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Críticas 60
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
4
30 de noviembre de 2014
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la eterna maldición, cuando el chiste asoma en un personaje puntual, sin lugar a dudas hace mucha más gracia que al ponerlo de protagonista. Es la escasez, el anhelo de verlo otra vez, la puntualidad británica con la frase perfecta para luego salir de plano y quedarse intacto como ese nombre que nos ha hecho reír tanto. No da tiempo a que se desgaste.

Los cuatro pinguinos de las saga Madagascar eran perfectos en sus papeles: esporádicos, chispeantes, siempre a punto para el último gag cuando el resto fallaba. La gracia de conocerse todos sus ticks hacía que la sonrisa comenzara nada más entraran en plano, sabiendo que no durarían más en pantalla.

Sin embargo el exceso es la madre de Hollywood. No sólo les dotaron de una serie de televisión (que no entraré a valorar), sino que ahora coronan a los tan famosos pinguinos con su propia película. Y el exceso, tan habitual en Dreamworks, termina por envenenar un chiste de hora y media. Ya no hay donde refugiarse para echar de menos a los cómicos, todo lo acaparan y lo inflan hasta reventar y se quedarse en los huesos.

Es difícil frenar la codicia de rescatar a personajes tan queridos para que bailen hasta caer exhaustos. Sinceramente, estos simpáticos personajes se merecían algo más elaborado, pero la prudencia nunca ha sido el fuerte de Dreamworks, empresa más bien dada a explotar hasta la extenuación todo lo que toca: secuela tras secuela, series de televisión, cortometrajes, todos contando lo mismo una y otra vez.

A los pinguinos de Madagascar les falta gracia y les sobra tiempo. Es un producto perezoso desde el principio, desde su mera concepción, y termina como un capítulo de televisión, en su acepción más dominguera. Una lástima, de verdad.
22 de junio de 2013
74 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un argumento sólido se construye sin que veamos el esqueleto que lo sustenta, te deja llevar y, como las vías del tren, si hay fisuras simplemente se nota. Pues bien, esta película descarrila apenas despegar y las bofetadas de un guión marcadamente infantiliode en su planteamiento hace pensar que fue escrito sin demasiada conciencia de lo que es una historia. Ni bien ni mal contada, simplemente de lo que es una historia.

No ahondaré en resúmenes o sinopsis del argumento, dado que podría llevar a engaño. Tal y como hace la propia película. El argumento, en verdad, es una inmenso e intragable macguffin que se hincha cada vez más para explotar con cada giro de guión, o en este caso, con cada torcedura de tobillo.

Poco queda por decir cuando lo esencial de una película, su alma, su motivo de ser, el argumento, es de una pobreza tal que mendiga pidiendo clemencia a medida que avanza el metraje. Vergüenza ajena en diálogos supuestamente adultos e intelectuales que se desenvuelven como papel de regalo estridente que no esconde nada debajo. Giros argumentales que no sirven más que para que dejar en evidencia la falta de ideas. Explicaciones inverosímiles para tapar con arena agujeros en la trama que quedan, todos y cada uno, expuestos al aire. Una construcción de matrioskas donde al final ya nada importa, detrás un nuevo giro, habrá otra sorpresa difícil de creer, así hasta llegar al final de la película, cuando ya todo te da completamente igual.

El resultado solo puedo considerarlo de estafa. Intelectual y económica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A continuación, agujeros de gruyer en el argumento más llamativos (todos me es físicamente imposible) en orden de más tolerables a "qué narices hago en esta sala de cine":

-El plan para robar el cuadro es en sí mismo bastante pobre, pero funciona como escena. Con todo, uno de los atracadores se hace confundir entre el público asistente echándose gas lacrimógeno encima. ¿El motivo? Nunca se explica.

-Una furgoneta llena con matones de videojuego custodia la sala de subastas en caso de que las cosas se compliquen. No tienen conductor. Si alguien obstruye la salida trasera de la furgoneta no pueden salir. Aleluya, hermano.

-De todas las clínicas de hipnosis, de todo el mundo, ha tenido que venir al mío. Justo lo que el guión necesitaba, fíjate tú que casualidades tan oportunas.

-Hola, soy capaz de conducir una furgoneta que atropelle a un tipo que a su vez se lleve por delante un coche en llamas que justo pase por una puerta de salida y frenar a escasos centímetros de caerme al mar. Me saqué el carné de conducir a la primera y freno así en todos los stops.

-Y bueno, como no, la explicación final, el pastel, la guinda de la crema de la cremal, el subidón, el último escalón antes de gritar de éxtasis: el final. Madre del amor hermoso, no sé si seré capaz de contener los improperios o la risa, o todo a la vez, pero lo voy a intentar:

Resulta que el protagonista es hipnotizado para, atención, entre otras muchas cosas (barrer la casa, olvidarme, hacer un sudoku) robar un cuadro. Ahí es nada. Pues bien, el hipnotizado roba el cuadro, pero ojo, no lo hace bajo la influencia de una orden, lo hace para saldar una cuenta... ¿como? Sí, sí, es que en la hipnosis también le debió añadir eso de "y juega hasta quedarte en calzoncillos y luego robas un cuadro". Ah, vale, si es así.... Pues no, no es así. Pero es igual, en esta parte sobran explicaciones, ¿para qué?

Así pues,efectivamente,el protagonista de la historia roba un cuadro. Pero es que traiciona a quienes le habían ayudado a robar el cuadro para quedárselo él. Espera, espera, espera... ¿pero todo eso se lo dijo en las sesiones hipnosis? No. Según la película la hipnotizadora solo le dice que tiene que robar un cuadro. Cosa que hace. Y una vez hecho, lo vuelve a robar. ¿El motivo? Nunca se explica.Puede que en su casa tuviera una pared vacía con algún poster del playboy de 1984 y quería renovar la decoración. Todo es posible ya que la película jamás explica los motivos que llevan al protagonista a ponerse una soga al cuello.

Con lo que uno, dado que no hay respuestas, se pregunta: ¿Acaso no quería el protagonista saldar su deuda con el robo del cuadro?¿Qué le impulsa a traicionar a unos tipos que le han salvado el pellejo a cambio de ayudarles a robar un cuadro? Es más, ¿qué le lleva a ir más allá de las órdenes dichas por la hipnotizadora? Pues simplemente ni se explica, ni se sabe, ni importa. Porque a esas alturas de la película ya daba todo exactamente igual.

Aun esperaba ver una escena en la que el protagonista despertaba de una sesión de hipnosis y resultaba ser Elvis antes de una actuación en Las Vegas.

Mira, al menos así me habría reído.
11 de febrero de 2024
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
La decadencia del señor Lanthimos a los infiernos del cine más comercial ha tenido consecuencias inesperadas para quien escribe. Si bien se me anticipaba como su película más plana, no esperaba, desde luego, ver semejante defensa de la prostitución de forma tan llana y con tanta crudeza, así como la exposición argumental del "feminismo" liberal, aquel que entiende la libertad para ser producto de comercio; léase vientres de alquiler, prostitución y demás lindezas. Lo que viene siendo una defensa de la libertad del rico sobre el pobre. ¿Recuerdas eso, Yorgos? Sí, la vieja lucha de clases que no se puede entender sin una perspectiva de género ni de raza.

Está claro que el director se ha tenido que quedar encantado consigo mismo soltando semejantes ocurrencias del patriarcado más senil. Pero no lo hace por desconocimiento, sino por todo lo contrario; él es parte del problema y este es su modo de disimularlo. Y es que semejante ignorancia y ceguera es activa, perseguida y buscada. En verdad no defiende la prostitución, lo hace de los puteros bajo el emblema de la puta feliz y voluntaria mientras ignora todo el sistema de violencia que hay detrás. Un tropo machista y nauseabundo donde hombres como Yorgos se revuelcan a placer.

En el fondo es bueno que se expongan, uno menos en la lista dejando hueco para otro cine que ver.
8 de diciembre de 2023
43 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremenda pedantería de dos horas que trata de intrigarnos con inexistente argumento, razones o motivos para el más mínimo interés. "Aburrida" no empieza a describir el soporífero y perezoso sentimiento que despierta está película.

El metraje se cree mucho más inteligente de lo que realmente es y, lo que es peor, es que nadie se lo ha dicho, así que ahí sigue, con personajes hablando de cómo hacer huevos benedictinos en medio de un apocalipsis. Oh, realmente interesante, por supuesto, claro que sí, no como por ejemplo saber como vamos a conseguir comida ¡A nadie le importa eso! Y de postre un número musical, está película lo tiene todo, pero en el lado equivocado.

Los actores hacen lo que pueden pero su papel se convierte en irrelevante a medida que avanza la supuesta trama, que ni está ni se la espera.

Y es que el argumento, manido hasta las náuseas en la cultura pop, no necesita otra aburrida copia de sí misma si no tienes nada nuevo que aportar, como por ejemplo, una idea mínimamente ingeniosa o por lo menos entretenida.

Por supuesto hablar de todos y cada uno de los agujeros en el guión requeriría un esfuerzo inmenso que no estoy dispuesto a pagar: prestar la suficiente atención a la película. Antes escribo una reseña de cómo se seca la pintura de la pared.

A todo esto, como si fuera poco, debemos sumar la innecesaria duración de este engendro del aburrimiento, siguiendo la estela de que las películas deben durar más de 90 minutos. Y matemáticamente si una película es mala, cuanto más dura peor es. Creedme, la percepción del tiempo en el universo aburrimiento que supone este film atraviesa capas de realidad y te sitúa en un futuro que nunca pensaste ver: los créditos finales.

Por suerte, para entonces eres mejor persona y con un deber para la humanidad: advertir a los incautos.

De verdad: pasead al perro, freíros una tortilla, haced un curso de ganchillo; todo será más práctico que estar sentado frente a la pantalla viendo cómo Julia Roberts intenta ganar un Óscar o pagar su quinta hipoteca. Nunca lo sabremos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un plano secuencia más pasando por una ventana y soy yo el que salta por una.
8 de octubre de 2016
65 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Un francés, un inglés, un alemán y un español entran en un bar y el camarero dice: "Los del chiste, fuera del bar"». Este chiste se burla a su vez de los chistes que usaban el cliché barato como fuente de humor. Y es que el humor, más que límites, tiene un lugar en el espacio y toda la gracia depende de su posición y su dirección. Si el humor viene de arriba a abajo, es un acto de poder, sumisión y violencia. Si el humor viene de abajo a arriba es un acto de rebeldía, liberación y deshago. En otras palabras, que el actor Mickey Rooney hiciera una interpretación supuestamente simpática de un asiático lo convierte en racismo.

A día de hoy se defendería la actuación de Rooney en clave de "políticamente incorrecto", que no es más que otro modo de disfrazar un privilegio. El "yellow face" de entonces es el "políticamente incorrecto" de ahora.

En la película que nos concierne esto sucede de forma constante. Los alimentos catalogados por nacionalidades extranjeras desde el punto de vista estadounidense tiran de todos los estereotipos posibles, incapaces de mirarse ellos mismos en ninguno. La parodia está en el resto: mexicanos, chinos, alemanes, todos recurren al cliché más grotescos, menos los propios americanos, que no tienen cliché, estereotipo, burla, pantomima o referencia cultural pisoteada. El chiste está en los demás. En todos los demás, pero jamás en mí.

Como he dicho, el humor no tiene límites, tiene un lugar en el espacio. Desde arriba dibujan una caricatura grotesca de todos los que están por debajo; la cultura dominante (estadounidense) se ríe del resto de estereotipos. Es un "yellow face" de proporciones épicas.

Por si esto fuera poco, que no lo es, la película apenas otro sustento salvo en el humor adolescente de acné tardío; pinceladas de brocha gorda sobre el sexo, lenguaje de bar de madrugada y violencia de guardería.

El conjunto final no es más que un chiste verde, más por lo rancio que por lo prohibido.
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