Lost Girls & Love Hotels

"Lost Girls and Love Hotels" es una especie de “Lost in Translation", "Looking for Mr. Goodbar" y la saga "50 Sombras de Grey". Pero no nos engañemos: la primera impresión puede atraer nuestro interés por semejante mezcolanza, pero la cinta se queda a medio camino, en mitad de la nada.

Ambientada en Tokio, la película se centra en Margaret (Alexandra Daddario), una joven descontenta en su trabajo enseñando inglés a auxiliares de vuelo. Una noche, conoce al misterioso y apuesto Kazu (Takehiro Hira). Kazu representa la válvula de escape que Margaret tanto ansía: un juego perverso de pasiones cruzadas y la yakuza acechando la pasión prohibida de la pareja.

"Lost Girls and Love Hotels" está basada en una novela de Catherine Hanrahan. Lo que en principio se plantea como un oscuro retrato psicológico de una joven soltera sin nada mejor que acostarse con hombres aleatoriamente como forma de llenar el ansia de cambio. El trabajo del director William Olsson es asombrosamente torpe y superficial.
Las escenas de sexo tórrido son tan aburridas como inexplícitas: la torpeza del director por intentar insinuar hace descarrilar lo sugestivo y placer erotómano: no hay química entre los dos personajes y de nada sirven los encantos de la Daddario para encandilar al espectador en su tórrido viaje a lo prohibido.

En el fondo, éste potencial vehículo de lucimiento empantana: Daddario, no puede hacer nada con un personaje más plano que su trasero; ella parece casi tan a la deriva como Margaret, aunque por razones completamente diferentes. Además, no produce chispas con Hira en sus escenas juntos, lo cual es algo significativo considerando que toda la narrativa teóricamente levita sobre la poderosa atracción que se supone que existe entre ellos.

"Lost Girls and Love Hotels" es demasiado insulsa para funcionar como tragedia psicológica de una joven adulta experimentando una válvula de escape frente a la rutina y sus demonios pasados, la cinta es demasiado torpe para funcionar como un romance apasionado y demasiado tibia para dibujar un placer erótico y culpable. Al igual que su protagonista, nosotros los espectadores somos enviados a encuentros cada vez más inánimes e insatisfactorios, sin lograr el ansiado clímax que dignifique, de alguna forma, toda la letanía fílmica inicial.

"Lost Girls and Love Hotels" nos invita desde la primera escena a meternos en un laberinto, de a ratos tan perfecto como asfixiante, que es la noche solitaria de Tokyo, de la mano de Margaret, una Alexandra Daddario que consigue con éxito demostrar que, cuando el guión y la dirección valen la pena, ella está a la altura de las circunstancias. Y ambas cosas sí valen, pues el guión viene de la mano de la misma escritora de la novela en la que se basa la obra, y William Olsson consigue con éxito construir la atmósfera opresiva totalmente individual, con la que el espectador empatiza hasta quedar también atrapado.

Cada una de las escenas nos hace sentir en la misma cuerda floja que la protagonista. Margaret es una atractiva joven americana que se encuentra totalmente solitaria en Tokyo. Su trabajo es ser asistente de pronunciación para una escuela de azafatas, pero pronto nos damos cuenta que su auténtica identidad es la de una chica sin rumbo, huyendo constantemente de sus propios pensamientos a través de sus costumbres de emborracharse con sus amigos (otros extranjeros igual que ella) y especialmente el buscar escapar de su tristeza a través de la fugaz dopamina que le genera el sexo sadomasoquista con cualquier japonés que se cruce con ella. Su búsqueda de algo que la saque de todo el dolor que evidentemente carga la lleva a cruzar su camino con Kazu, un peligroso líder yakuza interpretado por un correcto Takehiro Hira, lo cual trae a su vida sentimientos y emociones que harán que su realidad tiemble ante nuestros ojos.

El film consigue ponernos en la piel de la protagonista, centrándose únicamente en ella (lo cual hace que Daddario sea perfecta para el rol, pues tanto el rol como su belleza nos vuelven tan adictos como ella), nos lleva a alternar entre el deber y la angustia, entre la búsqueda desesperada del éxtasis sexual y el autoabandono más asfixiante. La vemos ahogándose en un mundo que le ofrece de todo menos lo que necesita, empatizamos con el aferrarse al único rastro de empatía humana, el caer en la desesperación, el no tener ningún lugar adonde huir. Incluso las escenas sexuales, las cuales no son escasas, saben mostrarnos un deseo vacío y opresivo, dejándonos a nosotros también con una tristeza que no sabemos cómo calmar.

La película no es romántica ni sexual ni un thriller, es un viaje en la etapa más oscura de una persona sumida en la autodestrucción y la obsesión. Consigue hacer que nos perdamos en ella, y que también tengamos deseos de saber cómo salir de ahí. Cómo volver a encontrarnos.

El problema de la película a mi parecer, radica en que la protagonista ya arranca desde el primer momento siendo una persona con un rumbo incierto, lastimada y dispuesta a lastimarse en cualquier momento y por cualquier desconocido. Entonces a medida que avanza la trama ya no queda mucho espacio para sorprendernos y por momentos se siente un poco "sobre llovido, mojado". La actuación es cautivante pero no alcanza para levantar una trama que condena al drama desde el minuto cero. Se deja ver, aunque puede aburrir prontamente.