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Críticas ordenadas por utilidad
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6,8
77.486
6
13 de octubre de 2011
13 de octubre de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está visto que Danny Boyle es capaz de aunar lo mejor y lo peor en una misma cinta, obteniendo como resultado una obra entretenida y efectista en exceso que comienza cojeando y acaba de igual modo.
Lo mejor que ofrece:
- Entretenimiento y buen ritmo.
- Argumento atractivo.
- Buena fotografía e interesantes planos.
- Banda sonora sugerente y acertada.
Lo peor que ofrece son, fundamentalmente, situaciones inverosímiles, o lo que, coloquialmente, definiríamos como “cosas de bombero” (pobres bomberos, quisiera yo saber de dónde viene esta injusta expresión). No niego que tal vez yo me muestre quisquillosa, pero es la sensación que me queda tras visionar la película. Paso a detallarlo en el spoiler.
Lo mejor que ofrece:
- Entretenimiento y buen ritmo.
- Argumento atractivo.
- Buena fotografía e interesantes planos.
- Banda sonora sugerente y acertada.
Lo peor que ofrece son, fundamentalmente, situaciones inverosímiles, o lo que, coloquialmente, definiríamos como “cosas de bombero” (pobres bomberos, quisiera yo saber de dónde viene esta injusta expresión). No niego que tal vez yo me muestre quisquillosa, pero es la sensación que me queda tras visionar la película. Paso a detallarlo en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- Comienzo de la película: unos activistas van a liberar a unos simios que, sin ellos saberlo, resulta que están infectados y son potencialmente peligrosos. El personaje que les sorprende (y que sí sabe de la amenaza que representan) trata de evitarlo, desde luego, pero vamos, que yo los he visto más convincentes. Chico, que sabiendo la que van a liar no basta con coger una pataleta. Claro que es que, si no los liberan, no hay película.
- El protagonista: debe ser un superhombre, digo yo, porque si recién salido de un hospital es capaz de demostrar semejante agilidad, fortaleza y resistencia, para qué queremos héroes de Marvel. Que sí, que al principio se le nota mermado, pero tarda poquísimo en “ponerse las pilas”. A mí, que una simple gripe me deja hecha un trapo, pues la verdad, me resulta alucinante este hecho. Y no me vale el argumento de que ante una situación de supervivencia sacamos fuerzas de flaqueza y somos capaces de cosas que ni imaginaríamos pues, siendo esto cierto, todo tiene un límite, y las capacidades del muchacho van mucho más allá de éste. Por no hablar de su catarsis final, que lo capacita para burlar a un (pequeño) ejército de soldados preparados y armados hasta los dientes.
- El momento “huída en taxi por el túnel”: efectivamente, la idea de escoger ese camino y no otro que, aunque menos directo, discurra por la superficie, es una temeridad. Pero dicha temeridad es necesaria para que Boyle nos monte la inquietante escena que nos ofrece (tramposillo). Y por cierto, menuda estupidez comprarse un todoterreno, ¡es mucho mejor un taxi londinense! De lo que son capaces esos coches, oye. Y para que no se note mucho, nos cuelan un reventón. Comprendo que en toda huída y persecución cinematográfica suele haber licencias, pero ésta me parece de traca.
- ¿Cómo pensaban hacer frente a los infectados que les salieran al paso?, ¿con un bate de beisbol? Pues vale.
- La niña: ¿pero de dónde ha salido esa adolescente? Se expresa como un adulto y conduce mejor que Carlos Sainz. Además, las drogas le sientan de una forma u otra según le convenga al director (aunque va pasada de tranquilizantes, es capaz de sujetarse y “aguantar el tipo” tras un espejo, teniendo a un infectado al otro lado pero, eso sí, al momento da muestras de estar en las nubes y de experimentar confusión).
- ¿Tranquilizantes para dormir mientras tu vida corre peligro? ¡A quién se le ocurre!
- Y por último, el final: cursi y comercial como él sólo. Por cierto, Danny, hubiera sido más fácil currarse un “HELP” que un “HELLO”, te ahorras una letra y da más idea de la situación desesperada en la que se debían encontrar los protagonistas.
- El protagonista: debe ser un superhombre, digo yo, porque si recién salido de un hospital es capaz de demostrar semejante agilidad, fortaleza y resistencia, para qué queremos héroes de Marvel. Que sí, que al principio se le nota mermado, pero tarda poquísimo en “ponerse las pilas”. A mí, que una simple gripe me deja hecha un trapo, pues la verdad, me resulta alucinante este hecho. Y no me vale el argumento de que ante una situación de supervivencia sacamos fuerzas de flaqueza y somos capaces de cosas que ni imaginaríamos pues, siendo esto cierto, todo tiene un límite, y las capacidades del muchacho van mucho más allá de éste. Por no hablar de su catarsis final, que lo capacita para burlar a un (pequeño) ejército de soldados preparados y armados hasta los dientes.
- El momento “huída en taxi por el túnel”: efectivamente, la idea de escoger ese camino y no otro que, aunque menos directo, discurra por la superficie, es una temeridad. Pero dicha temeridad es necesaria para que Boyle nos monte la inquietante escena que nos ofrece (tramposillo). Y por cierto, menuda estupidez comprarse un todoterreno, ¡es mucho mejor un taxi londinense! De lo que son capaces esos coches, oye. Y para que no se note mucho, nos cuelan un reventón. Comprendo que en toda huída y persecución cinematográfica suele haber licencias, pero ésta me parece de traca.
- ¿Cómo pensaban hacer frente a los infectados que les salieran al paso?, ¿con un bate de beisbol? Pues vale.
- La niña: ¿pero de dónde ha salido esa adolescente? Se expresa como un adulto y conduce mejor que Carlos Sainz. Además, las drogas le sientan de una forma u otra según le convenga al director (aunque va pasada de tranquilizantes, es capaz de sujetarse y “aguantar el tipo” tras un espejo, teniendo a un infectado al otro lado pero, eso sí, al momento da muestras de estar en las nubes y de experimentar confusión).
- ¿Tranquilizantes para dormir mientras tu vida corre peligro? ¡A quién se le ocurre!
- Y por último, el final: cursi y comercial como él sólo. Por cierto, Danny, hubiera sido más fácil currarse un “HELP” que un “HELLO”, te ahorras una letra y da más idea de la situación desesperada en la que se debían encontrar los protagonistas.

6,9
28.604
5
2 de octubre de 2011
2 de octubre de 2011
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que reconocer que esperaba más de “Dark City” y que, precisamente por ello, me ha decepcionado un poco, pero en fin, en líneas generales, se deja ver, entretiene y resulta bastante original.
Cabe decir a su favor que está construida sobre un guión harto interesante, y que el mensaje que yo creo inferir es puramente existencialista, tratándose de una cuestión que se aleja de lo superficial y trivial. De hecho, es el argumento lo que más me gusta de esta película. Sin embargo, la forma elegida para desarrollar la narración no me parece acertada, ya que parece adolecer de un deseo obsesivo por explicarlo todo con minuciosidad y al detalle. Desde luego que, desde mi punto de vista, es de agradecer –en cualquier película– la claridad narrativa, que no se dejen cabos sueltos, que las ideas principales, ésas que constituyen la clave para comprender el sentido de la cinta, no resulten farragosas, oscuras o ambiguas. Y Dark City cumple con esa premisa, pero incurriendo en un exceso explicativo, desmenuzando, pormenorizando y reiterando lo expuesto hasta la saciedad. No era preciso explicar lo mismo varias veces.
El trabajo de los actores, en lo global, es bastante flojito. William Hurt, que me parece un gran actor, pasa aquí sin pena ni gloria, si bien cumple. Kiefer Sutherland está aceptable. A Rufus Sewell se le ve muy contenido para todo lo que le sucede en la película; tal vez era eso lo que se le pidió a la hora de dar vida a su personaje. Y, por último, Jennifer Connelly no me dice nada; bueno sí, que es muy mona.
Por otro lado, la estética de la película me ha gustado, así como también los efectos especiales. “Los ocultos”, no obstante, me han resultado decepcionantes. De hecho, son ellos, los villanos de esta historia, los que no me parecen convincentes en absoluto, con esa extraña forma de hablar, que digo yo, si son tan inteligentes y avanzados como para montar semejante tinglado, ya podían haber aprendido a imitar con más naturalidad el habla humana. Además, cualquiera diría que son parientes lejanos de “La Familia Adams”. Sinceramente, ha habido momentos en los que me han llegado a resultar ridículos.
Por último, y antes de pasar al spoiler, donde comentaré algo relativo al final de la película, diré que no le veo tanto parecido con “Matrix” como para levantar las ampollas que, al parecer, ha levantado. Sí hay similitudes, como las hay también con otras películas (“El Show de Truman”, sin ir más lejos), pero no creo que éstas justifiquen una acusación de plagio. Yo creo que no lo hay.
Cabe decir a su favor que está construida sobre un guión harto interesante, y que el mensaje que yo creo inferir es puramente existencialista, tratándose de una cuestión que se aleja de lo superficial y trivial. De hecho, es el argumento lo que más me gusta de esta película. Sin embargo, la forma elegida para desarrollar la narración no me parece acertada, ya que parece adolecer de un deseo obsesivo por explicarlo todo con minuciosidad y al detalle. Desde luego que, desde mi punto de vista, es de agradecer –en cualquier película– la claridad narrativa, que no se dejen cabos sueltos, que las ideas principales, ésas que constituyen la clave para comprender el sentido de la cinta, no resulten farragosas, oscuras o ambiguas. Y Dark City cumple con esa premisa, pero incurriendo en un exceso explicativo, desmenuzando, pormenorizando y reiterando lo expuesto hasta la saciedad. No era preciso explicar lo mismo varias veces.
El trabajo de los actores, en lo global, es bastante flojito. William Hurt, que me parece un gran actor, pasa aquí sin pena ni gloria, si bien cumple. Kiefer Sutherland está aceptable. A Rufus Sewell se le ve muy contenido para todo lo que le sucede en la película; tal vez era eso lo que se le pidió a la hora de dar vida a su personaje. Y, por último, Jennifer Connelly no me dice nada; bueno sí, que es muy mona.
Por otro lado, la estética de la película me ha gustado, así como también los efectos especiales. “Los ocultos”, no obstante, me han resultado decepcionantes. De hecho, son ellos, los villanos de esta historia, los que no me parecen convincentes en absoluto, con esa extraña forma de hablar, que digo yo, si son tan inteligentes y avanzados como para montar semejante tinglado, ya podían haber aprendido a imitar con más naturalidad el habla humana. Además, cualquiera diría que son parientes lejanos de “La Familia Adams”. Sinceramente, ha habido momentos en los que me han llegado a resultar ridículos.
Por último, y antes de pasar al spoiler, donde comentaré algo relativo al final de la película, diré que no le veo tanto parecido con “Matrix” como para levantar las ampollas que, al parecer, ha levantado. Sí hay similitudes, como las hay también con otras películas (“El Show de Truman”, sin ir más lejos), pero no creo que éstas justifiquen una acusación de plagio. Yo creo que no lo hay.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Llegados al desenlace de la película, me pregunto por qué el protagonista no intenta descubrir la verdadera procedencia de todas las personas que habitan la ciudad, incluida la suya propia. En lugar de eso, elige quedarse con sus recuerdos implantados, seguir siendo John Murdoch y utilizar su poder para moldear la ciudad a su gusto. Es decir, opta por seguir viviendo una ficción de la que también serán partícipes el resto de los ciudadanos. Tal vez era ésa la única opción plausible y, de hecho, resulta muy significativo dicho conformismo final, ya que se asemeja al que adoptamos los seres humanos para combatir la angustia vital que se derivaría de la toma de conciencia de nuestra insignificante existencia dentro de la desconocida inmensidad del Universo. Conclusión: Dark City seguirá siendo una ciudad ficticia, preñada de vidas igualmente ficticias, pero esta vez, por deseo expreso de Murdoch, las ficciones serán inmutables (nada de experimentos) y, además, habrá océano y solecito. Ya que no puede sino vivir una mentira, al menos que ésta sea acogedora.

6,8
7.372
5
21 de agosto de 2013
21 de agosto de 2013
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siento no participar de las alabanzas que leo (y oigo) acerca de la película. Valoro positivamente algunos aspectos como puedan ser la ambientación, el vestuario y, desde luego, el apabullante elenco actoral que desfila por esta cinta. Sin embargo, encuentro muchas deficiencias que hacen que, en lo global, esta obra no me convenza.
Para empezar, la construcción de los personajes –y eso, empero el buen trabajo de los grandes actores que les dan vida– a mí me descoloca. Algunos están caricaturizados hasta el extremo, absurdamente exagerados en sus características, cosa que comprendería de tratarse de una comedia, pero no es el caso, de forma que no ha lugar. Por ejemplo, el de Angela Lansbury: siempre ebria y/o encendida sexualmente. Con marcar esta cualidad que la define en algunas escenas habría sobrado para hacer entender al espectador qué tipo de mujer es, pero mostrarla generalmente así, en mi opinión, le resta credibilidad y oculta otros matices que cualquier personaje realista ha de tener. Ídem con el personaje del marxista: lo vestimos con una gorra que está entre lo bohemio y lo obrero, le colocamos bajo el brazo un ejemplar de “Das Kapital” y cuando abra la boca que sea para augurar el fin del capitalismo. Demasiado tópico. En contrapartida, los personajes que no están tan marcados, se me antojan algo tal que “ni fu, ni fa”, por ejemplo, el de David Niven. Rescato a aquéllos que sí están bien perfilados, destacando Poirot (Ustinov), claro, el de Mia Farrow y, con ciertas dudas, el de la Davis. Repito que el trabajo de estos grandísimos actores está a la altura de lo que son. El problema, como digo, es la definición y el tratamiento de los personajes, y entiendo que la responsabilidad de esto no les corresponde a ellos.
Otra cuestión relacionada con la realización y el montaje: hay momentos prolongados en los que no sucede nada, y cuando digo esto me refiero a que en la pantalla tan sólo se ve una postal, sin acción ni movimiento, carente de banda sonora o personajes, sin carga simbólica de ningún tipo (en cuyo caso sí se comprendería) y esto dura unos segundos. No sé a qué responde, pero a mí me crea cierta sensación de vacío, a fuerza de no encontrar justificación para estos extraños ¿paréntesis?
La narración en sí pienso que está bien, responde a un esquema bastante clásico y común en muchas adaptaciones de novelas de Agatha Christie: presentación de personajes, acaecimiento del crimen, establecimiento de sospechosos y resolución final.
En conclusión, no creo que “Muerte en el Nilo” sea para nada una de las mejores adaptaciones al cine de las obras de la novelista británica. Me quedo por mucho con otras como “Diez Negritos” (Clair), “Asesinato en el Orient Express” (Lumet) y, por supuesto, “Testigo de Cargo” (Wilder), siendo esta última, como se suele decir, "palabras mayores".
Para empezar, la construcción de los personajes –y eso, empero el buen trabajo de los grandes actores que les dan vida– a mí me descoloca. Algunos están caricaturizados hasta el extremo, absurdamente exagerados en sus características, cosa que comprendería de tratarse de una comedia, pero no es el caso, de forma que no ha lugar. Por ejemplo, el de Angela Lansbury: siempre ebria y/o encendida sexualmente. Con marcar esta cualidad que la define en algunas escenas habría sobrado para hacer entender al espectador qué tipo de mujer es, pero mostrarla generalmente así, en mi opinión, le resta credibilidad y oculta otros matices que cualquier personaje realista ha de tener. Ídem con el personaje del marxista: lo vestimos con una gorra que está entre lo bohemio y lo obrero, le colocamos bajo el brazo un ejemplar de “Das Kapital” y cuando abra la boca que sea para augurar el fin del capitalismo. Demasiado tópico. En contrapartida, los personajes que no están tan marcados, se me antojan algo tal que “ni fu, ni fa”, por ejemplo, el de David Niven. Rescato a aquéllos que sí están bien perfilados, destacando Poirot (Ustinov), claro, el de Mia Farrow y, con ciertas dudas, el de la Davis. Repito que el trabajo de estos grandísimos actores está a la altura de lo que son. El problema, como digo, es la definición y el tratamiento de los personajes, y entiendo que la responsabilidad de esto no les corresponde a ellos.
Otra cuestión relacionada con la realización y el montaje: hay momentos prolongados en los que no sucede nada, y cuando digo esto me refiero a que en la pantalla tan sólo se ve una postal, sin acción ni movimiento, carente de banda sonora o personajes, sin carga simbólica de ningún tipo (en cuyo caso sí se comprendería) y esto dura unos segundos. No sé a qué responde, pero a mí me crea cierta sensación de vacío, a fuerza de no encontrar justificación para estos extraños ¿paréntesis?
La narración en sí pienso que está bien, responde a un esquema bastante clásico y común en muchas adaptaciones de novelas de Agatha Christie: presentación de personajes, acaecimiento del crimen, establecimiento de sospechosos y resolución final.
En conclusión, no creo que “Muerte en el Nilo” sea para nada una de las mejores adaptaciones al cine de las obras de la novelista británica. Me quedo por mucho con otras como “Diez Negritos” (Clair), “Asesinato en el Orient Express” (Lumet) y, por supuesto, “Testigo de Cargo” (Wilder), siendo esta última, como se suele decir, "palabras mayores".

6,0
10.794
6
9 de marzo de 2013
9 de marzo de 2013
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo está lleno de desalmados. Gentes que, en un momento dado, se cruzan en tu vida y te joden bien, aprovechándose de tu desconcierto y de tu impotencia frente a su falta de humanidad. Cuando esto ocurre, te sientes débil y frustrado, pues no has podido evitar que te dañen. Y esta situación va desde lo cotidiano (un simple “se rieron de mí”, “me hicieron la gran putada”, “me engañaron”) hasta lo excepcionalmente cruel, aunque posible (lo que sucede en la película). ¿Qué hacer entonces? Pues fantasear íntimamente con que tú también eres capaz de aplicarles a esos desalmados la medicina que merecen, imaginarte cual vengador justiciero, administrando venganzas sin paliativos, pues es lo que te pide el cuerpo. Por fortuna, la mayoría no pasamos de esa ensoñación pueril, desahogo imaginario para la extraña, y no tan extraña, que a todos se nos despierta dentro al vivir una situación así. Claro que yo me refiero a situaciones que, ni de lejos, rozan la gravedad de la premisa inicial que nos plantea Jordan.
La película comienza con una situación muy violenta, injusta, dolorosa y cruel, de ésas que la mayoría no hemos tenido que afrontar jamás (y a tocar madera, “a ningú que li pase”, que dicen en mi tierra). Y es por ello por lo que aceptamos con agrado la particular vendetta de la Foster, aunque no sin hacernos los pertinentes juicios morales que la situación requiere. Nuestro vengador interno (ése de nuestras fantasías) la apoya, la comprende e incluso la justifica. Pero nuestro ser racional, no tanto. Éste último sabe que “los malos” tienen en su pasado historias terribles que les llevaron a ser lo que son, que también tienen familia y seres que les quieren y, desde luego, la opción de enmendar sus errores. Ahí es donde la mayoría de los mortales nos topamos con la verdadera dicotomía: en el plano de la ficción, pensamos “ole tus ovarios, Erica, cárgatelos a todos, que no merecen vivir”; pero al darle al stop todo eso se acaba y concluyes con que no podemos construir un mundo donde cada uno se tome la justicia por su mano, donde prime la ley del Talión, el Código de Hammurabi, pues como dijo Gandhi, “ojo por ojo, y todos quedaremos ciegos”. Pero siempre te queda la duda, puesto que a ti, en la vida real, jamás te sucedió algo como lo que nos plantea la película…
Bien, por lo demás, la cinta se mueve en un terreno de mediocridad donde destacan, fundamentalmente, las interpretaciones: genial Jodie, una vez más. En mi opinión, se le podía haber sacado muchísima más “chicha” al tema si se hubiese tratado con mayor rigor y no cayendo (como evidentemente, cae) en clichés y estereotipos muy manidos. Y si bien reconozco que está bien plasmada la evolución del personaje de Erica, también son ciertas dos cosas: primero, dicha transformación necesita apoyarse en una voz en off para llegar al espectador, cosa que se podía haber solucionado con otras fórmulas que, a mi parecer, hubiesen resultado más efectivas; y segundo, he visto “descensos al infierno” mucho más convincentes que el que nos plantea Jordan.
Pese a todo, me parece una cinta recomendable.
La película comienza con una situación muy violenta, injusta, dolorosa y cruel, de ésas que la mayoría no hemos tenido que afrontar jamás (y a tocar madera, “a ningú que li pase”, que dicen en mi tierra). Y es por ello por lo que aceptamos con agrado la particular vendetta de la Foster, aunque no sin hacernos los pertinentes juicios morales que la situación requiere. Nuestro vengador interno (ése de nuestras fantasías) la apoya, la comprende e incluso la justifica. Pero nuestro ser racional, no tanto. Éste último sabe que “los malos” tienen en su pasado historias terribles que les llevaron a ser lo que son, que también tienen familia y seres que les quieren y, desde luego, la opción de enmendar sus errores. Ahí es donde la mayoría de los mortales nos topamos con la verdadera dicotomía: en el plano de la ficción, pensamos “ole tus ovarios, Erica, cárgatelos a todos, que no merecen vivir”; pero al darle al stop todo eso se acaba y concluyes con que no podemos construir un mundo donde cada uno se tome la justicia por su mano, donde prime la ley del Talión, el Código de Hammurabi, pues como dijo Gandhi, “ojo por ojo, y todos quedaremos ciegos”. Pero siempre te queda la duda, puesto que a ti, en la vida real, jamás te sucedió algo como lo que nos plantea la película…
Bien, por lo demás, la cinta se mueve en un terreno de mediocridad donde destacan, fundamentalmente, las interpretaciones: genial Jodie, una vez más. En mi opinión, se le podía haber sacado muchísima más “chicha” al tema si se hubiese tratado con mayor rigor y no cayendo (como evidentemente, cae) en clichés y estereotipos muy manidos. Y si bien reconozco que está bien plasmada la evolución del personaje de Erica, también son ciertas dos cosas: primero, dicha transformación necesita apoyarse en una voz en off para llegar al espectador, cosa que se podía haber solucionado con otras fórmulas que, a mi parecer, hubiesen resultado más efectivas; y segundo, he visto “descensos al infierno” mucho más convincentes que el que nos plantea Jordan.
Pese a todo, me parece una cinta recomendable.

7,5
5.222
8
23 de agosto de 2013
23 de agosto de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En plena década de los 50, Bergman nos regaló esta cinta rebosante de sensualidad, característica que, sin embargo, se manifiesta con una naturalidad pasmosa. De no ser así, estaríamos hablando de erotismo, concepto en el que, entiendo, hay una cierta intencionalidad, un ápice de provocación que aquí se diluye a base de sencillez. La película, en general, contiene toda una batería de imágenes bellísimas que a mí, como espectadora, me seducen, destacando ese primer plano de Harriet Andersson que mira fijamente a la cámara en la antesala de una elipsis brillante.
El argumento de la película es un drama como la copa de un pino. El joven soñador y enamorado, aunque de aspiraciones formales, junto a la “cabra loca”, la "femme fatale". Y en este caso, es una “femme fatale” de carne y hueso, de definición diametralmente opuesta a aquéllas a las que nos tiene acostumbrados Hollywood, mucho más glamurosas pero menos reales, más hijas del celuloide y de la ensoñación cinéfila que otra cosa. Esta mujer, por el contrario, es un paradigma de esa realidad que nos rodea a los mortales, realidad cotidiana en la que encontramos a mujeres inestables e inmaduras, víctimas de su propio desequilibrio e inseguridad, capaces de hacer de un hombre un desgraciado (con o sin intención, y sin perder de vista que uno siempre es responsable de “lo que hacen de él”, entiéndaseme). ¿O me diréis que no habéis conocido nunca a una Mónica?
Con estos ingredientes asistimos al ingenuo despertar amoroso de dos jóvenes, a la entrega mutua, a la bella locura de amarse y perder de vista el mundo y las obligaciones terrenales que éste, antes o después, impone. Y vaya que si las impone, porque el verano acaba y llega el otoño, y los sueños que los protagonistas albergaron caen como hojas caducas.
En resumen, la película es totalmente recomendable. Estéticamente es muy bella y el conflicto del guión me gusta, en su planteamiento y en su desarrollo.
Sólo una cosa que no me parece que esté al nivel del resto de la cinta: la escena de la pelea entre los dos chicos junto a la barca. A mí me parece poco realista, si bien algunos de mis amigos cinéfilos que por aquí pululan, y cuyo criterio valoro, tratan de convencerme de lo contrario con sólidos argumentos.
El argumento de la película es un drama como la copa de un pino. El joven soñador y enamorado, aunque de aspiraciones formales, junto a la “cabra loca”, la "femme fatale". Y en este caso, es una “femme fatale” de carne y hueso, de definición diametralmente opuesta a aquéllas a las que nos tiene acostumbrados Hollywood, mucho más glamurosas pero menos reales, más hijas del celuloide y de la ensoñación cinéfila que otra cosa. Esta mujer, por el contrario, es un paradigma de esa realidad que nos rodea a los mortales, realidad cotidiana en la que encontramos a mujeres inestables e inmaduras, víctimas de su propio desequilibrio e inseguridad, capaces de hacer de un hombre un desgraciado (con o sin intención, y sin perder de vista que uno siempre es responsable de “lo que hacen de él”, entiéndaseme). ¿O me diréis que no habéis conocido nunca a una Mónica?
Con estos ingredientes asistimos al ingenuo despertar amoroso de dos jóvenes, a la entrega mutua, a la bella locura de amarse y perder de vista el mundo y las obligaciones terrenales que éste, antes o después, impone. Y vaya que si las impone, porque el verano acaba y llega el otoño, y los sueños que los protagonistas albergaron caen como hojas caducas.
En resumen, la película es totalmente recomendable. Estéticamente es muy bella y el conflicto del guión me gusta, en su planteamiento y en su desarrollo.
Sólo una cosa que no me parece que esté al nivel del resto de la cinta: la escena de la pelea entre los dos chicos junto a la barca. A mí me parece poco realista, si bien algunos de mis amigos cinéfilos que por aquí pululan, y cuyo criterio valoro, tratan de convencerme de lo contrario con sólidos argumentos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sobrecogedora la imagen final, con el protagonista rememorando aquellos momentos inocentes de amar a Mónica.
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