Una cierta sonrisa

No estrenada en nuestro país, 'Una cierta sonrisa' ha pasado a la historia del cine solo por la conocida canción homónima de Fain-Webster, que suena una vez cantada en la película y 1.000 veces orquestada por Alfred Newman. El resto es el típico melodrama de Negulesco que adaptó la no menos tópica novela de François Sagan sobre una jovencita que fluctúa entre amores muy diferentes, a cada cual más grimoso: el jovencito interpretado por el debutante Bradford Dillman y el viejuno recreado, cómo no, por el plasticoso Rossano Brazzi. Y la pobre Joan Fontaine, infrautilizada.

Es verdad que ALFRED NEWMAN abusa hasta la extenuación de la canción que canta el gran JOHNNY MATHIS, pero a falta de más "chicha" cinematográfica, uno se recrea con una inolvidable BS. Estamos ante un melodrama con poco cuajo y que desde luego no está entre lo más granado de NEGULESCO. Nunca entendí que ROSSANO BRAZZI hiciera carrera en el cine y aquí vuelve a ese personaje insulso que transita entre amores poniendo "caritas arrebatadoras" y me parece que la FONTAINE se pregunta: "¿qué diablos hago yo aquí?".

No obstante, si la comparamos con los bodrios que se nos ofrecen desde que el cine se entregó (como todo) a "la secta", hasta se contempla con agrado.

Por cierto, como esta "peli" tiene un solo comentario, debo contradecir al autor del mismo, y decirle que SI se estrenó en España (al menos en Madrid), aunque con 6 años de retraso; y con 4 más desde su estreno, me dio tiempo a recuperarla en uno de aquellos añorados cines de barrio y en programa doble.