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7,4
4.941
8
30 de septiembre de 2019
30 de septiembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es un espejo donde el otro no existe, es ese reflejo de una parte de ti de la que has de aprender. Eso le sucede al joven y caprichoso príncipe de un castillo encantado por una bruja, un joven que no deja de mirarse vanidosamente y poder descubrir su belleza interna.
El amor, aquello que hace que un hombre feo se vuelva guapo. Aquel amor que tal vez una madre no supo dar, urge menester de un niño que ahora castigado por su monstruosidad ha de encontrarlo con ésta exteriorizada y maldita en su rostro y cuerpo. Un amor que depende de su interior para transformarse. Bien podría ser Bella un simple reflejo de su propia belleza castigada para poder aprender dónde colocar ese lado de él que se niega a ver. Nos educan en la monstruosidad, el adoctrinamiento, sobre todo a los príncipes que futuros reyes se aferrarán a la falsa idea de ser superiores, y no hay nada más feo que la prepotencia. El espejo que recibe de regalo no es más que la lección de aprender a amar su oscuridad mirándose para no olvidar en lo que se ha transformado, y al mismo tiempo pueda ver el mundo que su fealdad no le deja vivir, ese mundo que se pierde por no amar su otro rostro. La figura de la hechicera, es la simbología de la mujer sabia, la mujer que sana a través de sus dones, y aunque ello parezca castigo, no es más que la oportunidad para dejar salir el príncipe benevolente que en su esencia esconde. Todos tenemos una bestia dentro, una bestia fea y sucia a la que no nos gusta mirar, una bestia temerosa de sí misma, y del mundo, pero hay que sacarla a ese mundo y enseñársela, sin miedo, abrazándola, para así metamorfosearnos, De un mundo lleno de prejuicios en contra de nuestra totalidad, nuestra luz y nuestra oscuridad, un mundo que sólo acepta el lado bien de la gente, lo políticamente correcto.
Si el papel de Bella en todo este cuento fuera sólo la consciencia de Bestia para hacerle ver, que también es un ser con capacidad de amar, de cuidar y proteger, es probable que si decidimos darle la vuelta a la tortilla, podamos ver exactamente la misma historia, pero inversamente. La historia de Bella y Bestia no es más que un ambigrama. Bella no es capaz de amar a un monstruo, su monstruo y cuando consigue amar ese lado oscuro suyo es cuando se transforma y se sana de la malición, de hecho, me parece mucho más interesante desde la perspectiva analítica de Bella. Amarse a uno mismo (y en consecuencia amar a alguien como efecto colateral) no es más que el resultado del éxito y el triunfo en una vida colmada de abundancia en todos los aspectos.
Para más críticas en instagram: @risard_egoteabsorbo
El amor, aquello que hace que un hombre feo se vuelva guapo. Aquel amor que tal vez una madre no supo dar, urge menester de un niño que ahora castigado por su monstruosidad ha de encontrarlo con ésta exteriorizada y maldita en su rostro y cuerpo. Un amor que depende de su interior para transformarse. Bien podría ser Bella un simple reflejo de su propia belleza castigada para poder aprender dónde colocar ese lado de él que se niega a ver. Nos educan en la monstruosidad, el adoctrinamiento, sobre todo a los príncipes que futuros reyes se aferrarán a la falsa idea de ser superiores, y no hay nada más feo que la prepotencia. El espejo que recibe de regalo no es más que la lección de aprender a amar su oscuridad mirándose para no olvidar en lo que se ha transformado, y al mismo tiempo pueda ver el mundo que su fealdad no le deja vivir, ese mundo que se pierde por no amar su otro rostro. La figura de la hechicera, es la simbología de la mujer sabia, la mujer que sana a través de sus dones, y aunque ello parezca castigo, no es más que la oportunidad para dejar salir el príncipe benevolente que en su esencia esconde. Todos tenemos una bestia dentro, una bestia fea y sucia a la que no nos gusta mirar, una bestia temerosa de sí misma, y del mundo, pero hay que sacarla a ese mundo y enseñársela, sin miedo, abrazándola, para así metamorfosearnos, De un mundo lleno de prejuicios en contra de nuestra totalidad, nuestra luz y nuestra oscuridad, un mundo que sólo acepta el lado bien de la gente, lo políticamente correcto.
Si el papel de Bella en todo este cuento fuera sólo la consciencia de Bestia para hacerle ver, que también es un ser con capacidad de amar, de cuidar y proteger, es probable que si decidimos darle la vuelta a la tortilla, podamos ver exactamente la misma historia, pero inversamente. La historia de Bella y Bestia no es más que un ambigrama. Bella no es capaz de amar a un monstruo, su monstruo y cuando consigue amar ese lado oscuro suyo es cuando se transforma y se sana de la malición, de hecho, me parece mucho más interesante desde la perspectiva analítica de Bella. Amarse a uno mismo (y en consecuencia amar a alguien como efecto colateral) no es más que el resultado del éxito y el triunfo en una vida colmada de abundancia en todos los aspectos.
Para más críticas en instagram: @risard_egoteabsorbo
29 de junio de 2020
29 de junio de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dicen que es la mejor película gay del año. En primer lugar la etiqueta gay sobra, ¿venimos a contar historias o modas? Este cutre-film parece pretender inflar el catálogo LGTBI de las plataformas para que todos veamos lo tolerantes, modernos y guais que está siendo el cine, cuando no es más que puro márqueting de contenido vacuo. Es, y con todo el atrevimiento lo digo, la peor película "gay" que un servidor haya visto. Mal gestionado el tempo narrativo, mal interpretada, obviamente, mal montada y dirigida, y para rematar un guion endeble. No se sostiene por ningún lado, ni su protagonista transmite nada creíble (ya que al secundario deberían recomendarle dejar de intentar actuar, o al menos estudiar, y más si ya lo hizo)
No merece dedicarle muchas más palabras, simplemente, dejaros un par de títulos para que disfrutéis de cine de calidad:
Tierra de Dios (Francis Lee)
Week-End (Andrew Haigh)
Contracorriente (Javier Fuentes-León)
Para más críticas y recomendaciones en instagram; @risard_egoteabsorbo
No merece dedicarle muchas más palabras, simplemente, dejaros un par de títulos para que disfrutéis de cine de calidad:
Tierra de Dios (Francis Lee)
Week-End (Andrew Haigh)
Contracorriente (Javier Fuentes-León)
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7,2
39.146
7
4 de diciembre de 2019
4 de diciembre de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Redención, mafia y testosterona, la especialidad de Scorsese mezclado de nuevo con unos ingredientes como Pacino, De Niro y Pesci. ¿Qué podría salir mal? Nada, ni el exceso de metraje se le puede reprochar. Estamos delante de una de sus mayores obras, desde 'Infiltrados' o 'Shutter island' que un servidor no disfrutaba tan gratamente de un film del maestro.
El irlandés es un homenaje al paso del tiempo, a sus magnánimas obras de mafiosos, marcando una evolución desde 'Malas calles' hasta 'Uno de los nuestros' o 'Casino'. Mostrándonos a sus actores fetiches en estado de gracia y madurez, donde todo se apaga, se funeraliza. La madurez de sus protagonistas parece la madurez de sus antiguos personajes, parece el cierre de un ciclo. Sus protagonisas están todos magnánimos, desde el escueto y breve Keitel, el desenfrenado Pacino, hasta el comedido Pesci. DeNiro, se desborda en la sencillez y humildad, algo a lo que no nos tenía acostumbrados.
Scorsese viaja constantemente en el tiempo sin dar más peso a un tiempo que a otro. Entrelaza momentos y sentimientos encontrados a lo largo de su narrativa donde no hay cabida para el arrepentimiento, pero donde todo gira alrededor de la redención. Esa es la búsqueda final de su protagonista al narrarnos su historia. Es consciente de la necesidad de traición para ascender a sus ambiciones, y que arrepentirse no aportará nada más que entorpecer su ascenso. Así que decide llegar al final para asumir su responsabilidad. La política y el crimen se abrazan creando un ola que arrasará hasta los Kennedy, creando un bloque temporal que se contiene sin desbordarse y sosteniendo tal vez el film más redondo de su director. Su protagonista mantiene su fidelidad a la familia y la amistad, la lealtad a los suyos, como la mayoría de mafiosos, pero no obstante languidece solitario en su residencia preguntándose, por qué.
La helada interpretación de Anna Paquin cabe ser destacada pese a su brevedad, pues los silencios son los momentos más difíciles de interpretar, y ella borda esos momentos, no es de extrañar que con once años ganara su primer Oscar como actriz secundaria. Mucho se habla de su escaso silencio en el film, pero precisamente lo que su director quiere remarcar es cómo el mayor castigo que da una mujer, es la retirada de la palabra, la frialdad, oponiéndose a su propia naturaleza. DeNiro brilla con llaneza, pero brilla, y el señor Martin redondea su mejor película en mucho tiempo. La mafia más sobria, pero sin dejar de ser mafia. Planos que recuerdan a sus anteriores films, pero con una luz más discreta y seria, sin excesos. Si decidiera retirarse, cerraría su filmografía con el broche de oro, bravo señor Scorsese, bravo.
Para má críticas en instagram @risard_egoteabsorbo
El irlandés es un homenaje al paso del tiempo, a sus magnánimas obras de mafiosos, marcando una evolución desde 'Malas calles' hasta 'Uno de los nuestros' o 'Casino'. Mostrándonos a sus actores fetiches en estado de gracia y madurez, donde todo se apaga, se funeraliza. La madurez de sus protagonistas parece la madurez de sus antiguos personajes, parece el cierre de un ciclo. Sus protagonisas están todos magnánimos, desde el escueto y breve Keitel, el desenfrenado Pacino, hasta el comedido Pesci. DeNiro, se desborda en la sencillez y humildad, algo a lo que no nos tenía acostumbrados.
Scorsese viaja constantemente en el tiempo sin dar más peso a un tiempo que a otro. Entrelaza momentos y sentimientos encontrados a lo largo de su narrativa donde no hay cabida para el arrepentimiento, pero donde todo gira alrededor de la redención. Esa es la búsqueda final de su protagonista al narrarnos su historia. Es consciente de la necesidad de traición para ascender a sus ambiciones, y que arrepentirse no aportará nada más que entorpecer su ascenso. Así que decide llegar al final para asumir su responsabilidad. La política y el crimen se abrazan creando un ola que arrasará hasta los Kennedy, creando un bloque temporal que se contiene sin desbordarse y sosteniendo tal vez el film más redondo de su director. Su protagonista mantiene su fidelidad a la familia y la amistad, la lealtad a los suyos, como la mayoría de mafiosos, pero no obstante languidece solitario en su residencia preguntándose, por qué.
La helada interpretación de Anna Paquin cabe ser destacada pese a su brevedad, pues los silencios son los momentos más difíciles de interpretar, y ella borda esos momentos, no es de extrañar que con once años ganara su primer Oscar como actriz secundaria. Mucho se habla de su escaso silencio en el film, pero precisamente lo que su director quiere remarcar es cómo el mayor castigo que da una mujer, es la retirada de la palabra, la frialdad, oponiéndose a su propia naturaleza. DeNiro brilla con llaneza, pero brilla, y el señor Martin redondea su mejor película en mucho tiempo. La mafia más sobria, pero sin dejar de ser mafia. Planos que recuerdan a sus anteriores films, pero con una luz más discreta y seria, sin excesos. Si decidiera retirarse, cerraría su filmografía con el broche de oro, bravo señor Scorsese, bravo.
Para má críticas en instagram @risard_egoteabsorbo
17 de noviembre de 2019
17 de noviembre de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La facilona intencionalidad del hermano más productivo de los Farrelly, nos deja con una historia fácil de encajar en cualquier sesión de tarde televisiva para mentes poco exigentes o temporalmente resacosas. Edulcorada para tener buen sabor de boca pero que deja una sensación un poco indigesta, y os diré porqué.
La visión de su señor director nos revoca una época cruda para muchos sectores pero decide contarla desde la visión más políticamente correcta para así poder arrasar en galardones tan moñas como el preciado y sobrevalorado Oscar. Es una historia que se presume de sentimentalismo barato, de facilona verborrea propagandística de una ideología que por muy correcta que nos parezca, está adornada con dulces que le restan la realidad que es, disfrazándola de árbol navideño, dejando en ridículo su propia (buena) intencionalidad.
Protagonizada por un Viggo Mortensen que se nos impone como el gran actor que es, acompañado por un Mahershala Ali que pese a ser un buen actor, puede que haya sido un poco sobrevalorado en su premiado personaje, (parece ser que la Academia le gusta hacer repetir injustificadamente como ya hicieron con Christoph Waltz en 'Django desencadenado' cuando el premiado debió ser su compañero DiCaprio, para así demostrar lo tolerantes que son con los intérpretes negros, como aquel regodeo de Washington y Berry en los premios del 2001). Más allá de premios exageradamente reconocidos, el trabajo y la complicidad de ambos intérpretes es excelente, es la marca que lo diferencia de un telefilm.
Su resultado es tan liviano que uno se queda igual habiéndola visto, que sin haberlo hecho, nos querían colar un 'Paseando a Miss Daisy 2.0' y nos la hemos tragado, pero por suerte algunos lo vemos venir y no nos la cuelan como la alabada obra que no es. Cuando uno ve que las buenas intenciones sólo crean ñoñerías inofensivas, planas y blandas, termina por aburrirse del buenismo y de lo correcto, para irse a buscar a Haneke, Lynch, Noé o Aronofsky, y que nos sacudan el cerebro de vez en cuando. No es mala, pero tampoco es buena, y es lo peor que le puede pasar a una obra, quedarse en el dintel, porque ahí es donde todo se olvida. Yo estoy a punto de olvidarla, en tres, dos, uno...
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
La visión de su señor director nos revoca una época cruda para muchos sectores pero decide contarla desde la visión más políticamente correcta para así poder arrasar en galardones tan moñas como el preciado y sobrevalorado Oscar. Es una historia que se presume de sentimentalismo barato, de facilona verborrea propagandística de una ideología que por muy correcta que nos parezca, está adornada con dulces que le restan la realidad que es, disfrazándola de árbol navideño, dejando en ridículo su propia (buena) intencionalidad.
Protagonizada por un Viggo Mortensen que se nos impone como el gran actor que es, acompañado por un Mahershala Ali que pese a ser un buen actor, puede que haya sido un poco sobrevalorado en su premiado personaje, (parece ser que la Academia le gusta hacer repetir injustificadamente como ya hicieron con Christoph Waltz en 'Django desencadenado' cuando el premiado debió ser su compañero DiCaprio, para así demostrar lo tolerantes que son con los intérpretes negros, como aquel regodeo de Washington y Berry en los premios del 2001). Más allá de premios exageradamente reconocidos, el trabajo y la complicidad de ambos intérpretes es excelente, es la marca que lo diferencia de un telefilm.
Su resultado es tan liviano que uno se queda igual habiéndola visto, que sin haberlo hecho, nos querían colar un 'Paseando a Miss Daisy 2.0' y nos la hemos tragado, pero por suerte algunos lo vemos venir y no nos la cuelan como la alabada obra que no es. Cuando uno ve que las buenas intenciones sólo crean ñoñerías inofensivas, planas y blandas, termina por aburrirse del buenismo y de lo correcto, para irse a buscar a Haneke, Lynch, Noé o Aronofsky, y que nos sacudan el cerebro de vez en cuando. No es mala, pero tampoco es buena, y es lo peor que le puede pasar a una obra, quedarse en el dintel, porque ahí es donde todo se olvida. Yo estoy a punto de olvidarla, en tres, dos, uno...
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo

7,3
61.129
9
22 de septiembre de 2019
22 de septiembre de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy difícil es la laboriosidad de la belleza en un film de terror. Debe ser el toque romántico que embellece las escenas, impactantes cuanto menos, de una genialidad venida del frío norte. Alfredson cose con hilo fino una hermosa historia de amor bastante adulta para ser infantil.
Hay veces que los niños poseen una madurez intelectual y emocional que pocos adultos alcanzan, y Oskar lo demuestra ante la sospecha de que su vecina es una vampiresa de la cual se enamora. Ante el acoso sufrido en la escuela consigue refugiarse en una nueva y extraña amistad. La parábola se desarrolla a su propio ritmo, con planos hipnotizantes de extrema belleza nórdica, sin dejar de lado la calidez sangrante de una relación de amor (y alimento).
La capacidad de superar el miedo a través del amor del joven protagonista hacia su antagónica, es una linda lección de incondicionalidad en temas amorosos. Oskar, pese al titubeo y duda ante la presencia de su misteriosa vecina, no puede evitar dejarla entrar, pues el cuidado y la protección que ésta le otorga, es la que se ausenta de forma parental. Ante la falta de protección fraternal y confianza propia, que no deja de ser una falta de educación por parte de unos padres inseguros que heredan y delegan ese mismo sentimiento en sus hijos, para plantar cara sus propios conflictos de forma ingeniosa, ya que no ruda, termina por ser su sanguinaria amante la que tome las riendas de la venganza. En este film no hay erotismo romántico, es un Drácula inverso sin erótica ni exagerado romanticismo. Es una extraña relación de amor monstruosamente leal y sincero, que embaucará a creyentes y agnósticos.
Estamos delante de uno de los mejores films de terror de los últimos tiempos, aunque despierte más romanticismo que miedo, pues el amor, como decía el príncipe Vlad, nunca muere, en cambio el miedo sí, el miedo muere asesinado por el amor.
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
Hay veces que los niños poseen una madurez intelectual y emocional que pocos adultos alcanzan, y Oskar lo demuestra ante la sospecha de que su vecina es una vampiresa de la cual se enamora. Ante el acoso sufrido en la escuela consigue refugiarse en una nueva y extraña amistad. La parábola se desarrolla a su propio ritmo, con planos hipnotizantes de extrema belleza nórdica, sin dejar de lado la calidez sangrante de una relación de amor (y alimento).
La capacidad de superar el miedo a través del amor del joven protagonista hacia su antagónica, es una linda lección de incondicionalidad en temas amorosos. Oskar, pese al titubeo y duda ante la presencia de su misteriosa vecina, no puede evitar dejarla entrar, pues el cuidado y la protección que ésta le otorga, es la que se ausenta de forma parental. Ante la falta de protección fraternal y confianza propia, que no deja de ser una falta de educación por parte de unos padres inseguros que heredan y delegan ese mismo sentimiento en sus hijos, para plantar cara sus propios conflictos de forma ingeniosa, ya que no ruda, termina por ser su sanguinaria amante la que tome las riendas de la venganza. En este film no hay erotismo romántico, es un Drácula inverso sin erótica ni exagerado romanticismo. Es una extraña relación de amor monstruosamente leal y sincero, que embaucará a creyentes y agnósticos.
Estamos delante de uno de los mejores films de terror de los últimos tiempos, aunque despierte más romanticismo que miedo, pues el amor, como decía el príncipe Vlad, nunca muere, en cambio el miedo sí, el miedo muere asesinado por el amor.
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