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Under the Fig Trees

Drama En el noroeste de Túnez, Sana, Fidé, Melek y Abdou trabajan recolectando higos. Bajo el testimonio de los árboles, desarrollan nuevos sentimientos, discuten, se encuentran y rehuyen, coquetean e intentan entenderse. A lo largo del día, la huerta se convierte en un teatro de emociones, donde se representan los sueños y las esperanzas de cada uno de ellos. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
16 de julio de 2023
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La puesta en escena es minimalista y discurre entre árboles, en este caso, higueras, lógicamente, lo que permite al espectador conjeturar con una posible relación con la multipremiada A través de los olivos (1994), de Abbas Kiarostami, también minimalista y arbórea, mas con no ser una comparación disparatada, precisamente por la parte técnica y elemento natural en que ambos filmes transcurren, debemos establecer algunas diferencias, pues la cinta de Kiarostami se construye como una urdimbre de metacine para mostrar un romance entre dos jóvenes concretos, mientras que la de Sehiri tiene más bien textura de ficción documental, o docuficción, cada cual como prefiera, en un ambiente de protagonismo coral.
De manera muy resumida, Entre las higueras descansa sobre una trama que muestra el trabajo de sol a sol de un grupo de personas de todas las edades, aunque imperan las muy jóvenes, recogiendo higos bajo la atenta mirada de un joven patrón, que rompe los cánones de un señorito agrario, pues viste con mucho desenfado, incluso con la visera de la gorra de béisbol con el logotipo de Emporio Armani en la nuca, que ya son ganas, pues si no le gusta llevar la visera en la frente, que es para lo que se pensó ese aditamento, que no se compre una gorra con visera, digo yo, vaya.
Pero hemos afirmado que Entre las higueras es una ficción documental y eso hay que justificarlo. Nada más fácil, sin embargo, pues Sehiri pasea la cámara por la actividad recolectora de cada uno de los personajes y deja que sean las imágenes en numerosas ocasiones quienes hablen por sí mismas. Así pues, dentro de un lenguaje cinematográfico puro, dado que lo visual se impone a lo conversacional la cámara acompaña a la acción como si un turista accidental estuviera grabando la actividad en el campo, donde, a pesar de los buenos deseos de Juan Luis Guerra de que lleva café, lo único que, digamos, llueve es un trabajo duro para arrancar a los árboles su fruto. Para enfatizar esa función documental del filme Sehiri, al igual que Kiarostami en la película que hemos mencionado más arriba, utiliza actores y actrices no profesionales con todo lo que eso implica de captación de la vida real y no de la realidad interpretada, valga el oxímoron.
Podríamos afirmar, por lo tanto, que Entre las higueras es una película donde no pasa nada, pero sin embargo pasa todo. ¿Qué entendemos por no pasar nada? Pues en este caso, el largometraje de Sehiri se separa significativamente de A través de los olivos, según hemos mencionado más arriba, pues el filme tunecino no se polariza hacia una determinada historia, de amor o de lo que sea, entre dos personajes, sino que nos muestra todo un puzle de posibilidades: cada personaje es un mundo en sí mismo, cada cual con sus propias inquietudes o preocupaciones, y lo que Entre las higueras despliega es una colección de mundos a quienes el azar, el universo o la energía que sea ha hecho coincidir en un determinado momento en un mismo lugar.
Gracias a esa colección de mundos coincidentes, conocemos un poco mejor cómo es la vida en el Túnez rural, incluso en varias escenas se comenta lo diferente que es todo para una mujer en el Túnez urbano, donde incluso beben alcohol. No es Entre las higueras, por consiguiente, una película que analice los efectos de la así llamada Primavera Árabe, que se inició precisamente en ese país y ha sido motivo constante de reflexión entre los cineastas tunecinos durante los últimos diez años, aproximadamente. Y eso es así porque la Primavera Árabe fue un movimiento eminentemente urbano. De ahí que Sehiri en su segunda película (la primera es de 2018, se trata de un documental en sentido propio, lleva en inglés el título Railway Men y no me consta que se haya distribuido en España) dirija su mirada, una mirada de gran ternura, por cierto, hacia el flanco más frágil de cualquier sociedad, el que más desapercibido pasa: el mundo rural; un mundo donde las personas son apenas diminutas contingencias dentro del esplendor telúrico. Un mundo tan frágil, tan frágil, que permanece inmutable a lo largo de los siglos, valga el oxímoron.
Podríamos sostener, ¿por qué no?, que Entre las higueras es una película donde no hay personajes, sino personas, pero todos los personajes están ahí, y las personas también. Según he mencionado más arriba, toda la acción transcurre en una jornada de trabajo de recolección de higos de sol a sol y la acción va siguiendo cronológicamente el paso natural de las horas. No hay flashbacks, ni ninguna otra información previa sobre los personajes, sino que el espectador tan solo conoce lo que en cada momento captura la cámara, que no puede ser mucho, pues la película dura solo hora y media y se trata de un filme coral, por lo que el foco ha de ir pasando de uno a otro.
Pues bien, puede que ese sea precisamente el principal logro de este largometraje: sin saber nada de nadie antes de que empiece la acción, en una película no excesivamente larga en cuanto al metraje, con un número de intervinientes importantes, acabamos sabiéndolo todo de unos personajes, porque estos personajes son precisamente personas sin perder su textura ficcional. En muy pocas palabras, con tan pocos, pero muy buenos mimbres, conocemos las historias de amor y desamor entre algunos de los personajes; sabemos del dolor de los amores imposibles cuando una mujer ha sido obligada a casarse con quien no quería; aprendemos de los malos rollos en la familia a causa de herencias malamente resueltas; observamos pequeños hurtos; asistimos a un intento de violación y abuso de posición predominante por parte del patrón (el de la visera en la nuca, ya saben); somos testigos del desgaste físico de las recolectoras de higo más maduras; atestiguamos los abusos en el pago a los trabajadores; etcétera. Y todo eso es así, la información que transmite esta película fluye con facilidad, porque los personajes son personas, y viceversa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fco Javier Rodríguez Barranco
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18 de julio de 2023
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“Los dramas están a la orden del día” comenta Sana (Ameni Fdhili) en un momento dado de Entre las higueras, pero, siguiendo este precepto, Erige Sehiri apuesta por una dirección que no acentúa esos dramas, sino que los deja intuir. Su debut muestra un cine político y social desde la afabilidad narrativa, desde una cotidianidad y una naturalidad tanto formal como actoral.

La directora documenta, desde una mirada contemplativa y próxima, moviéndose con los protagonistas y ensalzando sus rostros sin romper en ningún momento esa intimidad creada. La cámara los sigue y los enlaza como las raíces de un mismo árbol, capturando sus encuentros, sus reencuentros, sus secretos compartidos, sus miradas, sus rifirrafes o sus confesiones. Y así, lentamente, se va dando voz a diversas perspectivas –entre ellas, una mayoría de voces femeninas de distintas edades– y tocando una serie de distintos temas desde lo personal –romances, sueños, perspectivas de futuro– a lo colectivo –las jerarquías de poder y las desigualdades en derechos y riqueza, la importancia del campo, el concepto de propiedad, etc.–.

El ritmo pausado y, a veces, la brusca prontitud en saltar entre los múltiples puntos de vista puede ocasionar cierta desconexión. No obstante, los interesantes personajes, así como el pulido diseño de sonido y la puntual y minimalista música –incluida de forma orgánica sin romantizar– elevan la capacidad para capturar un fragmento de vida.

Al final, queda una obra para observar y recapacitar desde las relaciones humanas, centro indiscutible del relato. El diálogo transversal, donde se une lo individual y lo comunitario, se va entretejiendo y necesita de su tiempo, de tranquilidad y calma ante su visionado. No es para públicos que busquen entretenimiento fácil, pero aquellos que le den una oportunidad encontrarán un valioso producto.

www.contraste.info
Revista Contraste
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19 de julio de 2023
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Hay una heladería cerca de donde vivo que apuesta por ese apellido "gourmet" en sus creaciones. Pero más allá de ser pretencioso, el heladero busca sabores verdaderamente originales, es decir, primigenios. Además se pone creativo con un par de sus apuestas. Hay un helado que sabe a sentarse bajo una higuera, a la frescura y dulzura sin el mordisco al higo, sólo en el aroma que se respira cuando las hojas tan generosas de la higuera te dan un minuto de descanso y frescor. Se llama sombra de higuera. Probadlo, está en Logroño.

Erige Sehiri quiso contar otra historia, pero escuchando a Fedi decidió rodar el trabajo agrícola del norte de Túnez. Pero la película no es sólo trabajo. Bueno, sí. Me explico. Es el trabajo que todas las mujeres del mundo y de la historia del mundo han ido elaborando. Es el tejido que sostiene el lugar que humildemente habitamos. La película muestra cómo, pese a las fragilidades masculinas, la construcción de la cultura y de la moral ha sido siempre gracias al cariño, el trabajo y la solidaridad de las mujeres.

Hora y media que es una jornada laboral entre cuchicheos, conversaciones maritales, recuerdos y canciones. A la sombra de una higuera, cuyas hojas sirven de cobijo y almohada, pero su savia puede hacernos daño. Una higuera que ofrece sombra frente al calor y que también puede ser agobiante como la estructura patriarcal.

Se pasa bien, se aprende y se termina con uno de los finales más bellos en mucho tiempo. Y una canción, versionada, que merece toda la atención de tus oídos.
Javier Moreno
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2 de mayo de 2023
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Entre las higueras y Alcarrás

Entre las higueras comparte muchas similitudes con Alcarrás, de Carla Simón. Ambas son óperas primas de directoras jóvenes, han sido aclamadas en sus recorridos internacionales, están realizadas con actores y actrices no profesionales, igualmente ambientadas en el mundo rural. La fotografía es muy naturalista, compartiendo una atmósfera bastante espontánea que da frescura y verosimilitud al tratamiento entre documental y ficción de sus películas.

Aunque no es así, podría parecer que se hubieran puesto de acuerdo ambas jóvenes directoras, Erige Sehiri y Carla Simón para rodar la misma película pero en diferentes países como son Túnez y España. Tanto Entre las higueras como Alcarrás abordan las relaciones humanas entre personas pertenecientes al mundo rural, jóvenes y mayores, mostrando sus inquietudes y aspectos sociales comunes.

En ambas películas se contrastan dos generaciones diferentes de personas del ámbito rural, donde las personas mayores tuvieron una juventud mucho más tradicional y cerrada que la gente joven de ahora. Esto es común en ambos largometrajes, tal como se muestra en los diálogos de los dos grupos de edad a lo largo de toda la trama, apreciándose claramente las diferencias generacionales.

La manera de rodar en las dos películas es muy similar, con una dirección del elenco actoral creando naturalidad para que se mostraran tal cual en sus realidades cotidianas tras el casting y pequeñas repeticiones de secuencias.

*Entre el documental y la ficción

Entre las higueras prioriza las relaciones entre chicas y chicos jóvenes, que son reclutados por un joven patrón para la recolección de los higos en una finca grande donde también trabajan otras mujeres y hombres mayores. El argumento comienza con el viaje, que hacen todos juntos en la camioneta del patrón, para ir a la gran finca a hacer la recolección de las higueras bajo la supervisión del empresario.

Mientras trabajan los jóvenes flirtean entre ellos, mostrando como son ahora sus relaciones más abiertas en el mundo árabe que como fueron las de sus mayores cuando tenían su misma edad. Todo ello es aprovechado por la directora para mostrarse partidaria de la modernización de hábitos, a la vez que reclama sutilmente más libertad para las nuevas generaciones.

Muestra a las chicas más abiertas cuando hablan de sus relaciones afectivas, mientras que los chicos se muestran más tradicionales además de desconcertados por esos cambios que no esperaban de ellas. La fotografía de Frida Marzouk está realizada solo con luz natural, con la cámara situada entre los árboles y a la sombra, tal como explicó la propia directora Erige Sehiri en la inauguración del Festival de Cine Africano.

La trama está fundamentalmente rodada en la jornada laboral de un día en el campo, desde el viaje de ida hasta el comienzo del regreso al finalizar la recogida del día antes de que se vaya el sol.

*Mayor evolución de las jóvenes tunecinas

La directora eligió la recolección de los higos como metáfora de las relaciones entre las jóvenes y sus deseosos compañeros de trabajo, que en algunos casos se habían conocido en anteriores temporadas de cosechas. Los hombres y mujeres mayores están relegados intencionadamente en la trama a papeles más secundarios, tanto en la clasificación y envasado de los higos como en sus comentarios menos protagonistas.

A lo largo del argumento se incluyen algunos episodios e incidencias para mostrar la dureza del trabajo agrícola, así como la relación siempre supeditada de los trabajadores a la personalidad del patrón. La ambientación está hecha en el pueblo del padre de la directora en el norte de Túnez, mostrando un comportamiento más abierto en la juventud tunecina que lo habitual en el mundo árabe rural.

Hay detalles de ello como la mención del aborto, de la promiscuidad de una de las chicas, las formas de llevar el pañuelo o la mayor iniciativa de las chicas a la hora de tomar sus propias decisiones. Entre las higueras es una muestra de los cambios hacia la modernidad que está sucediendo entre las juventudes de algunos países árabes, así como el desconcierto de los chicos ante ésta evolución de las jóvenes.

La actuación del conjunto de protagonistas es creíble, dando verosimilitud a sus personajes, especialmente en el caso de los dos personajes principales, enfrentadas por sus diferencias y pretensiones afectivas.

*Conclusión

Ente las higueras primera película de la directora tunecina Erige Sehiri comparte muchas similitudes con Alcarrás, ópera prima de la directora Carla Simón. En la película tunecina se centra más en las relaciones afectivas y de roles entre las chicas y chicos jóvenes, durante una jornada de recogida de las higueras, que comparten con personas mayores de otras generaciones. Ambas películas abordan la vida y el trabajo en el medio rural, dándole protagonismo en el mundo del cine, para naturalizar y ampliar su presencia en la sociedad visibilizándolo.

Escrito por Fernando Gálligo Estévez
Cinemagavia
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