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The Transfiguration

Terror. Drama. Romance Queens, Nueva York. Milo tiene 14 años, es huérfano y su único refugio es el apartamento que comparte con su hermano mayor. El chico es solitario y pasa su tiempo mirando películas de vampiros. La llegada de una vecina despertará sentimientos desconocidos... (FILMAFFINITY)
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
21 de setiembre de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es sin duda una película diferente, que bebe mucho de "Déjame Entrar", pero sin llgar a copiarla, y que incluso es mecionada y alabada por el protagonista, Milo, un chico de 14 años que vive en un ghetto, muy fan del cine de vampiros y de todo relacionado con la cultura vampírica. Los actores, los planos y los efectos sonoros son bastante correctos, teniendo en cuenta que esta peli se rodó con un presuspuesto muy muy pequeño y cuyos directores se cerciaron 3 veces de que habían sido seleccionados para la sección "Un certain Regard de Cannes". Hay belleza en los diálogos, y sentimiento en la historia que se nos cuenta, pero también hay que decir que es una película lenta y donde no ocurre mucho. El gran pero es que casi toda la película depende de un plot twist (explico en Spoiler) bastante tramposo e inverosímil que impide que se le acerque a "Déjame Entrar". No obstante deja muy buen sabor de boca y no decepciona para nada. Es imperdible para los fans del género.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Diego_95
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11 de octubre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante drama que bajo su disfraz de cine de género nos habla sobre la complicada fase de la adolescencia, sobretodo en entornos hostiles, y como intentamos sobreponernos a los diferentes problemas y traumas que se nos presentan a diario.

Aún así, su ritmo moroso le hace perder muchos enteros.


Más críticas y crónicas de SITGES 2016 en http://hambredecine.com
Grima
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30 de setiembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Transfiguration (The Transfiguration, 2017) ha sido una pequeña película que se ha convertido en revelación, especialmente en circuitos y festivales independientes. La película por ejemplo fue mostrada en el festival de Cannes del año pasado. Se trata además de la primera película que dirige el cineasta de Brooklynn Michel O’Shea. Seguramente la película le sirva de trampolín para futuras producciones.

El guión es bastante simple y lo firma el propio Michel O’Shea, cosa poco sorprendente teniendo en cuenta las cuestiones económicas de la película. La película se centra en un personaje afroamericano, un niño que no tiene ningún amigo y que se comporta de manera extraña. Ya desde la primera secuencia entendemos el porqué de su comportamiento, y es que parece ser ni más ni menos que un vampiro. Inteligentemente, el guión nos presenta una cara poco explorada de este hecho, y muy lejos de lo artificial, la película intenta mostrar lo que sería llevar el vampirismo como algo cercano a una enfermedad (como el propio VIH por obvias relaciones sanguinolentas). Es ahí donde se muestra más inteligente el guión. Sin embargo, la monotonía de su rutina (chupar sangre una vez al mes) se rompe cuando llega el personaje femenino que interpreta Chloe Levine, una niña que es nueva en el colegio y que rápidamente establecerá una relación más que de amistad con nuestro protagonista. Como digo, lo más interesante de la película está lejos de los debates vampíricos, sino más bien en el sentimiento de culpa así como la creación de alguna imagen ciertamente potente, caso de la primera imagen o algún ataque despiadado, que puede recordarnos la frialdad de Haneke. Me atrevería a decir que hay más de un guiño precisamente al director austríaco, más en concreto a la película Benny’s Video (El vídeo de Benny, 1992; por ejemplo el chico enseñándole un vídeo perturbador a otra persona, como si fuera algo natural, o la frialdad del protagonista ante sus víctimas).

The Transfiguration no es una película hecha para todos los públicos. Más bien el filme se dirige a todos aquellos amantes del género de terror, más en concreto a los conocedores y amantes del subgénero vampírico (para muestra tenemos secuencias como en la que podemos contemplar la videoteca de la que dispone el protagonista, con títulos tan célebres como Nosferatu o Lost Boys). Pero ojo, porque la película dista de ser un refrito, sino que más bien intenta enfocar la temática desde una óptica mucho más intimista, totalmente cercana al cine más independiente e incluso podríamos calificar, de autor.

La película opta por los silencios antes que por la acción. De hecho, las primeras frase tardan bastante en aparecer en el metraje. El problema, es que Transfiguration no acaba de acertar en su propuesta. La película no sabe demasiado bien que contar y se acaba tropezando en su propio hacer. No sabemos si la película simplemente quiere retratarnos el día a día de un “vampiro” en una sociedad contemporánea o explorar la enfermedad mental que parece que resulta más que evidente, pero que ha sido poco explorada por los críticos. Porque de “vampiro” el joven que interpreta Eric Ruffin tiene más bien poco (para empezar, no sufre ninguna de las debilidades clásicas, ni tampoco parece tener ningún poder especial) y parece mostrar evidentes signos de trastornos. Ya sea los extraños y macabros vídeos a los que dedica gran parte de su tiempo (incluso como ya hemos dicho, compartiéndolos en su primera cita con su futura novia) o su obsesión con las películas de vampiros. Además el guión tiene algún truco que condiciona bastante la película. ¿Para qué nos presentan la escena en la que el protagonista deja morir literalmente al joven que busca droga y luego nos lo muestran teniendo arrepentimientos?

Por cierto, el actor principal está bastante sosainas y su interpretación deja bastante que desear. De hecho, sin ir más lejos la protagonista femenina que interpreta Chloe Levine se come la pantalla en cada momento en el que comparten escena.
Kyrios
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1 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante estudio de personaje que circula entorno a las relaciones humanas, la psicopatía, y como nos relacionamos con el mundo en general, todo con la premisa de un jóven que cree ser un vampiro.

No es que sea la película más profunda que hayas visto, pero al menos es intensa y extraña, especialmente gracias al gran trabajo de interpretacion que crea el joven Eric Ruffin.

De los más interesante del año pasado.
Attomsk
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16 de agosto de 2017
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En la mayoría de relatos vampíricos, la criatura ya "es".
No duda de su naturaleza de monstruo, es atormentado por ella o la celebra, pero en ningún momento se da por sentado que pueda vivir una vida normal, o que su condición no sea algo horrible.

'The Transfiguration', bajo la forma de un drama indie de barrio, se interna en la naturaleza del chupasangres y se la lleva a su terreno, planteándose cuál es el precio de su monstruosidad.
Milo es un chico que vive obsesionado con la mitología audiovisual de los vampiros, pero eso es porque guarda el secreto de que él, a veces, también siente ansia por la sangre humana, y se sirve de los medios a su alcance para conseguirla.
Películas de todas las épocas y sensibilidades le hablan de su majestuoso instinto depredador, pero un chico de su edad, en un barrio mayoritariamente afroamericano, debe agachar la cabeza en casa y en la calle, y procurar no llamar la atención cuando cede a sus necesidades: el mito del muerto viviente se reduce aquí al mínimo porque ya no es una cualidad sobrenatural, sino apenas una enfermedad.

Entonces Sophie llega a su barrio, y aunque al principio no le preste atención, más tarde solo ella es capaz de sacarle de esa rutina de invisibilidad autoimpuesta, haciéndole importante y dándole un cariño que ni su hermano ha sido capaz de darle.
¿Cómo encaja el vampirismo con una vida, una con sueños e ilusiones, una que se disfruta por primera vez en mucho tiempo?
Las películas que rodean a Milo solo hablan de héroes o villanos que matan y hacen daño, también los hay que disfrutan de su poder, que se regodean en su inmortalidad... pero él no es ninguno de esos, solo un chico que busca su lugar.
'Crepúsculo' es una mierda, 'Déjame Entrar' una historia bastante realista, y 'Nosferatu' una realidad deseable, pero el vampirismo en la actualidad no funciona así.

Incluso a Sophie se le ocurre comentar que sus vampiros favoritos son los de 'Crepúsculo' y 'Crónicas Vampíricas', manteniendo la idea de que puedan ser algo más que bellos jovencitos musculados fruto de una fantasía erótica.
¿Dónde deja eso a Milo, en la categoría de monstruo sin más, de anomalía que nunca va a encontrar su lugar?
Los monstruos solo existen para matar y ser matados, pronto aprende Milo, e incluso se ve capaz de seguir ese camino, aunque no pueda aceptarlo completamente.

Pero la verdad es que hay un monstruo en cada uno de nosotros.
Todos seguimos caminos más o menos terribles, todos somos todo lo buenos que nuestro entorno lo permita, todos somos capaces de lo mejor y lo peor.
Son las decisiones que tomamos, las que nos permiten olvidarnos de que lo somos.

Y la historia de Milo tiene un encanto difícil de conseguir, donde por una vez el monstruo se ha permitido no ser lo que se espera de él, sin que ninguna ficción marque su camino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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