretende hacernos comulgar, lejos de ser transgresor es discurso del poder en estado puro. Y la "liberación" prometida a lo que en realidad conduce es a la peor forma de esclavitud que hemos conocido. Un estado de cosas donde cualquier forma de trascendencia es descartada y la vida se centra exclusivamente en un cansino, obsesivo y autodestructivo manoseo de los cuerpos, que no lleva a ninguna parte.

O tal vez sí...
carlos bosch benitez
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