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España España · Madrid
Críticas de Marula
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
5
22 de abril de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película de la realizadora y guionista Shana Feste que puede interesar a los apasionados de la música country, solo para retornar a antiguas encrucijadas donde a) el género se pervirtió o b) evoluciono o se reconvirtió para el regocijo de los grandes estadios. Si tal debate no funciona, que es posible que no, sirva entonces como mera anécdota cinematográfica para aficionados con referentes múltiples a los que no llegó, siendo evidente que el baile de Nashville en “Country Strong” no es más que esa música que suena cuando la fiesta hace tiempo que terminó. Excusas.

De nuevo el tópico del “juguete roto” con nada a favor, asida a la guitarra y a litros de alcohol, como una versión mala de Loreta Lynn. Sin espejo en el que mirarse y reconocerse, ni afecto en el que recogerse, verbigracia del marido manager interpretado por Tim McGraw, que está apuesto y creíble, Kelly Canter o Gwyneth Paltrow se consagra en cuerpo y alma al cruel e irremisible descenso desde la vertiginosa altura del éxito y la fama. Esto ya lo hemos visto, pero no solo. Como coristas, más propio teloneros de una música buena, Beau Hutton (Garrett Hedlund) juega al amor y Chiles Stanton (Leighton Meester) se contonea sobre sus zancos, estirando brazos a ver hasta donde alcanza la reina de la belleza. Eso hay que verlo.

Más cerca de American Idol, atentos a la referencia a Carrie Underwood, que de los ahumados bares de Tennessee cuando algunos los hicieron legendarios, una historia hecha a retazos, hilada fina sin remate, inspirada, según Paltrow en “Quiero ser libre”, otra vez Loreta Lynn o “Gracias y Favores”. ¿Y la pasión?. Para espíritus, me quedo con “Walk the line”, para reencontrarme con Johnny Cash.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Marula
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6
13 de febrero de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en el libro autobiográfico “Between a rock and a Hard place” de Aron Ralston, aventurero de 26 años amante de la escalada y de los catorcemiles de las montañas de Colorado, atrapado en 2003 en el Blue Canyon de Utah, Danny Boyle se enfrenta en su última cinta a un proyecto de objetivos ambiciosos, más abundante en recursos propios que en presupuesto, fiel a un estilo independiente y de autor bajo el sello Fox Searchlight y tras la mimada por la Academia Slumdog Millionaire.

En 127 horas, Boyle centra su historia en un momento concreto y fundamental de supervivencia en una situación extrema que parte de la inconsciencia, la necedad, la temeridad y el ego a partir de una autonomía y autosuficiencia sobrevalorada, una historia triste de “llanero solitario” urbano, moderno y con coraje, capaz de salvarse a si mismo “in extremis” con la ayuda de otros. Abundante en recursos fílmicos, sin tempo corto, con su deriva particular en el plano, al servicio de un monólogo trepidante, entre alucinaciones y flashbacks, con un sorprendente ritmo narrativo, en un escenario mínimo, estático, que no llega a ser abrumador por méritos propios de la realización.

La oportunidad a medias desaprovechada del primer plano al borde de la muerte consiste en eludir una mayor profundidad en el retrato cinematográfico de una persona real, Aron Ralston, bien interpretado por James Franco, una intromisión más pausada y atrevida en el carácter del escalador irremediablemente atraído por las situaciones límite, enfrentado a un destino fatal pero finalmente firmemente resuelto a la vida. Pérdida la oportunidad de la controversia y complacido en un planteamiento excesivamente benévolo, resulta una película en exceso escueta pero de fuerte impacto visual, si bien le falta trascender el esquema del instante de recuerdos familiares y una mayor hondura en el punto desencuentro-encuentro emocional que implique más certeramente al espectador con la conciliación salvadora del montañero.

En suma, digna de ver la resolución de Boyle para conseguir realizar una película con acción en medio de la exultante naturaleza de los Cañones de Colorado, momento también de reconciliaciones, si se necesitan, con James Franco, Ralston desesperadamente inteligente. Y con el permiso de Boyle, y su ya habitual Simon Beaufoy, cuento con Sorkin en su categoría, y creo que para el resto de nominaciones, tampoco.
Marula
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9
7 de marzo de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre a ver Precious por casualidad, no había leído nada y confieso que hoy esperaba encontrarme aquí comentarios mucho más positivos, porque creo que esta película es de lo mejor que he visto últimamente, y ello sin entrar en cuanto ha sido premiada ni en las favorables críticas de medios americanos, de las que he tenido noticia por los comentarios que leí aquí.
Pues bien, por qué me gusta Precious:
1.- La soberbia interpretación de la madre sometida al hombre, analfabeta, inculta y miserable, incapaz de trabajar, de desarrollarse y victima de todos los vicios y podredumbres humanas. La mujer poderosa en la cama con el hombre y poco mas, posesiva, insegura, y muy confundida. Rastrera más allá del límite que el ser humano puede soportar. Pues no suena nada bien, sí, pero es real, y fantásticamente contado por la gran Mo’nique haciendo de la peor de las madres y a la que yo también acabe odiando, porque a mi también me gusta la madre protectora que besa a sus hijos. Lástima que no es siempre así.
2.- La niña dulce, encantadora, mofletuda y enfermizamente obesa, víctima de la miseria más absoluta a todos los niveles, sometida, anulada hasta enfermar por su propia madre, padre que abusa desde la niñez, sin autoestima, con dificultades en el aprendizaje, con dificultades para expresarse, madre adolescente, violada repetidamente y desamparada, muy desamparada, salvo por esas pequeñas ráfagas de luz que es la señorita Rain y sus propios sueños, sueños son que nos transportan por segundos a ese “un mundo mejor es posible”. Enorme capacidad la suya, para aferrarse a la vida, aun sabiéndose perdedora, en el amor de unos hijos que la sostienen a pesar de los mil pesares. Y esto último de todo, es lo que de todo me parece más increíble…lo otro sí es estéticamente horrible y abruma el cúmulo de desgracias y tristezas, que mas parece que un ser humano no pudiera soportar…pero Precious es cándida, inocente y conforme a ratos y además puede soñar y amar, esto es increíble….increíble, lo más näif de todo, inunda la pantalla.
3.- La burocracia inflexible, inhumana a ratos, deseosa de saltar las barreras de expedientes y normas para alcanzar a abrazar la congoja y la imposibilidad de un poco de esperanza en medio de tanta mala suerte y sin razón, para alcanzar al ser humano que merece algo mas de justicia y oportunidad. Al fin lo logra, en una de las más más impresionantes escenas con la cínica “confesión” de la “madre”, desnudando la verdad más cruel y aterradora.
4.- Magistral todas y cada una de las escenas de las adolescentes en la Escuela alternativa montada en el hotel. Son de 10 y merecen premio. Hiperrealista y trágicamente cómicas muchas veces, fueron los momentos que especialmente disfrute de la película.

Entiendo los premios en este caso y los que, aparte pronósticos, llegarán pronto.
Marula
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9
5 de febrero de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama histórico de impecable realización y resolución sublime, bajo el enfoque magistral de Xavier Beauvois, con la complicidad de un Equipo inmejorable, destacando su reconocida comunión de ideas con Caroline Champetier, responsable de la Fotografía y autora incuestionable de un inmejorable trabajo en De Dioses y Hombres.

La Comunidad Cisterciense Trapense del monasterio de Nôtre-Dame de l´Atlas en Thibirene lleva una vida pacífica, dedicada a la observancia de su regla, al trabajo en el campo, y a la asistencia a enfermos musulmanes en el consultorio médico de Luc (Michael Londsdale). Idílico escenario de fraternidad y colaboración mutua con base en un profundo conocimiento de diferentes credos a partir de la lectura de sus textos religiosos, turbado por la violencia del fanatismo extremista en la Argelia de los 90, ejemplificado en el salvaje asesinato de unos trabajadores croatas.

Son Christophe, Célestin, Luc, y los demás monjes, liderados por el prior Christian (Lambert Wilson), fuertemente unidos por un sentimiento de comunidad que deciden juntos y sabiamente libres a la vez, los Hombres, que no mártires, de Beauvois, “íntimamente asediados” pero férreamente resueltos en su compromiso.

Extraordinariamente seguro y profundamente documentado, Beauvois no realiza un exhaustivo drama histórico abundante en datos. Sin implicaciones políticas directas ni exceso alguno en éste punto, omisión intencionada, recomiendo especial atención al momento en que se escucha el testamento espiritual de Christian, prior del monasterio.

Finalmente, prosa ausente de retórica de más que efectivo, que no efectista, resultado. Lo innecesario no aparece y es acertado. La perfección técnica y una extraordinaria interpretación logra lo sublime, especial mención aquí a la cena final de los monjes, y me pregunté ¿y después de esto qué? No es posible más.
Marula
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