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Trabajo ocasional de una esclava

Drama Roswitha (Alexandra Kluge) se ve obligada a ejercer como abortista, para poder tener más hijos y mantener a su marido estudiante, Franz (Bion Steinborn). Pero la policía interviene y Franz es arrestado. Cuando sale de prisión, Roswitha decide tomar parte en el mundo de la política y del trabajo social. La película sigue los pasos de Roswitha -una solitaria combatiente, armada tan sólo con su propia fuerza y valentía personal- y sus ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
14 de agosto de 2008
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Produce cierta vergüenza ajena ver a qué le llaman compromiso social en el timotrato cine de hoy en día cuando contemplas estas muestras del cine más combativo de la Alemania de los años 70.

Brillante análisis de la condición femenina, enfrentada a revoluciones externas cuando a duras penas consiguen hacer frente a revoluciones internas. Película vigente en la que ya se habla de maternidad, de aborto, de deslocalizaciones, de la frivolidad del politiqueo (la rumba de la película les sigue ilustrando a la perfección), en definitiva de una lucha incansable donde siempre hay que mantenerse despierto para que el gran capital y sus abusos no puedan dormir tranquilos, como parece querer decir el cierre de la película.

Espléndida Alexandra Kluge como protagonista, hermana del director Alexander Kluge: una figura comprometida en el cine alemán, abogado de profesión, negociador de leyes del audiovisual con los políticos germanos, personaje profundamente respetado en la cultura alemana.
Frederic Celadon
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29 de noviembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraña película que hace las veces de montaña rusa, empieza desde lo alto, con sinceridad y de manera explícita, nos cuenta el día a día de una cabeza de familia la cual consigue sus todos sus ingresos practicando abortos.
Lo que no me cuadra es que con un genial comienzo y después de haber logrado un no menos interesante final, el cuerpo del film sea tan insípido y en ocasiones ridículo.
Es un sabor raro el que finalmente se queda en la boca porque la película promete, merece la pena y no decepciona.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Angee de Sica
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29 de julio de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se descubre nada nuevo cuando se pone de manifiesto que Alexander Kluge fue uno de los cineastas del nuevo cine alemán más importante. En su obra se empezó a facturar una temática social que no había tenido cabida durante el cine de la recuperación de la Alemania de la posguerra en los años cincuenta. Kluge fue un especialista en tratar las heridas abiertas de su patria, y en Gelegenheitsarbeit einer Sklavin (Trabajo ocasional de una esclava, 1973) el cineasta se interesó en poner de relieve la minusvaloración que sufría en aquellos años la mujer alemana.

Trabajo ocasional de una esclava nos presenta un personaje interpretado precisamente por la hermana del director, Alexandra Kluge. Por cierto, esta combinación entre hermano y hermana ya se había dado con anterioridad, como en Abschied von gestern (Una Muchacha sin historia, 1966). El director arriesga desde el primer momento, mostrándonos una temática tabú que Kluge trata con la máxima naturalidad, como es el tema del aborto. Nuestra protagonista está casada con un personaje interpretado por Bion Steinborn, que tiene estudios de química avanzados, pero que no tiene trabajo. Con él además tiene un par de hijos. Por tanto, es la mujer quien ha de mantener en esta ocasión a la familia, con un trabajo ilegal como el de abortista. La película refleja precisamente esta condición del hombre más o menos tradicional que encuentra su estatus totalmente desajustado, y que por este motivo lo paga con su mujer.

De todas maneras, inteligentemente Kluge no relega al personaje masculino a un simple maltratador, sino que sus diferencias con su mujer vienen precisamente por el tedio y la indiferencia. Trabajo ocasional de una esclava hace hincapié, como indica el propio título de la película, en la protagonista femenina, que a pesar de tener un marido que hace todo lo posible por evitarla, ella sigue queriéndolo. Nuestra protagonista pues, no cae en el arquetípico femenino de la feminista convencida (o por lo menos en la primera parte de la película) sino que se trata de una mujer hecha por las circunstancias. Como comenta la voz en off durante una parte de la película: “Nuestra protagonista ha de abortar niños para poder cuidar a los suyos”.

Ahora bien, Trabajo ocasional de una esclava no puede verse como una película más. A diferencia de otros artistas del nuevo cine alemán, Alexander Kluge es un director que tiene una fuerte vena documentalista, que le viene al director de sus inicios cinematográficos (especialmente dentro del cortometraje), donde ya había trabajado en este campo, en películas como Brutalität in Stein (Brutalidad en piedra, 1961) o Protokoll einer Revolution (Protocolo de una revolución, 1963). Y eso definitivamente se nota en Trabajo ocasional de una esclava. Kluge nunca abandonaría de hecho el terreno documental, que seguiría abonando con posterioridad en el resto de su trayectoria.

No hay nunca una intención por parte del director por mostrarnos una película convencional, donde introducción, nudo y desenlace formen parte del desarrollo del filme. Difícilmente encontramos lo que podríamos denominar una tensión clásica, sino que el director se dedica a mostrarnos una presentación de los hechos que tienen un interés objetivo. Por este motivo escuchamos constantemente la voz en off (de un narrador omnisciente, que no forma parte del elenco de actores), que tiene la intención de mostrar al espectador todo lo que está sucediendo, incluso en ocasiones con la sensación de que los propios comentarios están realizados para que el espectador no se pierda, pues la voz subraya lo que la propia imagen está describiendo. Pero no sólo la voz en off es un recurso fundamental con el que se sirve Kluge, también el cineasta emplea diversos subtítulos de texto que amplían la información de la película.

En la primera parte de la película observamos el trabajo de abortista de nuestra protagonista. Tema tabú por excelencia que Kluge nos muestra con la máxima naturalidad posible. Además la temática sirve para reivindicar la condición femenina de la protagonista, que recordemos, el trabajo de abortista, aparte de estar prohibido en aquellos momentos de la república federal de Alemania, es el trabajo que permite la subsistencia de la familia en la película. Como también comentaba anteriormente, la película se encarga de presentar los hechos de una manera totalmente objetiva, y para muestra la secuencia de un aborto realizada de una manera casi documental, donde incluso Kluge emplea un metraje que no tiene reparos en utilizar primeros planos de los genitales femeninos.

En la segunda parte de la película somos testigos de la inclusión de nuestra protagonista en la lucha sindical. La película pues toma un matiz aún más político si cabe, lo que además refuerza la sensación de que la intención de Kluge era la de presentar un díptico que tiene como conclusión la inmersión de la mujer dentro de la praxis política, con secuencias donde vemos luchar a la protagonista por los derechos como trabajador de su propio marido (el cual se niega a rebelarse por miedo a represalias).

http://neokunst.wordpress.com/2014/07/29/trabajo-ocasional-de-una-esclava-1973/
Kyrios
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19 de setiembre de 2024
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Cuando en escasos ocho minutos ves el realismo con el que filma un aborto, no puedes dejar de preguntarte la paradoja argumental;
Años 70, una mujer con varios hijos se dedica a realizar abortos para mantener su vida, el marido estudia y es un déspota, claro cambiar los roles de esa manera abrupta hace cincuenta años es revelador y Kluge continua filmando, será un anciano pero sigue en la brecha, ya tiene algo realizado para 2024.
Hoy día quien descubre la película se queda obnubilado por su planteamiento y atrevimiento.
Kluge es conocido pues no, y ni falta que le hace, nunca buscó eso.
Su hermana hace el papel protagonista y me llama la atención que se llaman igual, que poca imaginación de nombres en la familia; Alexander y Alexandra.

Mezcla realismo crudo, con un tono documental y discursivo, no exento de cierta poesía visual y una arrebatadoras ganas de narrar cosas de formas diferentes.

El marido me recuerda tanto a Fassbinder que lo podía haber interpretado el papel, creo que lo hubiera hecho con gusto.
No sé si la relación de Kluge con Fassbinder era buena o inexistente pero estaban en el mismo núcleo tanto de coetáneos como de francotiradores del resurgimiento de la gran Alemania, país que ha creado las únicas dos guerras mundiales hasta la fecha.
Qué sigue siendo cabeza de la gran europa, no quiero que se me malinterprete, no tengo nada contra los alemanes y su cultura me sigue seduciendo.

De hecho Kluge bucea tanto en lo social como en lo político y por eso además de lo cinematográfico hace de ésta y otras obras suyas dignas del máximo interés.
Las tres personas que se atrevieron a escribir sobre ella dan muchas pistas.
Una dice que el nudo es flojo y tiene razón, con ese arranque y ese final es difícil mantener el listón tan alto.
Solamente añadir que a los movimientos feministas les vendría bien verla.
Zappianin
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