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El hombre que perdió su sombra

Drama. Romance Cuando no quedan ideas, cuando ya no se sabe porqué se hacen las cosas, se es como un hombre que ha perdido su sombra, le dice Antonio a Paul. Antonio cree que Paul ha perdido su sombra. Viejo comunista andaluz, de regreso a su tierra tras un largo exilio en Francia, Antonio aloja a Paul, que ha huido de su casa después de hacerse despedir del periódico donde trabajaba. Anne y Maria no tardarán en encontrarlo. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
8 de marzo de 2006
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita y dirigida por Alain Tanner, se rodó en París y en Cabo de Gata (Almería). Ganó el premio del Círculo de Escritores de Cine al mejor actor (Paco Rabal) y el premio del Festival de Montreal al mejor actor (Paco Rabal).

La acción tiene lugar en París y Cabo de Gata, en torno a 1990. Narra la historia de Paul, periodista, casado, padre de un niño de corta edad, de espíritu independiente y librepensador. Al constatar que no puede expresarse libremente en sus escritos periodísticos, el mundo se le viene abajo e, irritado, fuerza que le despidan de la empresa. Moralmente afectado, decide ir al encuentro de un viejo y admirado compañero, Antonio García Palera (Paco Rabal), que vivió exiliado en Francia durante 40 años y desde hace unos diez regenta un bar en Cabo de Gata. Se despide de su mujer con una breve nota: "Volveré pronto, un abrazo".

La película aprovecha el encuentro de Paul y Antonio para desarrollar una interesante reflexión sobre el sentido de la vida, los ideales de juventud, la firmeza de las convicciones de los viejos luchadores y el desencanto de muchos, especialmente en los 90. Antonio, fiel a sí mismo y a sus compromisos, es el maestro que aconseja, sugiere y explica. Paul busca en Antonio el apoyo que necesita para continuar viviendo. Ha de trabajar y luchar para sacar adelante la familia y necesita recuperar el aliciente de sus ideales y la esperanza en un mundo más libre y más justo. Su antigua compañera, María (Ángela Molina), le ayuda a revivir el pasado, ya superado. Su compañera actual, Anne (Valeria Bruni Tedeschi), le apoya con afecto, amor y comprensión. Paul, solo y aislado, se encuentra frente a un mar tranquilo, que no cesa de batir y erosionar con su oleaje las rocas de la costa (injusticia y opresión) y de alimentar y dar forma a playas abiertas e inmensas, que evocan libertad, magnanimidad y fraternidad.

La música suena con intensidad. La partitura incluye composiciones de violín, violín y cello, acordeón y violín, solos de piano, etc. La música adicional incorpora guitarra española, palmas y cante flamenco. La fotografía hace uso de planos largos y planos secuencia, de movimientos de cámara escrutadores y prolongados, de encuadres soberbios (Antonio en cama), de luces tenues y dispersas y de una paleta de colores matizados, contrastados con negros intensos. El guión narra una historia interesante, que se apoya en la palabra tanto como en la imagen y el sonido. Suma concisión verbal con exposiciones de acertado tono retórico en boca de Antonio. La interpretación de Rabal, excelente, mereció con holgura los dos premios que obtuvo. Valeria Bruni y Ángela Molina están convincentes. La dirección crea una obra que avanza a buen ritmo y que suma, con solidez, música, imagen, sonido y palabra.

La película exalta el disenso, los ideales y la lucha por la libertad y por la justicia. La firmeza de Antonio, la comprensión de Anne y la insistencia del mar, no dejan lugar para la desilusión.
Miquel
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16 de octubre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se nota el efecto improvisado en su estructura dubitativa, con numerosos e insustanciales tiempos muertos donde el metraje parece recurrir a la digresión peregrina para tomar aire y volver a contar algo. Lo peor es la sensación emoliente, lenitiva y casi narcótica de paseo por lugares comunes, pese al carácter de película libre frente el cine imperante (y quien dice cine, conociendo a Tanner, dice sociedad, economía… Sus preocupaciones habituales).

El tópico adopta muchas formas, y en esta cinta hay un buen muestrario de casi todas ellas ya desde la idea de plantear una especie de Finisterre (fin del mundo o de trayecto) del siglo XX donde dejar vegetar elementos tan cansinos como: estudiantes de ciencias políticas, reflexiones trasnochadas sobre capitalismos estadounidenses, viejos rojos con filosofía vitalista, guerra de sexos en diálogos ingenuos, un muy vulgar triángulo amoroso… Dudas esenciales de cartón piedra.

Al final, lo interesante en la propuesta vuelve a ser, como mucho, esa cuestión de construcción y andamiaje del film que señala la improvisación como herramienta de introspección inmediata del propio director, cierto y leve retrato costumbrista de flamenco y cinquillo, y la fórmula de multiplicidad de capas en las que la realidad representada de la película no oculta su carácter de invención (“a lo mejor hay para mí un papel que interpretar en esta historia”... dice Ángela Molina).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
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22 de mayo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un joven periodista en crisis (Gould) abandona trabajo, mujer (Bruni-Tedeschi) e hijo y viaja hasta Almería para estar solo y reflexionar con la ayuda de un viejo militante comunista (Rabal).
Un film frustrante y desparramado dónde sus interesantes, y luego también desparramadas, premisas argumentales (la incapacidad del ser humano para estar solo o para que lo dejen solo; la necesidad, por otro lado, de sentirse acompañado; la lucha de dos mujeres por un hombre; la pérdida de las sombras del norte, de los ideales, del lugar en el mundo) quedan reducidas a un manierista y hueco ejercicio de estilo del semiprestigioso realizador suizo Tanner, con secuencias sin diálogos y una cámara que coge al personaje principal de cada momento en fuera de campo.
Es una película dónde claramente el buen continente del que parte queda roto por un contenido plano y pretencioso, dónde la puesta en escena, los intelectualistas diálogos, las interpretaciones (salvo Rabal) y, sobre todo, la realización, hacen de ella un pesado recorrido por lo propuesto en su argumento. Para más inri, hay una utilización de los paisajes españoles, y sobre todo, de las sevillanas y el flamenco especialmente inoportuna y desubicada con lo que se debiera haber contado, porque aquí el qué se cuenta está muy por encima del cómo se cuenta.
kafka
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