Shocking Blue

Cuando terminé de ver esta película me sorprendí a mi misma con una plácida sonrisa en mis labios y sintiéndome extrañamente en paz. Existen ciertos momentos, como cuando contemplas un atardecer o escuchas el sonido del mar, en los que te parece que las tensiones y el peso del día desaparecen como el humo. Esta película me ha transmitido la misma sensación.
Lo más extraño es que ningún elemento de esta película es sobresaliente, ni las actuaciones, ni el guión, ni la ambientación. Todo está bien sin llegar a ser notable. No. Lo que le da vida a esta película es el color azul, símbolo de paz y esperanza. El azul es un personaje más de la película que permanece en cada rincón, en cada secuencia, y como un amable manto envuelve a los personajes velando por ellos.
La historia gira en torno a tres chicos (Willem, Jacques y Chris) que hacen inocentes chorradas propias de su edad, como competiciones a ver quién hace las mejores pantomimas. En su tiempo libre cuidan tulipanes, ya que el padre de uno de los chicos se dedica a cultivarlos. Willem es el más interesado en este arte y sueña con crear un tulipán azul, tanto como desea gustar a Manou, una bonita y dulce chica. Las alteradas hormonas de Jacques y su vena extrovertida hacen que vaya a por ella en una fiesta y consiga seducirla mientras el tímido Willem observa parte de la escena, dolido en su ser.
Al día siguiente en el que los tres amigos están en un tractor cortador de tulipanes, Jacques se pone a hacer el tonto encima de la rueda y pierde el equilibrio; un segundo más tarde es aplastado por esa misma rueda sobre la que jugaba. A partir de ese punto la vida cambia para los dos amigos y sobre todo para Willem, cuyo tremendo cargo de conciencia (él iba conduciendo el tractor) hace que caiga en una melancolía y un odio hacia sí mismo que le aleja de Chris. Pero ese azul que siempre ha estado velando por ellos hace que se encuentre a Manou, quien le confiesa estar embarazada de Jacques.
Esta película es ante todo una oda a la esperanza, una tierna y dulce manera de decir que siempre hay un camino que recorrer. Habrá baches en el transcurso del mismo, si, pero también rectos y plácidos tramos. Solo hay que ser valiente y seguir adelante.