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Concierto macabro

Cine negro. Thriller. Terror. Drama Hangover Square cuenta la historia de un talentoso compositor y pianista que, en estado de máxima tensión o concentración, sufre ciertos lapsos temporales. Durante años estos no han tenido gran importancia; pero cuando en la vida del hombre se juntan su obsesión por Netta, una cantante de Cabaret para la que escribe algunas canciones, y el deseo de terminar la composición de un Concerto que podría ser su obra definitiva, los lapsos ... [+]
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Críticas 9
Críticas ordenadas por utilidad
29 de abril de 2011
34 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera película que veo de este John Brahm, desconocido para mí hasta hace unos pocos meses, y que me ha parecido la mejor, estando por encima de "The Lodger" y "The Locket", aunque comparte con ellas la centralidad que la locura, en sus diversas manifestaciones, tiene en los argumentos desarrollados.

El mayor parentesco se da con "The Lodger", también ambientada en un Londres Victoriano generoso en oscuridades y nieblas, al amparo de las cuales actuaba Jack el Destripador. En este caso nos encontramos con un músico que presenta doble personalidad; las agudas notas de sus composiciones provocan en él un desdoblamiento, en el que su alter ego se revela como un peligroso asesino. De nuevo se aborda aquí el tema del doble, enfocándolo desde una perspectiva similar a la que proponía Stevenson en su clásica novela "Doctor Jekyll y Mister Hyde", si bien en la película el desencadenante del cambio no es una pócima, sino la música, recurso que puede parecer ridículo, pero que está bien sugerido y utilizado, funcionando perfectamente.

Ciertamente, lo más espectacular del filme es el arranque y el final, pero a mí me ha gustado en todo momento, especialmente por la calidad y la intención con la que está rodado. Digna del mejor cine negro, la fotografía de LaShelle reina indiscutiblemente, jugando hábil y sugerentemente con la oscuridad, la niebla y el fuego. Al igual que ocurría en "The Lodger", los encuadres sorprendentes y angustiosos están plenamente justificados y transmiten inquietud y desasosiego en todo momento, si bien aquí se alternan con algunos planos tomados desde grúa que resultan muy elegantes (destacables en la secuencia inicial y la final). En mi opinión el momento más brillante del filme es el que narra cómo se deshace el asesino de su segunda víctima, pues aúna ingenio, brillantez visual y considerable ironía. Cerca le anda, en calidad y dramatismo, toda la secuencia del concierto, en la que música e imágenes interactúan de manera soberbia, alcanzándose un clímax trágico impresionante.

El guión es correcto, sin alardes ni deficiencias reseñables, y los decorados y ambientación estupendos; entre los intérpretes se impone la figura protagonista, un Laird Cregar muy convincente y acertado, mejorando su anterior creación en "The Lodger". La música tiene aquí una importancia mayúscula, y qué mejor que contar con Bernard Herrmann, cuya partitura es estupenda e inquietante, sirviendo sus ocasionales disonancias para lograr una eficaz y original identificación con los desequilibrios mentales del protagonista.
Quatermain80
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4 de setiembre de 2009
32 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de esta película son dos escenas. La del principio y la del final, que están realmente conseguidas. Lo que hay por medio es pasable, y breve, lo cual es de agradecer. Pero el sugerente argumento queda desaprovechado. Eso sí, los puristas de la técnica disfrutarán con esas escenas inicial y final. Ya saben, aquello de adelantadas a su tiempo bla, bla, bla.

Pero el aire macabro que rodea esta película está en los interpretes.
Georges Sanders, según cuenta David Niven en sus entretenidísimas memorias, siempre decía que se suicidaría a los 65 años... y así lo hizo, en Castelldefels para más señas.
Linda Darnell murió en un incendio, y hay una macabra coincidencia en esta película.
Y el protagonista, Laird Cregar, era una emergente estrella de la Fox de 28 añitos, aunque aparenta muchos más, que pesaba más de 150 Kg. El tipo para hacer este papel, ya que estaba harto de no hacer de galán por su físico, no se le ocurrió otra idea de hacer una dieta brutal, y la palmó de un infarto antes del estreno.

En fin, de esas películas con aire maldito, un título en español sugerente, un par de virguerías, que encanta a los cinéfilos y esas cosas. Se puede ver. O no, que no pasa nada.
Gilbert
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27 de julio de 2009
21 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Absorbente melodrama macabro, en el que se nos cuenta la historia de George Harvey Bone (el malogrado Laird Cregar, muerto a los 28 años a causa de una dieta salvaje), un reputado compositor de música clásica que debido al stress que le causa la pasión por su trabajo, comienza a tener lapsus de memoria cada vez más prolongados en el tiempo y cuyo detonante es cualquier ruido medianamente fuerte, lapsus durante los cuales no recuerda nada de lo sucedido y en los que debido a la coincidencia en el tiempo con una serie de asesinatos y agresiones cometidos por alguien del que no sabemos nada (ni el espectador ni la policía) crece en su interior la sospecha de ser el mismo el causante de tales agresiones, debido a lo cual llama al Dr. Allan Middleton (el también malogrado George Sanders, muerto por suicidio) para que analice ciertas evidencias (la posesión de un abrigo ensangrentado y una daga que se encuentra en el bolsillo) y si estas le incriminan ponerse en manos de la justicia.
Tras el análisis de las evidencias y la certeza de que la sangre es suya y no del comerciante que vemos es asesinado por alguien que no vemos al comienzo de la película, seguimos a George durante la relación que establece con Netta Longdon (la tercera malograda del casting, Linda Darnell, que murió abrasada en un incendio, cosa que te hace sentir un escalofrió al ver esta película), una ambiciosa y amoral cantante de cabaret que le seduce y utiliza para que le componga canciones con las cuales triunfa y le sirven de trampolín para casarse con Eddie Carstairs (Glenn Langan), un acaudalado empresario de espectáculos, así como con Barbará Chapman (Faye Marlowe) una dulce mujer con la que comparte horas de piano y que parece ser siente algo por él.
A partir de aquí y con un George atormentado y torturado por el desengaño amoroso y los cada vez más evidentes ataques que le vemos sufrir, tenemos una tremebunda película a la par que magnifico thriller psicológico, dirigida por John Brahm, realmente hábil e innovador en el modo de colocar la cámara y sacar ángulos realmente sorprendentes, una magnifica fotografía a cargo de Joseph LaShelle y dejo para el final la verdadera estrella de la función: la eficaz y en ocasiones atronadora banda sonora compuesta para la ocasión por el gran Bernard Herrmann.
tiznao
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29 de marzo de 2018
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relato muy del gusto del prolífico director J. Brahm que aprovecha la ocasión para presentar en la pantalla una historia de inquietante trasfondo psicológico.
Su técnica narrativa es elegante y su sentido del ritmo resulta idóneo para la naturaleza del argumento.
Una intriga intensa impregna casi todas las escenas y la labor de una magnífica cámara, exquisita y cómplice, premia al celuloide con una fotografía extraordinaria, encuadres excelentes y planos de increíble expresividad que confieren a la película una fuerza inusitada.

Señalar también que el hecho de que el espectador conozca más detalles que los propios protagonistas, favorece su implicación personal, fomenta su deseo de anticipar el curso de los hechos y refuerza su connivencia.
ABSENTA
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25 de setiembre de 2011
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película ambientada en Londres que tiene ese ambiente nublado típico de Luz que agoniza y a un médico tan perspicaz como el detective John Williams en Crimen perfecto de Hitchcock.
Cuenta la típica y muy sufrida disputa interior que sufre un pianista y compositor (Laird Cregar), el cual se debate entre el amor de dos mujeres, una de ellas, (Faye Marlowe, que hace de cantante de ópera), es hija del profesor de música del pianista, y está enamorada de él, por lo que lo alienta y le aconseja que se esfuerce con el piano para conseguir el éxito y así casarse y ser felices, y la otra (Linda Darnell) es una bella y seductora cantante de cabaret, que le excita mucho más, pero que, obviamente, es la típica mujer fatal del cine negro que sólo le quiere porque intuye que se convertirá en un pianista y compositor de éxito y piensa aprovecharse del talento de él, (le está exigiendo todo el rato para que componga más canciones de cabaret para ella, y luego le dará su “amorosa recompensa”, lo cual impide que el pobre hombre siga componiendo el, a todas luces, más provechoso y bello concierto para piano, cuya destinataria iba a ser la antes mencionada cantante de ópera), y así conseguir ella (Linda Darnell) llegar al estrellato y disfrutar de la vida con su novio, tema éste del que nada sabe, aunque lo intuye, el ínclito pianista; además éste, para mayor abundamiento de sus problemas, tiene una forma de solucionar sus dilemas personales un tanto macabra, cosa que además cuadra mucho con el hecho de que sea un músico, pues la Historia de la Música nos ha demostrado que algún que otro compositor estaba un poco loco, -Chaikovsky, Schumann, por ejemplo-.
Y para solucionar el embrollo, no sabemos si a favor del pianista o a favor propio (ver spoiler, que cuenta el final de la película), aparece en escena el médico que trabaja para Scotland Yard (el siempre carismático y magnífico George Sanders), al cual la pareja por entonces enamorada formada por el oscuro pianista y su angustiada novia formal (Faye Marlowe), ha acudido en busca de ayuda, al aparecer los primeros ataques de ira del pianista.
Solo decir que es una gran película, que la historia te atrapa, que es muy fácil de seguir, que las escenas de los crímenes impactan, que el espectador se mete en la vida no solo del pianista, sino de todos sus conocidos, que la música del gran Bernard Herrmann es muy atractiva y tan macabra como anuncia el título de la película, y que, sin duda, produce un poquito de miedo y a mí, que soy Piano y yo, obviamente mucha tristeza por el destino del pianista, tan listo ante las teclas del piano, y tan tonto ante las curvas de las mujeres.
Así que dejen de leer críticas, enciendan el televisor y música maestro “macabro”.
Nota: 10 de 10.
Madrid, a 25 de Septiembre de 2.011
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Piano y yo
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