You must be a loged user to know your affinity with German
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

6,6
1.451
8
22 de febrero de 2021
22 de febrero de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viy, espíritu del mal, es una adaptación del cuento homónimo de Nikolai Gógol dirigida por Georgi Kropachyov y Konstantin Yershov en 1967.
La trama de esta película sigue los pasos de Jomá Brut, un joven seminarista que se ve obligado a pasar tres noches rezando por el alma de una joven fallecida. Claro que la historia no es tan simple, dado que el seminarista fue el que había herido fatalmente a la joven días antes luego de que esta intentase embrujarlo. Entonces la "fallecida" intentará vengarse del protagonista a lo largo de las tres noches que, según la tradición ortodoxa, son parte necesaria de los últimos ritos.
Pese a haber sido promocionada como "la única película de terror filmada en la Unión Soviética", el tono de esta producción se inclina bastante fuertemente en favor de la comedia. El humor de la película no proviene de chistes en el guión sino de la representación de las costumbres de la Ucrania rural del siglo XIX, que conforma gran parte de la trama. Estos aspectos son tomados directamente del cuento de Gógol, conocido por el carácter social de su obra.
Incluso los momentos de terror, en los que el protagonista se ve obligado a pasar noches enteras en la capilla atrapado con la bruja vengativa, están grabados con un estilo bastante cómico que me recuerda a las mejores partes de Evil Dead 1 y 2. El parecido no se limita a lo similar de las premisas de estas películas, los efectos especiales empleados en esta producción también recuerdan a los de las producciones de San Remi: imaginativos, muy artesanales y dueños de una cualidad caricaturesca que no despierta tanto terror como ternura.
Además de los efectos especiales, notables para la época, se nota mucho cariño puesto en los decorados como el de la capilla donde transcurre la mayor parte de la acción. Otro aspecto a alabar es el hábil manejo de la cámara, que dota de dinamismo único a las escenas más tensas de la película.
En conclusión, Viy, espíritu del mal es un interesante fragmento de la historia del cine soviético. La recomiendo para todo el que esté interesado en el cine de esta región y periodo histórico, así como para los que disfruten del cine de terror o serie B y tengan ganas de ver algo un poco distinto.
La trama de esta película sigue los pasos de Jomá Brut, un joven seminarista que se ve obligado a pasar tres noches rezando por el alma de una joven fallecida. Claro que la historia no es tan simple, dado que el seminarista fue el que había herido fatalmente a la joven días antes luego de que esta intentase embrujarlo. Entonces la "fallecida" intentará vengarse del protagonista a lo largo de las tres noches que, según la tradición ortodoxa, son parte necesaria de los últimos ritos.
Pese a haber sido promocionada como "la única película de terror filmada en la Unión Soviética", el tono de esta producción se inclina bastante fuertemente en favor de la comedia. El humor de la película no proviene de chistes en el guión sino de la representación de las costumbres de la Ucrania rural del siglo XIX, que conforma gran parte de la trama. Estos aspectos son tomados directamente del cuento de Gógol, conocido por el carácter social de su obra.
Incluso los momentos de terror, en los que el protagonista se ve obligado a pasar noches enteras en la capilla atrapado con la bruja vengativa, están grabados con un estilo bastante cómico que me recuerda a las mejores partes de Evil Dead 1 y 2. El parecido no se limita a lo similar de las premisas de estas películas, los efectos especiales empleados en esta producción también recuerdan a los de las producciones de San Remi: imaginativos, muy artesanales y dueños de una cualidad caricaturesca que no despierta tanto terror como ternura.
Además de los efectos especiales, notables para la época, se nota mucho cariño puesto en los decorados como el de la capilla donde transcurre la mayor parte de la acción. Otro aspecto a alabar es el hábil manejo de la cámara, que dota de dinamismo único a las escenas más tensas de la película.
En conclusión, Viy, espíritu del mal es un interesante fragmento de la historia del cine soviético. La recomiendo para todo el que esté interesado en el cine de esta región y periodo histórico, así como para los que disfruten del cine de terror o serie B y tengan ganas de ver algo un poco distinto.

6,4
138
7
22 de febrero de 2021
22 de febrero de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Pibe Cabeza es una película del célebre Leopoldo Torre Nilsson. La década del 70 fue un punto de quiebre en la historia del cine, jóvenes directores de todo el mundo entraron en la industria con ansias de experimentar y cambiaron para siempre la forma de hacer películas. Esta revolución llegó a Argentina con un poco de retraso, de la mano de directores como Héctor Olivera o Adolfo Aristarain. Por lo demás, durante los años 70 el cine nacional se vio compuesto por películas producidas y escritas a la vieja usanza.
La producción que hoy nos compete no es excepción. Esta cuenta la vida y obra de uno de los criminales más infames de la Argentina de los años 30. Rogelio Gordillo, alias El Pibe Cabeza, fue un despiadado asaltante que, con ayuda de su banda de delincuentes, campó a sus anchas por las provincias de La Pampa, Buenos Aires y Córdoba. El relato detallado de la vida de este individuo escapa al alcance de esta reseña, lo único que mencionare al respecto es que el guión de la película cuenta una versión muy idealizada de la realidad.
La trama, muy inspirada en las películas clásicas de gangsters, cuenta los humildes comienzos y posterior ascenso del Pibe Cabeza y su banda de asaltantes. La historia elige centrarse mucho más en las tribulaciones internas del protagonista que en la naturaleza de los crímenes que cometía. Se nota la reticencia de la guionista a la hora de presentar al protagonista como un verdadero delincuente. Impresionan las medidas que se toman para presentar al Pibe como un héroe trágico, así como las decisiones morales que el guión le perdona. Parece que tomar a las mujeres por la fuerza era menos reprobable que el asesinato a sangre fría, eran otros tiempos, era el viejo cine.
La trama se mueve a muy buen ritmo. Hacia la segunda mitad del segundo acto la acción se vuelve un tanto reiterativa, hay múltiples escenas de asaltos y varios monólogos del protagonista que no varían mucho en contenido. Pero estos problemas nunca llegan a ralentizar la película al punto de volverla aburrida.
Desde el punto técnico la película es intachable. Está muy bien ambientada, con vestuario, autos y locaciones que pasan muy bien por las del período recreado. El reparto tampoco se queda atrás, encabezado por el legendario Alfredo Alcón, que encarna muy bien a esta versión del Pibe Cabeza. El resto de los actores se encuentra a la altura de las circunstancias, especialmente los miembros de la banda del Pibe, que logran diferenciarse muy bien uno del otro, tanto visualmente como en personalidad.
En conclusión, El Pibe Cabeza es un clásico del cine argentino; una de las últimas películas de una era que, en este rincón del mundo, se alargó un poco más de la cuenta. Pese a todos los defectos que mencioné la película sigue siendo llevadera, así que la recomiendo para cualquiera que esté dispuesto a abordarla con la cautela necesaria para disfrutar de un clásico un poco anticuado.
La producción que hoy nos compete no es excepción. Esta cuenta la vida y obra de uno de los criminales más infames de la Argentina de los años 30. Rogelio Gordillo, alias El Pibe Cabeza, fue un despiadado asaltante que, con ayuda de su banda de delincuentes, campó a sus anchas por las provincias de La Pampa, Buenos Aires y Córdoba. El relato detallado de la vida de este individuo escapa al alcance de esta reseña, lo único que mencionare al respecto es que el guión de la película cuenta una versión muy idealizada de la realidad.
La trama, muy inspirada en las películas clásicas de gangsters, cuenta los humildes comienzos y posterior ascenso del Pibe Cabeza y su banda de asaltantes. La historia elige centrarse mucho más en las tribulaciones internas del protagonista que en la naturaleza de los crímenes que cometía. Se nota la reticencia de la guionista a la hora de presentar al protagonista como un verdadero delincuente. Impresionan las medidas que se toman para presentar al Pibe como un héroe trágico, así como las decisiones morales que el guión le perdona. Parece que tomar a las mujeres por la fuerza era menos reprobable que el asesinato a sangre fría, eran otros tiempos, era el viejo cine.
La trama se mueve a muy buen ritmo. Hacia la segunda mitad del segundo acto la acción se vuelve un tanto reiterativa, hay múltiples escenas de asaltos y varios monólogos del protagonista que no varían mucho en contenido. Pero estos problemas nunca llegan a ralentizar la película al punto de volverla aburrida.
Desde el punto técnico la película es intachable. Está muy bien ambientada, con vestuario, autos y locaciones que pasan muy bien por las del período recreado. El reparto tampoco se queda atrás, encabezado por el legendario Alfredo Alcón, que encarna muy bien a esta versión del Pibe Cabeza. El resto de los actores se encuentra a la altura de las circunstancias, especialmente los miembros de la banda del Pibe, que logran diferenciarse muy bien uno del otro, tanto visualmente como en personalidad.
En conclusión, El Pibe Cabeza es un clásico del cine argentino; una de las últimas películas de una era que, en este rincón del mundo, se alargó un poco más de la cuenta. Pese a todos los defectos que mencioné la película sigue siendo llevadera, así que la recomiendo para cualquiera que esté dispuesto a abordarla con la cautela necesaria para disfrutar de un clásico un poco anticuado.
5
7 de octubre de 2020
7 de octubre de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La parte del león fue la primera película de Adolfo Aristarain. Con un marcado estilo de policial negro, esta fue la primera de varias películas que ayudaron al cine argentino a renovarse, poniéndose al día con el estilo y los temas que se abordaban en el cine internacional.
La trama sigue los pasos de Bruno, un hombre común que se encuentra una gran suma de dinero proveniente de un robo frustrado. Entonces, el protagonista se embarca en una carrera contra reloj para lavar el dinero y desaparecer antes de que los ladrones sean capaces de localizarlo.
Más allá de una ligera exploración de temas comunes al género tales como el precio de la dignidad, el guión de esta película es bastante simple. El resultado final es una película correcta pero insustancial, que cumple con todos los requisitos del policial negro pero sin mucho más para aportar.
El cast está conformado por algunos de los actores argentinos más cotizados del momento, como Julio De Grazia, Ulises Dumont y Luisina Brando. Por lo tanto, La mayoría de las interpretaciones son correctas. Un par de excepciones son un muy inexperto Julio Chávez, que en su intento de interpretar a un asesino sin remordimientos termina pareciendo un robot, y Luisina Brando, que debe sufrir la injusticia de interpretar el papel de tonta, con un inolvidablemente ridículo monólogo frente a Julio De Grazia.
En conclusión, La parte del león es la correcta opera prima de un director que mejoró notablemente a lo largo de su carrera. La recomiendo para quien esté interesado en la historia del cine argentino contemporáneo, pero me temo que los que estén buscando un policial negro saldrán de ver esta película con sabor a poco.
La trama sigue los pasos de Bruno, un hombre común que se encuentra una gran suma de dinero proveniente de un robo frustrado. Entonces, el protagonista se embarca en una carrera contra reloj para lavar el dinero y desaparecer antes de que los ladrones sean capaces de localizarlo.
Más allá de una ligera exploración de temas comunes al género tales como el precio de la dignidad, el guión de esta película es bastante simple. El resultado final es una película correcta pero insustancial, que cumple con todos los requisitos del policial negro pero sin mucho más para aportar.
El cast está conformado por algunos de los actores argentinos más cotizados del momento, como Julio De Grazia, Ulises Dumont y Luisina Brando. Por lo tanto, La mayoría de las interpretaciones son correctas. Un par de excepciones son un muy inexperto Julio Chávez, que en su intento de interpretar a un asesino sin remordimientos termina pareciendo un robot, y Luisina Brando, que debe sufrir la injusticia de interpretar el papel de tonta, con un inolvidablemente ridículo monólogo frente a Julio De Grazia.
En conclusión, La parte del león es la correcta opera prima de un director que mejoró notablemente a lo largo de su carrera. La recomiendo para quien esté interesado en la historia del cine argentino contemporáneo, pero me temo que los que estén buscando un policial negro saldrán de ver esta película con sabor a poco.
7
17 de septiembre de 2020
17 de septiembre de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ruleta rusa es una película dirigida por Aleksei Balabanov. Ésta explora las consecuencias socio económicas que tuvo la disolución de la unión soviética en la sociedad de Rusia.
Para quien no conozca la filmografía del director, ésta no es la primera vez que Balabanov aborda este tema. La gran mayoría de sus películas se centran en los problemas que enfrentó Rusia en la década del noventa, lo que diferencia a esta película del resto de su filmografía hasta la fecha es la crudeza y el cinismo con que se retrata la época.
El guión de esta película narra un día en la vida de dos matones que deben recuperar una gran suma de dinero para su jefe, un mafioso que controla la pequeña ciudad donde viven. La trama de la película se desarrolla de forma más bien lineal, seguiremos a nuestros protagonistas mientras recorren toda la ciudad tras el rastro del dinero robado, torturando y matando a todo el que se interponga en su camino con total impunidad.
La tesis de esta película es de todo menos sutil, a lo largo del viaje de los protagonistas seremos testigos de la total decadencia en la que se ve sumida la sociedad rusa. No me parece exagerado afirmar que todo el guión está construido como introducción para el remate que supone la escena final de la película, conecta la decadencia de los años noventa con la actualidad. Esta declaración final sirve como de broche de oro para la tesis del director, el presente y futuro de Rusia están condicionados por su desastroso pasado, no hay nada que hacer al respecto.
En conclusión, aunque respeto el derecho del director a expresar su forma de pensar y sentir, desearía que el desarrollo de la trama y los personajes no hubiese sufrido tanto en favor del mensaje de la película.
Para quien no conozca la filmografía del director, ésta no es la primera vez que Balabanov aborda este tema. La gran mayoría de sus películas se centran en los problemas que enfrentó Rusia en la década del noventa, lo que diferencia a esta película del resto de su filmografía hasta la fecha es la crudeza y el cinismo con que se retrata la época.
El guión de esta película narra un día en la vida de dos matones que deben recuperar una gran suma de dinero para su jefe, un mafioso que controla la pequeña ciudad donde viven. La trama de la película se desarrolla de forma más bien lineal, seguiremos a nuestros protagonistas mientras recorren toda la ciudad tras el rastro del dinero robado, torturando y matando a todo el que se interponga en su camino con total impunidad.
La tesis de esta película es de todo menos sutil, a lo largo del viaje de los protagonistas seremos testigos de la total decadencia en la que se ve sumida la sociedad rusa. No me parece exagerado afirmar que todo el guión está construido como introducción para el remate que supone la escena final de la película, conecta la decadencia de los años noventa con la actualidad. Esta declaración final sirve como de broche de oro para la tesis del director, el presente y futuro de Rusia están condicionados por su desastroso pasado, no hay nada que hacer al respecto.
En conclusión, aunque respeto el derecho del director a expresar su forma de pensar y sentir, desearía que el desarrollo de la trama y los personajes no hubiese sufrido tanto en favor del mensaje de la película.

6,2
255
3
11 de julio de 2021
11 de julio de 2021
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Stocker es una película del reconocido director ruso Aleksei Balabanov. Después de experimentar con distintos géneros el director vuelve a la carga con un thriller delictivo como los que lo lanzaron al estrellato ¿Estará a la altura de las circunstancias?
La trama sigue los pasos del carbonero (el título de la película, traducido al español, es "El Carbonero"), un viejo veterano de la guerra de Afganistan que pasa sus días alimentando la caldera de un decrépito edificio en San Petersburgo. Además de su monótono trabajo, el protagonista tiene una hija que solo lo visita para pedirle prestado dinero y un viejo amigo, compañero de guerra, que se aprovecha de sus calderas para deshacerse de los cuerpos de los hombres que asesina para la mafia. El carbonero es un hombre que se contenta con subsistir sin quejarse aunque lo ninguneen o aventajen, pero las acciones de su antiguo compañero le despertarán de su letargo.
Conociendo como conozco la filmografía de Balabanov esta película me dejó perplejo. Todos los elementos propios de su estilo de dirección están presentes pero se unen sin cohesión alguna, como si esta producción hubiese sido escrita y dirigida por una inteligencia artificial haciéndose pasar por Aleksei Balabanov.
Este director es conocido por sus guiones contemplativos, llenos de conversaciones "banales", y ritmo narrativo "relajado". Balabanov descompone sus historias en pequeñas escenas de la vida cotidiana que conforman un rompecabezas que el espectador debe armar. Con esto no me refiero a que sus guiones estén llenos de giros argumentales, sino que suele haber algún tipo de conclusión a extraer al final de sus películas, tristemente este no es el caso. Esta producción puede ser definida como banalidad en su peor expresión, quince de los ochenta minutos de metraje están dedicados a seguir a los personajes por las calles de San Petersburgo mientras caminan de un lado al otro, sin diálogo, solamente acompañados por la banda sonora.
Otra característica común de este director es su falta de aprensión a la hora de incluir desnudos en sus películas. Pero mientras que en el resto de sus producciones estos suelen estar justificados y acompañar al peso del guión aquí simplemente aparecen incluidos como por obligación contractual. Resulta verdaderamente chocante, no porque estas escenas resulten particularmente faltas de tacto, sino porque no sirven en nada a la trama y podrían ser eliminadas sin problemas.
Para completar la valoración del argumento, la trama en si es prácticamente inexistente. Los dos primeros actos tienen conexión prácticamente nula con el climax del tercero y, para colmo, ninguno de ellos resulta muy entretenido.
En conclusión, The Stocker es una película extraña, casi una parodia de las anteriores producciones de su director. Tristemente no puedo recomendarla, ni siquiera a los más fanáticos de Aleksei Balabanov.
La trama sigue los pasos del carbonero (el título de la película, traducido al español, es "El Carbonero"), un viejo veterano de la guerra de Afganistan que pasa sus días alimentando la caldera de un decrépito edificio en San Petersburgo. Además de su monótono trabajo, el protagonista tiene una hija que solo lo visita para pedirle prestado dinero y un viejo amigo, compañero de guerra, que se aprovecha de sus calderas para deshacerse de los cuerpos de los hombres que asesina para la mafia. El carbonero es un hombre que se contenta con subsistir sin quejarse aunque lo ninguneen o aventajen, pero las acciones de su antiguo compañero le despertarán de su letargo.
Conociendo como conozco la filmografía de Balabanov esta película me dejó perplejo. Todos los elementos propios de su estilo de dirección están presentes pero se unen sin cohesión alguna, como si esta producción hubiese sido escrita y dirigida por una inteligencia artificial haciéndose pasar por Aleksei Balabanov.
Este director es conocido por sus guiones contemplativos, llenos de conversaciones "banales", y ritmo narrativo "relajado". Balabanov descompone sus historias en pequeñas escenas de la vida cotidiana que conforman un rompecabezas que el espectador debe armar. Con esto no me refiero a que sus guiones estén llenos de giros argumentales, sino que suele haber algún tipo de conclusión a extraer al final de sus películas, tristemente este no es el caso. Esta producción puede ser definida como banalidad en su peor expresión, quince de los ochenta minutos de metraje están dedicados a seguir a los personajes por las calles de San Petersburgo mientras caminan de un lado al otro, sin diálogo, solamente acompañados por la banda sonora.
Otra característica común de este director es su falta de aprensión a la hora de incluir desnudos en sus películas. Pero mientras que en el resto de sus producciones estos suelen estar justificados y acompañar al peso del guión aquí simplemente aparecen incluidos como por obligación contractual. Resulta verdaderamente chocante, no porque estas escenas resulten particularmente faltas de tacto, sino porque no sirven en nada a la trama y podrían ser eliminadas sin problemas.
Para completar la valoración del argumento, la trama en si es prácticamente inexistente. Los dos primeros actos tienen conexión prácticamente nula con el climax del tercero y, para colmo, ninguno de ellos resulta muy entretenido.
En conclusión, The Stocker es una película extraña, casi una parodia de las anteriores producciones de su director. Tristemente no puedo recomendarla, ni siquiera a los más fanáticos de Aleksei Balabanov.
Más sobre German
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here