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Madres perfectas

Romance. Drama Una historia que mezcla amor, lujuria y amistad. Narra la apasionada relación de Lil y Roz, dos amigas de la infancia que, pasando unos días de descanso con sus respectivos hijos, se enamoran cada una del hijo de la otra, lo que provocará numerosos conflictos. Roz se da cuenta de que se ha enamorado del hijo de su amiga, y a Lil le pasará lo mismo poco después. A partir de entonces, cada acción amenaza con romper la convivencia y hacer ... [+]
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
27 de agosto de 2013
34 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante drama sobre relaciones peculiares que no obstante resulta un poco desacertado a la hora de tratar mejor la historia y el enfoque de algunos personajes, pues todo resulta un tanto previsible y visto.
La trama trata sobre dos mujeres de mediana edad (Naomi Watts y Robin Wright) buenas amigas desde la infancia, que se enamoran del hijo de la otra respectivamente.
Tan peculiares relaciones no resultan fáciles para ninguno de los cuatro, pues a pesar de la edad y de que ellas tengan más experiencia en lides del corazón que los chicos, los sentimientos no se pueden coartar y el corazón lo acaba pagando de alguna u otra manera (la diferencia de edad se nota en importantes momentos y eso provoca consecuencias).
A lo largo de sus casi dos horas asistimos a un compedio de miradas, silencios, y comportamientos dispares provocados por un sinfín de sentimientos encontrados que no tendrán una salida fácil (¿pero alguien espera que una relación así tenga salida fácil? lo aclararé en el spoiler con spoilers). Y sobre todo, lo injusto que resulta siempre mentir sobre sentimientos que no se tienen, a alguien que trata de ganarse el corazón de esa persona. La mentira siempre pasa factura. A todas las partes. Porque ocultar la verdad solo para provocar celos o para engañarse a uno mismo, solo provoca angustia y desesperación.
A destacar, aparte del buen reparto (aunque el hijo en la ficción de Robin Wright no actúa todo lo bien que debería, pues siempre pone la misma expresión para todo), las localizaciones exóticas junto al mar, omnipresentes a lo largo de toda la película. La fotografía, casi toda ella en colores fríos, pero punteada de cuando en cuando por tonos más cálidos (los días de playa, la fiesta de cumpleaños). A destacar también el buen gusto con el que están rodadas las escenas de sexo; y también la banda sonora, minimalista pero muy elegante.

Un 6 por mi parte. Puede que le falte un poco de mordiente y atreverse a ser más de lo que es, pero resulta interesante el enfoque, el reparto y las localizaciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jose Luis
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30 de mayo de 2014
50 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el pretexto ideal para una película porno. Un joven cachas se cepilla a la madre de su mejor amigo una noche de borrachera. Al descubrirlo, el otro se dirige sin miramientos a la casa de al lado y hace lo propio con su mamá, conformando un cuadrilátero de infinitas posibilidades que es una lástima que esta película australiano-francesa no llegue a explorar. Porque la cinta, señores, se toma en serio la premisa y en vez de extender el delirio con tríos, incestos y escenas gay-lésbicas busca convertir en drama un argumento de risa.

Lejos de derivar esta absurda historia de amores cruzados en una tragedia griega, Dos madres perfectas encima se recrea con cierta sorna en los momentos más bochornosos. “¿Cómo te sientes?” le pregunta Naomi Watts, una de las madres a su mejor amiga cuando ambas descubren su particular intercambio de hijos. “Muy bien, mejor que nunca”, le responde sin apenas pestañear Robin Wright para a continuación ofrecernos un plano de ambas con cara de satisfacción postcoital.

Con semejante planteamiento, la película ni se esfuerza en encontrar su tono. Por determinados diálogos, como el que protagonizan los maromos cuando se reparten sus alcobas, y por las carcajadas que provocan en platea, podríamos estar hablando de una comedia. El drama romántico queda descartado desde el momento en que los conflictos y los personajes se desechan como kleenex, sobrepasando la parodia en los últimos minutos del metraje. Ni siquiera el telefilme se ha atrevido a explotar terrenos tan irreales. Incluso la última baza posible, estimular la libido de cougars cincuentonas a base de surferos con torsos desnudos, termina despertando menos erotismo que un anuncio de Coca-cola Light.

Lo más inexplicable es que dos actrices de renombre como Naomi Watts y Robin Wright se hayan prestado a semejante bochorno. La primera debió sufrir algún tipo de trastorno el año pasado. Por aquel entonces se disponía a hacer el ridículo encarnando a Diana de Gales y tuvo la santa indecencia de producir, de financiar, este esperpento. Wright, en cambio, apenas tiene justificación. Aceptar un papel como el de Roz después de recuperar el prestigio perdido en House of cards, con Globo de Oro incluido, es un paso en falso que no se debería cometer. Y es que tan sólo existe una intérprete capaz de proporcionar a Dos madres perfectas la dosis idónea de jolgorio y choteo. Su nombre es Hokulani, más conocida como Nicole Kidman.

Desde luego, era complicado adaptar el texto de Doris Lessing. Hay historias imposibles que sólo la literatura es capaz de argumentar. Pero puestos a meterse en el fregado, existen maneras más dignas de abordar este embrollo. Puede que si la ejecución no estuviera plagada de elipsis chapuceras o extraños arquetipos (¿un surfero cultureta?) resultara menos risible la visión de dos maduras perdiendo las bragas por sus respectivos vástagos. Pero Anne Fontaine es justo lo que plasma, un puro cachondeo.
polvidal
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24 de diciembre de 2013
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anne Fontaine quiere ser provocativa y explorar la psique femenina en edad madura, a partir de un planteamiento un tanto irreal que te cuesta tragar a través del intercambio de hijos para reavivar la sexualidad con cierto desenfrene, al que no se anima a exponer a nivel social y lo limita a las paredes de la casa en la playa. Con una pobreza en la estructura de lo que quiere comunicar aunado a la construcción de personajes, divaga entre los deseos, banas reflexiones y circunstancias que rayan la obviedad.

Pero ¿Qué se puede esperar cuando todo congenia con la perfección? Madres buenotas e hijos metrosexuales... ya desde ahí vemos lo banal del asunto. ¿Por qué no plantear personas reales y no modelos para sesiones fotográficas?
Coleccionista Visual
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27 de mayo de 2014
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso cómo una simple inversión de roles (en este caso, dentro del campo genérico) puede convertir una simple anécdota socialmente (casi) aceptada en un tema de reflexión suficientemente abundante como para llenar todo el argumento de una película. Pienso, casi sobra decirlo, en el clásico caso en qué un personaje masculino entabla una relación amorosa con uno del sexo contrario, diez o veinte años más joven que el primero. Tal situación, como entredije, normalmente no pasaría de la simple anécdota, tal vez sería brevemente criticada por determinados sectores (no digo ya si femeninos o masculinos) a la hora del café. Pero al parecer, tan poco frecuente es el caso contrario (o tan poco acostumbrados estamos a él) que el simple hecho de imaginarlo proporciona a la directora Anne Fontaine el argumento completo de su última película, Dos madres perfectas. Un hecho que, si bien no supone ninguna novedad en el terreno cinematográfico (me vienen a la memoria casos com el de Harold y Maude o El graduado) sí ofrece un punto de vista positivamente reivindicativo, y desde luego poco frecuente en la cartelera actual.

Por eso, y a pesar de los defectos de la película, me parece hasta cierto punto loable el aspecto formal por el que la directora de Coco Chanel, de la rebeldía a la leyenda ha apostado: esta es una película plagada de primeros planos en donde las arrugas faciales de las dos protagonistas se hacen evidentes, algo que, lejos de suponer una desventaja para sus atractivos físicos, ensalzan sus figuras para potenciar el atractivo de la madurez, además de remarcar su valentía al no sucumbir a la tentación de someterse a (innecesarias) operaciones supuestamente rejuvenecedoras. De modo que, ante todo, me inclino a pensar en Dos madres perfectas como una suerte de canto a la madurez; no la que todos conocemos por películas como Umberto D. o Vivir (es decir, la tercera edad), sino este momento que representa el punto bisagra entre la juventud y la vejez, esta edad en que ya no se es lo suficientemente joven como para exhibir el atractivo físico ni lo suficiente mayor como para despertar entrañabilidad o incluso compasión. Una etapa de la vida, reconozcámoslo, pocas veces tratada en el cine.

Más allá de este hecho, debe decirse (mal que me pese) que la película no supone ningún gran descubrimiento. Probablemente lo más destacable sea su inicio, expuesto con elegancia y seguridad mediante un acertado uso de largas elipsis. Pero tan pronto com este queda atrás, da la sensación de que la película se va desinflando. A grandes rasgos, se trata de un trabajo que se ve con facilidad y sin llegar a hacerse pesado; pero que tampoco puede evitar caer en la redundancia una vez expuesta su intención. Pues, como ya dijimos, el tema planteado alcanza para llenar el argumento de una película, sí, pero en este caso no logra ir más allá de la mera idea; lo que convierte esta historia en la exposición de una tesis que queda cerrada tan pronto como termina su primer acto. Es por ello que me inclino a recordar Dos madres perfectas como una ensalzación de la madurez antes que como una historia de amor; como una reivindicación del físico natural que entiende que las arrugas faciales no son otra cosa que una prueba de valentía y de la aceptación de uno mismo, al margen de la edad que se tenga.
Martí
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26 de setiembre de 2014
19 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la empecé a ver pensé en una película francesa, después me di cuenta que su facturación era Australiana, pero tampoco estaba equivocado pues su directora proviene del cine Galo.

La película roza en su guión, lo absurdo sin caer en el esperpento, te mantiene expectante con ese toque de vergüenza ajena de lo que podría ser un despropósito pero sin caer en ello.

No es una gran película, tampoco es mala; yo la calificaría de extraña, dotada de importantes lagunas en su ambientación y ausencia de garra en sus personajes. La habría disfrutado mucho más si se introdujera en el descaro o la provocación. Tiene un toque de corrección que la desdibuja.

Le he valorado con un generoso 6.
LEUGIM
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