Haz click aquí para copiar la URL
You must be a loged user to know your affinity with Sandro Fiorito
Críticas 372
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
9 de marzo de 2011
39 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las más bellas melodías creadas jamás para una serie de televisión abre los fantásticos créditos de inicio de esta fabulosa producción de intriga bañada en surrealismo, atrapada por una atmósfera que se convierte en especial por lo misterioso y enigmático de la misma, y que delata el lugar en el que nos encontramos: es Twin Peaks, un pequeño y apacible pueblo maderero, consternado por la trágica muerte de la joven que daría paso a una de las preguntas más populares de toda la extensión televisiva: ¿quién mató a Laura Palmer?. Todos parecen desconcertados y aturdidos ante el asesinato de una chica feliz, amistosa, popular e hija de una buena familia. Para investigar su asesinato, la oficina del Sheriff, dirigida por Harry S. Truman (Michael Ontkean: “Su otro amor“, 1982), que comparte nombre con el trigésimo tercer presidente de los Estados Unidos, inicia sus pesquisas a la espera de la llegada del personaje más emblemático de la serie: el agente especial del FBI, Dale Cooper (Kyle MacLachlan: “Terciopelo azul“, 1986), cuyo apellido (y cuidado aspecto) parece otro de los muchos guiños que en esta serie hace Lynch a ese cine que tan bien sabe hacer.

Sorprende cómo David Lynch (“Corazón salvaje“, 1990) pudo convertir la vida de esa alegre localidad rural en uno de los lugares más indescifrables y recónditos del universo. No es sólo el nivel de suspense al que se eleva esta producción debido al célebre asesinato de Laura Palmer, sino todo en general: un gesto, una mirada, un detalle o cualquiera de los muchos personajes peculiares que, con sus ambiciones y temores, recorren el pueblo acompañados por sus secretos y una agridulce felicidad. Resulta curiosa la magnífica relación existente entre la oficina del Sheriff y la oficina del FBI. Lejos de los estereotipos acostumbrados, en Twin Peaks ambos cuerpos colaboran de una forma que va más allá de la mera cordialidad, sentando las bases de la amistad y del afecto más verdadero. Veinte años después del estreno de la serie, las historias vertidas desde su argumento no han parecido envejecer demasiado: a pesar de los aspectos estéticos desfasados de algunos de sus personajes, la excelencia (salvo las excepciones de las prescindibles subtramas correspondientes a Nadine o la relación cuasi-infantil del ayudante del Sheriff con Lucy Moran) de su atemporal guión hace de “Twin Peaks” una merecida serie de culto, llena de enseñanzas, dilemas morales y confianza o esperanza en los seres humanos.

Qué grato resulta ver al bueno del metódico, didáctico y admirable agente especial del FBI Dale Cooper, apasionado de la filosofía tibetana, tomarse su preciado café con una sonrisa de oreja a oreja, mientras la persona que tiene enfrente, sea quien sea, le devuelve el mismo nivel de amabilidad. O el siempre risueño y agradable Sheriff Truman.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y a cualquiera de las preciosas protagonistas: las camareras Shelly Johnson y Norma Jennings, la poderosa Joan Chen, la sensual e inquieta Audrey Horne… Resultan entrañables el inocentón James Marshall, el doctor Will Hayward, el gran Pete Martell (Jack Nance) y el instructivo mayor Garland Briggs, siempre con un buen discurso que ofrecer. También hay hueco para la desaprensión y la codicia en los personajes del repugnante Benjamin Horne, la fría y calculadora Catherin Martell y el chanchullero de Bobby Briggs.

Los misterios de “Twin Peaks” se extienden a lo largo de 30 inolvidables capítulos, divididos en dos temporadas en las que todas las historias principales nacen o están relacionadas de alguna manera con el asesinato de Laura Palmer. El interés que se produce sobre la serie es constante al conservar toda la producción una constante regularidad que a veces se permite engañarnos: el capítulo que aparentemente es el más normal muchas veces es aquel que deja la incógnita más grande. Es un mérito que una serie de estas características se desarrolle de una forma tan original: investigaciones y vida rural, pero con extrañas e hipnóticas apariciones surrealistas que hacen preguntarse, tanto al espectador como a los personajes, si lo que se está viendo es cierto o es una realidad imaginada.

El apartado musical no sólo es maravilloso, uno de los mejores creados para una serie, o excepcional, sino que es, además, imprescindible para la serie, al estar ligados todos los temas de la banda sonora de una forma directa con el metraje. Aunque con el paso de los capítulos, la música vaya apareciendo de una manera menos selectiva, al menos en la primera temporada, cada personaje o situación, tiene su propia melodía.

En definitiva, una serie maravillosa, emblemática, magnífica, llena de hipnótica intriga, original, auténtica y sólo afectada en ocasiones por la excesiva parodia de algunas subtramas. “Twin Peaks” atrapa y cautiva hasta enamorar, construyendo su producto desde la fuerza de toda una serie de inolvidables personajes siempre comandados por uno de los mejores agentes del FBI que se pueden encontrar entre la pequeña y la gran pantalla: Dale Cooper. David Lynch, junto al trabajo de toda la producción y resto de directores que guían los capítulos, escribe esta fábula, una fantasía llena de gente amable con situaciones amistosas y llenas de cariño, que ven su espejo en el egoísmo y vida despreciable de algunas personas. La serie parece invitarnos a la felicidad, una máxima que difícilmente puede conseguirse sin renunciar a los prejuicios sobre la gente y las cosas, o sin demostrar bondad en nuestras acciones. Hacen falta muchas personas como Dale Cooper, el Sheriff Truman o el Mayor Briggs para que podamos vivir en un mundo mejor. De momento, nos quedan pequeñas joyas como esta serie, que no sólo entretiene, sino que enseña, acerca, fascinan y te involucra en un mundo maravilloso que sólo pretende escapar de las garras del mal.
4 de junio de 2010
34 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
De guiarnos exclusivamente por las afirmaciones de los críticos profesionales y las votaciones concedidas a determinadas películas desde páginas de internet en las que los usuarios pueden plasmar sus notas, obviaríamos una gran cantidad de cintas que muy probablemente, de darles una oportunidad pueden llegar a gustarnos. El fín de los días puede ser buen ejemplo de lo citado, pues linchada desde una crítica que tacha su conjunto de convencional y hasta meramente estético, es sinceramente un entretenimiento bastante digestivo, animado y grato en general. Es cierto que nos encontramos ante una película que por momentos puede llegar a parecer predecible, y que algunas situaciones están hechas con la idea de facilitar las cosas al personaje involucrado, pero estos dos borrones no se presentan como grandes inconvenientes para impedir el visionado del filme.

La historia, vista desde fuera, tampoco invita al espectador a pensar que se encuentra ante un producto diferente, pues son muchas las películas que tratan el mismo tema visto incluso desde la misma perspectiva aunque de forma distinta. Aquí, se explica la trama desde el año 1979, año en el que el nacimiento de una niña en un hospital de Manhattan alarma al Vaticano: lleva la marca del anticristo y es la enviada por Satanás (Gabriel Byrne) para mantener relaciones sexuales con el mismo y así poder tener éste un hijo que se convierta en su sucesor. Este acto profano se celebrará el 31 de diciembre de 1999, coincidiendo con el momento exacto del fin del milenio y la entrada del año 2000, fecha en la que el mundo, de consumarse las intenciones de Satanás, dejará de existir tal y como se ha conocido hasta entonces. Sin saber dónde se ha metido y viéndose sorprendido por lo surrealista e increíble de las circunstancias, Jericho Cane (Arnold Schwarzenegger), un ex-policía atormentado y alcohólico que ahora trabaja en una compañía de seguridad privada cumpliendo con las labores de escolta a personalidades, se ve rodeado de varios frentes: el de la guapa joven elegida para los fines profanos y que siempre ha estado dominada por sueños y visiones satánicas que su familia adoptiva le hacía creer que sólo eran causadas por una complicada enfermedad, Christine York, el del Vaticano, que la busca para asesinarla y poner así fin al peligro del demonio sobre el planeta, y el del propio Satán, que busca a la chica para poseerla. Jericho, que intentará defender a Christine sobre todas las cosas, encontrará ayuda además de en su buen amigo y compañero Bobby Chicago (Kevin Pollak), en una parroquia local regida por el Padre Kovak (Rod Steiger).

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El guión plantea muchas dudas acerca de la existencia de Dios a pesar de dar credibilidad a la figura del diablo, y sitúa la fe en un lugar poco prestigioso que quiere demostrar que de poco sirve aferrarse a una creencia sin actuar. Con todo esto, el director Peter Hyams ("Manos sucias en la ciudad", "2010: Odisea dos"), que también se encarga de la fotografía de la película, consigue cumplir con el propósito de entretener desde el buen gusto, dejando por el camino algunos mensajes polémicos sobre las creencias religiosas y consiguiendo que su reparto lleve a cabo unas correctas interpretaciones de las que resalta el trabajo de Gabriel Byrne ("Muerte entre las flores"), gustan las apariciones de Rod Steiger y aprueba con mucha corrección el trabajo de Schwarzenegger (saga "Terminator"). La cinta no es otra película de acción descabezada más, pues sabe plantear bien su argumento, fallando en un a veces desproporcionado uso de efectos visuales.

John Debney ("La pasión de Cristo") lleva los compases de la banda sonora con unos temas místicos que se adaptan bien al mensaje apocalíptico de esta maltratada película que merece la oportunidad de ser vista sin estar llenos de prejuicios anteriores contra ella. No encontraremos una película que despunte en el género, ni una obra memorable, pero sí un grato entretenimiento muy bien ejecutado para sustituir nuestro aburrimiento por 121 minutos de cine de acción y fantástico.
1 de julio de 2011
32 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya pueden cantar los detractores misa en latín que el resultado que esta película ha profesado en mí seguirá siendo inalterable. Es una obra que engancha, emociona y se sigue con admiración incluso a través de unos años que no parecen haberla tratado demasiado mal, a pesar del oscuro rincón en el que ha sido enterrada. No sólo conserva el espíritu de las mejores cintas de acción de los años setenta siendo una obra de la década siguiente, sino que ofrece dentro de toda esa magnífica atmósfera todo un despliegue de absorbente acción, emociones e incluso cierta tensión por saber qué le puede pasar al protagonista en la escena sucesiva, pues éste no deja de coquetear con su detención o la muerte en no pocas ocasiones. Los principios morales o más bien la dominante ausencia de éstos son quizá el compromiso más fuerte en el que el director Georges Lautner (“Gángster a la fuerza“, 1963) mete a sus personajes, que deberán decidir si estar en el lado del bien, del mal, o en el de aquella persona que consideran su amigo, amante o simplemente, de confianza. La acción aquí no es gratuita, todo tiene su porqué y se desarrolla con un motivo lógico, nada me parece forzado y la historia se narra con fluidez a través de su ligero (más por lo cómodo que resulta verlo que por su duración) metraje.

Joss Beaumont (Jean-Paul Belmondo) es un agente especial del servicio secreto francés que se encuentra detenido en alguna parte de un pequeño país africano llamado Malagawi, acusado de intento de asesinato al presidente de esas tierras. Por motivos políticos, es recluido en un campo de prisioneros siendo condenado a trabajos forzosos a la espera de una decisión definitiva. Pero todo esto pretende ser pasajero, pues por su cabeza sólo pasa la idea de evasión para volar a Francia y, una vez allí, saldar las cuentas que correspondan con los responsables de su martirio. La cinta se envuelve entonces de una acción no continua pero sí bastante intensa cuando esta resulta protagonista, que nos lleva a descubrir cómo Beaumont pone en práctica todo lo aprendido durante su instrucción en los servicios secretos. Su audacia y sus infalibles métodos para camuflarse en público, sorprender al ajeno en cualquier lugar y momento, burlarse de quien pretenda o trabajar pareciendo estar en un equipo cuando se encuentra en una soledad casi absoluta son algunos de los aspectos que, con brillantez, han sabido reflejarse en el argumento.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Con las calles de París como protagonistas de este sólido thriller de acción, las interpretaciones juegan un papel fundamental en la credibilidad de esta historia. Jean-Paul Belmondo (“Al final de la escapada“, 1960) borda un papel extraordinario, con un trabajo que sinceramente me ha cautivado. Ha creado un personaje tan contundente, profesional y lleno de frialdad como a su vez buena persona, amante a dos bandas y comprometido con sus propias ideas. Su más inmediato perseguidor en esta película es el comisario Rosen, encarnado por un buen Robert Hossein (“Los unos y los otros“, 1981) que sin apenas mover un músculo de la cara convence con la personalidad que adquiere su personaje. El resto, en todo su conjunto, borda unas interpretaciones buenas que secundan con calidad el trabajo de los principales protagonistas. Algunos de ellos son Elisabeth Margoni, Jean-Louis Richard, Michael Beaune o la breve Cyrielle Clair. El inspector Farges, cuyo papel interpreta Bernard-Pierre Donnadieu, lleva la carga de las pizcas de humor que se introduce en el argumento, dando un grato resultado. Como contrapartida a todos los elogios ofrecidos a esta película, reprochar algunas de las peleas que se llevan a cabo durante algunas de las escenas, pues éstas son de las típicas en las que los puñetazos pasan a tres metros y los golpes delatan que su sonido se ha aumentado exageradamente. Aún así, es un aspecto que apenas ha hecho que me inmute y que generalmente no suele importarme, ya que lo relaciono con las técnicas que en esa época solía utilizarse en estas cuestiones.

Hablar de la música de esta obra es hablar de Ennio Morricone (“La desconocida“, 2006) y su maravilloso, mágico y trascendente “Chi mai”, cuyo sonido traspasa las barreras del cine hasta convertirse en una de las mejores composiciones creadas jamás para este. Su bella melodía recorre las entrañas de esta película engrandeciendo el conjunto, y la partitura de su tema central es tan poderosa que el director Georges Lautner cae incluso en el error de reproducirla demasiadas veces durante los primeros compases del metraje. Pasados los minutos, aprende que lo mucho cansa y el tema se dosifica apareciendo sólo cuando es indispensable. Una preciosidad de tema cuyo autor, Morricone, es sin duda uno de los padres de la buena relación entre música y escenas que existe en el cine. Aunque la fuerza de la banda sonora es muy poderosa, creo con humildad que la película tiene la calidad suficiente para saber sorprender sin necesidad de apoyos externos a su historia, es decir, que por muy buena que sea la música de Ennio Morricone, pienso que la obra, individualmente, resulta igual de magnífica.
28 de enero de 2013
48 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los más peligrosos narcotraficantes custodiado por el FBI logra zafarse de la seguridad durante un traslado a prisión, gracias a una impecable operación de su organización criminal. Su objetivo es huir a México, pero para ello deberá atravesar un pequeño y apacible pueblo, Sommerton. Hasta aquí todo parece salir sobre ruedas (nunca mejor dicho, ya que ese tramo es todo adrenalina automovilística) para Gabriel Cortez (Eduardo Noriega), pero no contaba con que el Sheriff de aquel lugar fuese Ray Owens (Arnold Schwarzenegger), un experimentado policía que tras una larga y ajetreada vida al servicio de la Ley en Los Ángeles, decidió pasarse a un puesto más tranquilo, como el que disfruta en esta apartada localidad fronteriza. Ahí es donde la película se convierte en el particular “Río Bravo” (1959) de Arnie, compartiendo el argumento de un Sheriff que deberá plantar cara a una amenaza que le supera en fuerza y número de hombres.

Vuelve Arnold Schwarzenegger (“Depredador“, 1987) y qué mejor manera de hacerlo que con un producto especialmente ajustado a su medida. Allá donde no puede llegar con sus 65 años, alcanzan sus compañeros de reparto, que se convierten en un apoyo muy efectivo. Casi todos ellos interpretan roles con alguna particularidad que hará que esbocemos un sonrisa, pero sin duda es Luis Guzmán (“Punch-Drunk Love“, 2002) en otra de sus brillantes apariciones, quien llena de carisma la pantalla con un personaje tan rocambolesco como campechano —de esos que producen empatía—, encabezando lo más llamativo de unos secundarios conscientes de que la auténtica estrella es Arnie, que aquí está inconmensurable moviéndose como nadie sobre el terreno que mejor conoce.

A Eduardo Noriega (“Blackthorn“, 2011) lo encuentro simplemente correcto. Su personaje me da igual: no me cuenta más que otros quemados estereotipos para esta clase de roles, y pienso que cualquier otro actor podría haber hecho el mismo trabajo, discreto y cumplidor. Probablemente esto sea por lo que ya he comentado: que todo está calculado para que brille Schwarzenegger, y quizá por ello la realización no quiso dibujar un villano tan oscuro y poderoso que pudiera hacerle demasiada sombra al protagonista. Eso, o es que el trabajo de Noriega es así de frío. Muy por encima de éste, me quedo con Forest Whitaker y su buena ejecución del rol de director de operaciones del FBI, muy enérgico, seguro y por tanto, convincente, un tipo de papel que no le es desconocido (véase “Última llamada“, 2002).

“The Last Stand” te acompaña durante todo su entretenidísimo metraje con un fluido y trepidante despliegue de acción en el que no se repara en medios, y que seguro hace las delicias de los aficionados a las buenas escenas de persecuciones y tiroteos. Sabe manejar su clímax, dejando lo mejor para el segundo tramo de la cinta y manteniéndonos activos con deliciosas pizcas de buen humor que en muchas ocasiones parodian intencionadamente el género en el que se incluye este film. Las influencias del western se evidencian hasta hacer de esta cinta una especie de western contemporáneo. La película, nada pretenciosa, divierte, engancha y deja buen cuerpo. Kim Ji-woon (“El bueno, el malo y el raro“, 2008) hace que todas las piezas encajen para que la maquinaria funcione, sin dejar cabos sueltos y ofreciendo un producto vertiginoso, desenfadado, directo y muy consciente de lo que es. Quien pretenda buscar aquí grandes enigmas sobre la vida y la muerte o un recital shakespeariano, que dé media vuelta y vuelva cuando quiera divertirse con el desenfado de una cinta que, si bien no derrocha originalidad (al menos en lo que a las escenas de acción se refiere) y tiene presentes multitud de clichés, demuestra que sabe luchar contra los prejuicios terminando una película fresca y con sello propio. Cuando un “más de lo mismo” puede ser mejor y, aunque suene paradójico, distinto.
15 de diciembre de 2009
45 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última obra del magistral director italiano Sergio Leone, además de la mejor. El inimitable realizador supo superarse a sí mismo, película tras película, comenzando discretamente con El coloso de rodas, pasando después a la gran reliquia del western conocida como la trilogía del dólar, seguida de la bellísima Hasta que llegó su hora. Se despidió del western con la desconocida para muchos ¡Agáchate, maldito!, la cinta antecesora de la que sería la obra maestra de Leone: Érase una vez en América.

Gigantesca dirección, descomunal fotografía, impresionante banda sonora (de las mejores de la historia del séptimo arte, compuesta por un tal Ennio Morricone). Y que historia. Sorprende como una película de tan larga duración (225 min.) no aburra en ningún momento, deleitándonos con la magnífica calidad que muestran todos y cada uno de sus fotogramas.

El argumento gira en torno a la vida de David Aaronson “Noodles”, un joven de origen judío que encabeza una pandilla formada por su nuevo amigo Max, además de sus otros tres colegas de siempre: Patsy, Cockeye y Dominic. Juntos y a pesar de su edad, se comportarán como auténticos gángsters de la época (principios del siglo XX) cometiendo todo tipo de fechorías en los suburbios de Manhattan, consiguiendo aumentar el poder de la banda hasta llegar a convertirse en unos verdaderos artistas del mundo de la delincuencia, mientras van pasando los años y aquellos que eran niños ya se han hecho hombres, en plena época de la Ley Seca.

Un film repleto de ternura, tristeza y hermosura, que parece varias películas en una sola, pues el amor es tan protagonista como el mensaje sobre la amistad que transmite, así como los negocios y el crimen organizado van por encima de todos los valores anteriores.

Todos los papeles están interpretados a la perfección: nadie sobra. Parecen haber nacido para protagonizar Érase una vez en América. Quien quisiera que fuese el director de casting acertó plenamente en la elección de tan exquisito plantel. Tan sobrecogedoras y bonitas son las actuaciones de la parte de la película en la que nuestros amigos judíos son unos niños, como las que después pasarán a interpretar los Robert De Niro, James Woods y compañía.

Obra maestra del cine, absolutamente imprescindible, que gusta hasta enamorar, emociona a la vez que enfría y embelesa hasta hacernos abrir la boca, cautivando nuestros sentidos.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para