Take Point

La principal sensación que me embarga al visionar ‘Take Point’, segunda película del director Kim Byeong-woo, es de incredulidad. Presencio un trhiller desenfocado, aparatoso en su planteamiento, que se agarra al cliché de género en su vertiente más comercial. Para lo cuál no se racanea en medios, incluyendo en el reparto a dos actores locales de acreditada fama: Ha Jung-woo (‘La docella’, ‘The chaser’, ‘The Yellow Sea’) y Lee Seon-gyun (‘Parásitos’, ‘A Hard Day’). En esta ocasión sus posibilidades de lucimiento son escasas.

La trama se sitúa en la frontera que separa a las dos Coreas. En un subsuelo plagado de túneles y pasadizos se juega un nuevo capítulo de guerra fría. China y Estados Unidos son los contendientes en un juego de espejos con la descomposición del régimen comunista del norte como telón de fondo. Ha Jung-woo se pone al frente de unos mercenarios cuyo objetivo es secuestrar al dictador de Corea del Norte. Nada sale según lo previsto. Para sobrevivir deberá colaborar con el médico personal (Lee Seon-gyun) del sátrapa.

La práctica totalidad de la acción se rueda en interiores. Byeong-woo alborota la cámara como en su ópera prima ‘The Terror Live’ (2013), pero en ésta ocasión mostrando un gusto visual mucho más discutible. La pirotecnia se adueña de la escena mediante una cadencia agotadora y estresante. ‘Take point’ abusa de fuegos de artificio en la persecución de una espectacularidad que anda reñida con la inverosimilitud del guión. Lo veo todo desde fuera. No reconozco ninguno de los elementos que han dado justa fama a la ficción coreana. Una orfandad artística que me deja un sabor muy ingrato.

Haciendo bueno aquello de “todo se pega menos la hermosura”, Byeong-woo fotocopia una americanada sin brillo, cuyo trasfondo político no se sostiene. En algunas escenas el personaje encarnado por Ha Jung-woo parece el álter ego asiático de Tom Cruise en la saga ‘Misión Imposible’. Como alegoría de la reconciliación entre ambas Coreas se establece la colaboración entre los dos protagonistas. Desdichados y abandonados a su suerte, se necesitan mutuamente. Todo demasiado obvio, grueso, sin pulir.

Escrito por Juan Pablo Martínez Corchano para https://rockandfilms.es

Malos tiempos corren para la serie B de acción. Y si encima son pretenciosos peor.
Asistimos a un batiburrillo de asalto en primera persona que nos acaba agotando. Intrigas políticas de manual, soldados aguerridos y entregados a la causa, tiros, sangre a mansalva... que más queremos.
Pues encima la típica historia de bandos norte y sur reconciliados.
No voy a decir más... y, a pesar de todo, se deja ver.

*Acciones militares para cambiar el resultado de unas elecciones

Take Point nos sitúa en un futuro ficticio y cercano que no dista demasiado del actual. La política internacional marca los tiempos por los que se rige el planeta. En vísperas de unas elecciones presidenciales estadounidenses, el candidato que gobierna está perdiendo todas las encuestas, así que necesita dar un golpe de efecto para cambiar los resultados.

Para ello, la CIA organiza una misión secreta que derroque el régimen de Corea del Norte, achacándolo al presunto lanzamiento por su parte de un misil sobre Seúl. Para tan arriesgada acción se elige a un grupo de mercenarios. Pronto descubrirá que han sido enviados a una misión suicida en la que son meras marionetas de las altas esferas gubernamentales. Pero ellos no están dispuestos a morir allí.

*Acción inverosímil

En Take Point casi todo sucede bajo tierra. Es un búnker subterráneo lleno de túneles y recovecos donde se librará una intensa batalla por la supervivencia. La sensación de estar atrapados es constante y ayuda a mantener la tensión. La película es de acción pura, no da tregua. Tras un inicio donde se nos pone en situación, a partir de los 20 minutos empieza la tralla. Después, sigue in crescendo en una trama recargada que acumula giros continuos y situaciones rocambolescas hasta el agotamiento.

Todo lo que sucede en la película es absolutamente inverosímil. Cuando entiendes que a la cinta no le importa, es cuando empiezas a divertirte viendo situaciones tan absurdas y demenciales. Aquí lo que cuenta es mantener en alto la tensión dramática y utilizar, a modo de videojuego, la característica de pasar pantallas. Cada vez que el protagonista supera una, le ponen a prueba con otra aún más complicada. Y lo hacen hasta límites insospechados. Solo hay que ver la secuencia del paracaídas y la cantidad de cosas que da tiempo a hacer mientras estás en caída libre.

*Las dos Coreas

En cuanto a la planificación, Take Point nos regala un ritmo brutal y excesivo. A veces se le va la mano con la cámara en mano, pero es innegable su capacidad para ordenar el caos pirotécnico y ofrecernos un producto bastante entretenido. Además de proponer una radiografía política desalentadora que se nutre de la manipulación mediática, también hay espacio para el lado humano y psicológico.

En ese sentido, los dos protagonistas pertenecen a las dos Coreas. Están interpretados por estrellas del cine coreano, Ha Jung-woo (The Yellow Sea, The Tunnel) y Lee Seon-gyun (Parásitos, A Hard Day). El primero es un mercenario del sur que salió lisiado de una operación anterior y al que culpan por haber dejado morir a uno de sus hombres. El segundo es un médico que pertenece al séquito del presidente norcoreano. Ambos estarán obligados a unir fuerzas para escapar de la emboscada. Sí, es previsible, pero llegados a ese punto, ya no nos importa.

*Conclusión

Take Point es una película de acción coreana escrita y dirigida por Kim Byeong-woo, basada en una novela de Park Sang-yeon. Está protagonizada por dos estrellas del cine coreano Ha Jung-woo (The Yellow Sea, The Tunnel) y Lee Seon-gyun (Parásitos, A Hard Day). Si te gusta el cine coreano, te recomiendo el artículo de Cinemagavia titulado Lo mejor del cine coreano actual.

Es un film que funciona por acumulación. Está repleto de acción pirotécnica y giros de guion imposibles que no dan respiro al espectador. A veces resulta agotadora. Pese a que la trama es absolutamente inverosímil, si entras en su juego, es una película bastante entretenida.

Más allá de la diversión palomitera, plantea temas más serios. Como la manipulación informativa de la opinión pública por parte de las esferas políticas en su propio beneficio o la necesidad de cooperación entre las dos Coreas, para ser competitivos contra otras potencias mundiales. Se la recomiendo a los fans del cine coreano y de la acción estridente.

Escrito por Daniel Farriol