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Críticas ordenadas por utilidad
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5,5
983
7
25 de julio de 2021
25 de julio de 2021
30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo cierto es que fui a ver esta película pensando que iba a ver una comedia francesa del estilo de “Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?” de Philippe de Chauveron, pero me encontré con un drama con algunos toques cómicos. El humor francés se vislumbra, pero yo no la clasificaría dentro de la comedia.
Al principio, una toma de cuatro escaleras mecánicas, organizadas en dos parejas, cada una avanza en una dirección, se presenta así, de forma metafórica, a los cuatro amigos protagonistas.
Enseguida, la película desvela su tema central, ya citado en el propio título: La envidia. Esta se presenta muy descaradamente, a veces incluso llegando a ser demasiado redundante. Todas las expresiones constantes de envidia provocan que el propio espectador se sienta harto y probablemente incómodo.
Creo que sirve como “terapia” para observarse a uno mismo y a las personas que le rodean, identificándose con los personajes, pues recoge numerosos ejemplos de esa envidia enfermiza que va creciendo a lo largo de la película.
En una sola escena, cada personaje se retrata, ofreciendo al espectador una silueta que irá completando según vea el resto de sus acciones, es decir, su carácter ya está predeterminado. Cada uno se podría definir con tan solo una palabra, ya que la película se centra en un rasgo y no permite conocer mucho más de ellos. Así, Léa (Bérénice Bejo) sería la humildad, y Karine (Florence Foresti) sería la competitividad, la envidia.
Se guía al espectador, haciendo que empatice con Léa, y que sienta vergüenza ajena y casi odio por el resto de personajes.
Se ve claramente como Léa es manipulada por el resto, aquellos en quienes confía por ser tan cercanos, y que solo le hacen sentirse insegura, y desprestigian su mérito aprovechándose de su inocencia y de su buena intención. Le hacen creer continuamente que es ella la que debido a la fama cambia y abandona a sus amigos, que se ha vuelto egoísta y vanidosa, pero son todos los de su alrededor los que cambian, los que se alejan de ella, porque sienten que su brillo les apaga, y lo único que se les ocurre para brillar también es tratar de oscurecerla a ella criticando y pisoteando su trabajo, haciéndole sentir que no tiene mérito, ya que de ninguna otra manera podrían igualarla, como se ve cuando cada uno intenta hacer arte con la mentalidad del competidor, y no son capaces de crear nada. El arte no es algo que se pueda medir para compararlo y decir que algo es mejor o peor, y tampoco se puede obligar alguien a hacerlo porque no surge la inspiración de la presión, sino de la necesidad, del verdadero talento.
Tampoco pueden reconocer su mérito porque lo ven todo bajo prejuicios, detrás de la mirada del que se cree superior y no quiere cambiar esa idea.
Al principio, una toma de cuatro escaleras mecánicas, organizadas en dos parejas, cada una avanza en una dirección, se presenta así, de forma metafórica, a los cuatro amigos protagonistas.
Enseguida, la película desvela su tema central, ya citado en el propio título: La envidia. Esta se presenta muy descaradamente, a veces incluso llegando a ser demasiado redundante. Todas las expresiones constantes de envidia provocan que el propio espectador se sienta harto y probablemente incómodo.
Creo que sirve como “terapia” para observarse a uno mismo y a las personas que le rodean, identificándose con los personajes, pues recoge numerosos ejemplos de esa envidia enfermiza que va creciendo a lo largo de la película.
En una sola escena, cada personaje se retrata, ofreciendo al espectador una silueta que irá completando según vea el resto de sus acciones, es decir, su carácter ya está predeterminado. Cada uno se podría definir con tan solo una palabra, ya que la película se centra en un rasgo y no permite conocer mucho más de ellos. Así, Léa (Bérénice Bejo) sería la humildad, y Karine (Florence Foresti) sería la competitividad, la envidia.
Se guía al espectador, haciendo que empatice con Léa, y que sienta vergüenza ajena y casi odio por el resto de personajes.
Se ve claramente como Léa es manipulada por el resto, aquellos en quienes confía por ser tan cercanos, y que solo le hacen sentirse insegura, y desprestigian su mérito aprovechándose de su inocencia y de su buena intención. Le hacen creer continuamente que es ella la que debido a la fama cambia y abandona a sus amigos, que se ha vuelto egoísta y vanidosa, pero son todos los de su alrededor los que cambian, los que se alejan de ella, porque sienten que su brillo les apaga, y lo único que se les ocurre para brillar también es tratar de oscurecerla a ella criticando y pisoteando su trabajo, haciéndole sentir que no tiene mérito, ya que de ninguna otra manera podrían igualarla, como se ve cuando cada uno intenta hacer arte con la mentalidad del competidor, y no son capaces de crear nada. El arte no es algo que se pueda medir para compararlo y decir que algo es mejor o peor, y tampoco se puede obligar alguien a hacerlo porque no surge la inspiración de la presión, sino de la necesidad, del verdadero talento.
Tampoco pueden reconocer su mérito porque lo ven todo bajo prejuicios, detrás de la mirada del que se cree superior y no quiere cambiar esa idea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me parece muy interesante la evolución de esos personajes que al fin y al cabo siempre han estado frustrados, por eso, se entiende ya casi al final de la película, la frase del principio: “¿sientes que has triunfado en la vida?” cuando todos presumen de que sí excepto Léa, que simplemente dice no saber qué es triunfar, porque ella siempre ha vivido en el presente, conformándose con quién era, mientras que el resto nunca estuvieron contentos con sus vidas, aunque quisiesen por todos los medios aparentar que sí.
Como se observa, al final triunfa el que hace las cosas por placer, no por conseguir o demostrar nada, que es lo que le pasaba por ejemplo a Karine, que lo que hacía lo hacía para poder subirlo a internet.
Finalmente, cuando Léa asciende, comprende que para compartir su felicidad con aquellos que intentan quitársela, le compensa más estar sola, pero a pesar de esto, nunca cambia.
Como se observa, al final triunfa el que hace las cosas por placer, no por conseguir o demostrar nada, que es lo que le pasaba por ejemplo a Karine, que lo que hacía lo hacía para poder subirlo a internet.
Finalmente, cuando Léa asciende, comprende que para compartir su felicidad con aquellos que intentan quitársela, le compensa más estar sola, pero a pesar de esto, nunca cambia.

6,7
5.453
8
25 de julio de 2021
25 de julio de 2021
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director, Ariel Winograd, se embarca con esta película en su primer largometraje de género distinto a la comedia, y lo hace apostando fuerte, con un thriller, aunque con muchos toques cómicos. Nos sorprende con las profundas reflexiones en las que sumerge al espectador y el meticuloso entramado de detalles y diálogos que convierten a la película en una creación completa y redonda, algo habitual en el cine argentino como se puede observar en El cuento de las comadrejas de Campanella, o en La odisea de los Giles (de trama parecida a esta), de Sebastián Borensztein.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al inicio, el jazz nos anticipa que algo se está tramando. Recuerda a los famosos gangsters, con un ambiente tenue. Se presenta al artista solitario, la mente pensante. Ya se sabe quién ideará lo que va a ocurrir.
Se van diciendo frases que en un primer momento pueden pasar desapercibidas, pero que tienen bastante peso en la historia, lo que obliga a permanecer plenamente atento. Una de estas frases es “no se debe luchar contra la fuerza del rival superior sino usarla”. Esta frase será puesta en práctica posteriormente al aprovecharse de la propia seguridad del banco para la huida.
Llama la atención lo “patético” de todo el plan. Ninguno es profesional, el que lo idea todo está enganchado a la marihuana…y es precisamente esto lo convence al espectador de que todo saldrá mal, y lo mantiene así en tensión durante todo el proceso del robo, que toma una gran parte del largometraje.
Hay dos temas que priman por encima de todo, y son: el equilibrio, mencionado varias veces por Diego Peretti y representado en las numerosas antítesis, como en la conciliación del estilo de vida familiar con el robo; la contraposición del pecado (robar) y el rezo, tanto en uno de los personajes como en la escena en la que planean el robo en la iglesia; o la tensión y relajación tantas veces repetidas por Guillermo Francella. También se podía percibir el equilibrio en la postura adoptada por Peretti en su meditación, y en general en el trazado del plan, al tener en cuenta cada detalle para que nada saliese mal, siempre el equilibrio.
El otro tema sería la ambición. El verse tentado a algo que no se corresponde con lo que debería ser y que nos lleva a comportarnos como personas que no somos. En este caso, el conseguir tanto dinero cambia a los personajes. Son muy interesantes las escenas breves que van seguidas del final del atraco, en las que se ve cómo ha cambiado el dinero la vida de cada personaje, revelándose que quien lo ideó todo sigue con su vida intacta, sin ningún tipo de exceso, pasando desapercibido y perdiéndose en el campo, mientras que para el resto parece que nada es suficiente, y lo único que hacen es dañarse soñando con que la riqueza les hará ser quienes quieren ser. Todo esto lleva al espectador a reflexionar sobre el valor de esa ganancia, sobre cómo se consigue en realidad la felicidad, el bienestar absoluto. Y es que al final el que más tiene nunca se sacia porque ya no se contenta con cubrir las necesidades básicas, sino que va mucho más allá.
Finalmente, debo destacar una frase que Peretti dice a su psicólogo justo antes del atraco, y es “la gente para destacar antes se ensucia”, es decir, que no es que se mejore, sino que se distorsiona el pasado para que el presente parezca mejor. Para él no existe una evolución en la persona desde que decide cometer un robo hasta que lo comete y se vuelve rico. Él es el único que lo lleva a cabo, ya que no cambia su vida respecto al robo y a haberse vuelto millonario.
Se van diciendo frases que en un primer momento pueden pasar desapercibidas, pero que tienen bastante peso en la historia, lo que obliga a permanecer plenamente atento. Una de estas frases es “no se debe luchar contra la fuerza del rival superior sino usarla”. Esta frase será puesta en práctica posteriormente al aprovecharse de la propia seguridad del banco para la huida.
Llama la atención lo “patético” de todo el plan. Ninguno es profesional, el que lo idea todo está enganchado a la marihuana…y es precisamente esto lo convence al espectador de que todo saldrá mal, y lo mantiene así en tensión durante todo el proceso del robo, que toma una gran parte del largometraje.
Hay dos temas que priman por encima de todo, y son: el equilibrio, mencionado varias veces por Diego Peretti y representado en las numerosas antítesis, como en la conciliación del estilo de vida familiar con el robo; la contraposición del pecado (robar) y el rezo, tanto en uno de los personajes como en la escena en la que planean el robo en la iglesia; o la tensión y relajación tantas veces repetidas por Guillermo Francella. También se podía percibir el equilibrio en la postura adoptada por Peretti en su meditación, y en general en el trazado del plan, al tener en cuenta cada detalle para que nada saliese mal, siempre el equilibrio.
El otro tema sería la ambición. El verse tentado a algo que no se corresponde con lo que debería ser y que nos lleva a comportarnos como personas que no somos. En este caso, el conseguir tanto dinero cambia a los personajes. Son muy interesantes las escenas breves que van seguidas del final del atraco, en las que se ve cómo ha cambiado el dinero la vida de cada personaje, revelándose que quien lo ideó todo sigue con su vida intacta, sin ningún tipo de exceso, pasando desapercibido y perdiéndose en el campo, mientras que para el resto parece que nada es suficiente, y lo único que hacen es dañarse soñando con que la riqueza les hará ser quienes quieren ser. Todo esto lleva al espectador a reflexionar sobre el valor de esa ganancia, sobre cómo se consigue en realidad la felicidad, el bienestar absoluto. Y es que al final el que más tiene nunca se sacia porque ya no se contenta con cubrir las necesidades básicas, sino que va mucho más allá.
Finalmente, debo destacar una frase que Peretti dice a su psicólogo justo antes del atraco, y es “la gente para destacar antes se ensucia”, es decir, que no es que se mejore, sino que se distorsiona el pasado para que el presente parezca mejor. Para él no existe una evolución en la persona desde que decide cometer un robo hasta que lo comete y se vuelve rico. Él es el único que lo lleva a cabo, ya que no cambia su vida respecto al robo y a haberse vuelto millonario.

7,1
21.920
9
24 de febrero de 2023
24 de febrero de 2023
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con “The whale”, Aronofsky vuelve a inmiscuirnos en vidas sin escapatoria como ya habría hecho en “Black swan” y “Mother!”, con personajes atrapados en sí mismos, a la vez víctimas y verdugos de su presente.
Merecen ser destacadas las interpretaciones de Brendan Fraser, que nos invita a sentir con una profundidad exquisita, junto con las de los actores secundarios: Sadie Sink, Ty Simpkins y Hong Chau, que nos acercan a la crítica y la compasión en perfecto equilibrio. Cabe destacar también el guion, repleto de diálogos brillantes, precedentes de la emoción y reflexión de los espectadores, a los que hace cómplices y partícipes de lo que acontece. Mediante un caso tan particular como el que se desarrolla en la pantalla, Samuel D. Hunter nos dibuja, en forma de emociones comunes, enlaces a la trama de la que cada uno somos protagonistas día a día. También la música juega un gran papel anunciando las actitudes del protagonista, a su vez antagonista, como un Dr.Jekyll y un Mr. Hyde, como un Moby Dick y la ballena.
Gran guiño al pulso que aún hoy echa la sanidad privada en EEUU, colocando a las personas en la tesitura de elegir entre alargar la vida propia o asegurar la del que viene. Generando una deuda con uno mismo; una deuda con la vida y con la muerte que pelean por ver quién sacará más. Deuda también es la que queda con todos los que acompañaron a cambio de nada. Queda ese nada. Con los que fueron abandonados, repudiados o no correspondidos. Deuda de simplemente estar.
Merecen ser destacadas las interpretaciones de Brendan Fraser, que nos invita a sentir con una profundidad exquisita, junto con las de los actores secundarios: Sadie Sink, Ty Simpkins y Hong Chau, que nos acercan a la crítica y la compasión en perfecto equilibrio. Cabe destacar también el guion, repleto de diálogos brillantes, precedentes de la emoción y reflexión de los espectadores, a los que hace cómplices y partícipes de lo que acontece. Mediante un caso tan particular como el que se desarrolla en la pantalla, Samuel D. Hunter nos dibuja, en forma de emociones comunes, enlaces a la trama de la que cada uno somos protagonistas día a día. También la música juega un gran papel anunciando las actitudes del protagonista, a su vez antagonista, como un Dr.Jekyll y un Mr. Hyde, como un Moby Dick y la ballena.
Gran guiño al pulso que aún hoy echa la sanidad privada en EEUU, colocando a las personas en la tesitura de elegir entre alargar la vida propia o asegurar la del que viene. Generando una deuda con uno mismo; una deuda con la vida y con la muerte que pelean por ver quién sacará más. Deuda también es la que queda con todos los que acompañaron a cambio de nada. Queda ese nada. Con los que fueron abandonados, repudiados o no correspondidos. Deuda de simplemente estar.
8 de agosto de 2021
8 de agosto de 2021
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Santiago Segura se embarca con este, su último proyecto, en un remake de una película original francesa “Attention au départ!”, al igual que su anterior largometraje, “Padre no hay más que uno”, que también era remake de una película del director argentino Ariel Winograd.
Al no haber visto la original no puedo comentar las similitudes que tiene con ella ni saber hasta qué punto Segura ha modificado los detalles, por lo que me limitaré a comentar exclusivamente lo que he visto asumiendo que todo aquello que no pertenece al hilo de la película, como pueden ser los chistes o algunas situaciones absurdas, son originales del último director.
Habiendo visto las anteriores de Segura sí que me he percatado de que reutiliza recursos que empleaba en las otras, y no me refiero solo a algunos de los actores, sino por ejemplo a las enumeraciones redundantes en las que se intercalan escenas cómicas o las conversaciones telefónicas que se contradicen con lo que está pasando, así como la repetición de la idea de los padres irresponsables, o meter chistes para el público adulto. También aparecían en las otras cintas cameos realizados por cómicos y actores, como Antonio Resines, Joaquín Reyes o Josema Yuste.
Una de las pocas novedades que encuentro es el personaje del villano interpretado por Florentino Fernández, algo que recuerda a las películas Disney y que acerca la trama al público infantil.
Creo que es valiente cómo Santiago Segura se ríe de su propia sobreactuación dentro de la cinta asumiendo previamente que iba a ser criticado por ello después.
En cuanto al mensaje que trata de transmitir, es también similar al de sus anteriores películas: la importancia de que los padres pasen tiempo con sus hijos. Esto se refuerza con la metáfora del viaje que da la oportunidad del cambio.
Al no haber visto la original no puedo comentar las similitudes que tiene con ella ni saber hasta qué punto Segura ha modificado los detalles, por lo que me limitaré a comentar exclusivamente lo que he visto asumiendo que todo aquello que no pertenece al hilo de la película, como pueden ser los chistes o algunas situaciones absurdas, son originales del último director.
Habiendo visto las anteriores de Segura sí que me he percatado de que reutiliza recursos que empleaba en las otras, y no me refiero solo a algunos de los actores, sino por ejemplo a las enumeraciones redundantes en las que se intercalan escenas cómicas o las conversaciones telefónicas que se contradicen con lo que está pasando, así como la repetición de la idea de los padres irresponsables, o meter chistes para el público adulto. También aparecían en las otras cintas cameos realizados por cómicos y actores, como Antonio Resines, Joaquín Reyes o Josema Yuste.
Una de las pocas novedades que encuentro es el personaje del villano interpretado por Florentino Fernández, algo que recuerda a las películas Disney y que acerca la trama al público infantil.
Creo que es valiente cómo Santiago Segura se ríe de su propia sobreactuación dentro de la cinta asumiendo previamente que iba a ser criticado por ello después.
En cuanto al mensaje que trata de transmitir, es también similar al de sus anteriores películas: la importancia de que los padres pasen tiempo con sus hijos. Esto se refuerza con la metáfora del viaje que da la oportunidad del cambio.

6,5
9.391
7
14 de octubre de 2022
14 de octubre de 2022
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Juan Diego Botto se estrena con esta película en la dirección después de una larga carrera como actor, respaldado por la producción de la que habría sido su compañera en sus inicios en la interpretación, Penélope Cruz.
Nos introduce en un mundo de tensión y tragedia ya desde el primer fotograma, una imagen inmersa en el ruido, presentando el tinte documental con la cámara en mano, la ausencia de música, la pureza de las interpretaciones, y, por supuesto, el fin de denuncia social.
Da la sensación de que el director y el personaje interpretado por Luis Tosar se interrelacionan al intentar ambos abarcar tantas historias para hacerlas justicia y no conseguir inmiscuirse del todo en ninguna. Así, al espectador se le queda cierto vacío por no poder enfocarse en la empatía requerida por cada protagonista, viendo gran parte de lo que sucede desde los márgenes, como bien dice el título.
Debo admitir que Penélope Cruz me ha sorprendido positivamente, después de haberme dejado algo decepcionada en su anterior papel en "Madres paralelas", ya que llega a ser creíble hasta el punto de sentir que se están viendo escenas reales en ciertos momentos del largometraje.
Es interesante la representación de la sociedad que mira hacia otro lado cuando el problema no le toca directamente a través de Raúl, el personaje de Christian Checa, y cómo al verse dentro de la injusticia, al tratar directamente con las víctimas, dejan de pasarle desapercibidas estas tragedias aunque le sean ajenas, lo que supongo que era el fin último de la película, pero en este caso en la realidad, haciendo partícipe al espectador de la comunidad.
Es, en definitiva, una película que llega, tal vez no tanto por la estructura coral elegida, pero sí por el egoísmo que inevitablemente llevamos por venda y que nos hace empatizar con aquello que nos podría pasar.
Nos introduce en un mundo de tensión y tragedia ya desde el primer fotograma, una imagen inmersa en el ruido, presentando el tinte documental con la cámara en mano, la ausencia de música, la pureza de las interpretaciones, y, por supuesto, el fin de denuncia social.
Da la sensación de que el director y el personaje interpretado por Luis Tosar se interrelacionan al intentar ambos abarcar tantas historias para hacerlas justicia y no conseguir inmiscuirse del todo en ninguna. Así, al espectador se le queda cierto vacío por no poder enfocarse en la empatía requerida por cada protagonista, viendo gran parte de lo que sucede desde los márgenes, como bien dice el título.
Debo admitir que Penélope Cruz me ha sorprendido positivamente, después de haberme dejado algo decepcionada en su anterior papel en "Madres paralelas", ya que llega a ser creíble hasta el punto de sentir que se están viendo escenas reales en ciertos momentos del largometraje.
Es interesante la representación de la sociedad que mira hacia otro lado cuando el problema no le toca directamente a través de Raúl, el personaje de Christian Checa, y cómo al verse dentro de la injusticia, al tratar directamente con las víctimas, dejan de pasarle desapercibidas estas tragedias aunque le sean ajenas, lo que supongo que era el fin último de la película, pero en este caso en la realidad, haciendo partícipe al espectador de la comunidad.
Es, en definitiva, una película que llega, tal vez no tanto por la estructura coral elegida, pero sí por el egoísmo que inevitablemente llevamos por venda y que nos hace empatizar con aquello que nos podría pasar.
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