Una película que destaca, sobre todo, por el excelentemente dirigido final, con el que habrá de ser el partido de la vida de Kevin Costner, en el que se entremezclan sabiamente los últimos momentos de su relación con Kelly Preston. Antes de eso, la película quizás peque de ser un pelín lenta, pero es que va in crescendo, y toda esa parte final del partido engancha al espectador y le sitúa en una excelente predisposición para la escena final en el aeropuerto, en la que, en mi opinión, tanto ambos actores, como el guión como el director lo bordan, y contribuye a lo que quizás no habría pasado de ser una mediocre película te deje un sabor de boca cercano al de una gran película de amor.