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5,5
129
4
28 de marzo de 2025
28 de marzo de 2025
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dura 75 minutos y se agradece la brevedad.
“Mgm presents GRETA GARBO in Clarence Brown production of Romance”
Así se presenta la película. Las letras de la Garbo, mucho más grandes que el resto, incluido el propio título. Vestuario de Adrián numeroso y cambiante. En cada secuencia ella aparece con un vestido distinto del anterior.
Todo un estudio al servicio de su diva. El estudio más importante del mundo. Con su director estrella, su mejor fotógrafo y dos buenos guionistas. El resultado: un petardo.
Dicen que la Garbo cuando actuaba lo hacía casi en trance. A mí me parece un poco ridículo y postizo todo, quizá debido al academicismo extremo y a la exageración barroca del personaje y de los decorados. Ese atrezzo “palladiano”, neoclásico, de techos altísimos y puertas enormes, una desmesura recargada que hace que la cámara sea tan estática, como si pesará una tonelada (casi más que los decorados). La antítesis de un William Wellman, por ejemplo.
La Garbo exagera el acento extranjero, a ratos está bien, otras veces carga con sus “solos“ y sus trances en tono declamatorio. Cuando da un toque de humor a su actuación (gestos, risas, miradas) se hace humana y encantadora, pero luego vuelve a su pedestal, se acuerda o le dicen que es un mito y repite sus miradas a lo alto, su frialdad calculada y distante; falta materia ahí, es todo como impostado, falso, no sé cómo explicarlo, la verdad. Quiero pensar que estamos al principio del cine sonoro y tenían dificultades técnicas para dotar de cierta agilidad a la película, pero es que ves un Film de la Warner del mencionado Wellman, por esas fechas, y alucinas.
Largos parlamentos en primer plano o plano medio, con la cámara situada un poco por encima de sus hombros, mirando ella levemente hacia arriba, con la cabeza un poco levantada (tensa fotogenia), mostrando el cuello, entreabriendo los ojos, a veces los cierra: son sus trances (hay al menos una docena de ellos en la peli). Y total, para decir banalidades.
Film teatral, estático y plomizo, de una pesadez cargante, académico y glacial.
“Mgm presents GRETA GARBO in Clarence Brown production of Romance”
Así se presenta la película. Las letras de la Garbo, mucho más grandes que el resto, incluido el propio título. Vestuario de Adrián numeroso y cambiante. En cada secuencia ella aparece con un vestido distinto del anterior.
Todo un estudio al servicio de su diva. El estudio más importante del mundo. Con su director estrella, su mejor fotógrafo y dos buenos guionistas. El resultado: un petardo.
Dicen que la Garbo cuando actuaba lo hacía casi en trance. A mí me parece un poco ridículo y postizo todo, quizá debido al academicismo extremo y a la exageración barroca del personaje y de los decorados. Ese atrezzo “palladiano”, neoclásico, de techos altísimos y puertas enormes, una desmesura recargada que hace que la cámara sea tan estática, como si pesará una tonelada (casi más que los decorados). La antítesis de un William Wellman, por ejemplo.
La Garbo exagera el acento extranjero, a ratos está bien, otras veces carga con sus “solos“ y sus trances en tono declamatorio. Cuando da un toque de humor a su actuación (gestos, risas, miradas) se hace humana y encantadora, pero luego vuelve a su pedestal, se acuerda o le dicen que es un mito y repite sus miradas a lo alto, su frialdad calculada y distante; falta materia ahí, es todo como impostado, falso, no sé cómo explicarlo, la verdad. Quiero pensar que estamos al principio del cine sonoro y tenían dificultades técnicas para dotar de cierta agilidad a la película, pero es que ves un Film de la Warner del mencionado Wellman, por esas fechas, y alucinas.
Largos parlamentos en primer plano o plano medio, con la cámara situada un poco por encima de sus hombros, mirando ella levemente hacia arriba, con la cabeza un poco levantada (tensa fotogenia), mostrando el cuello, entreabriendo los ojos, a veces los cierra: son sus trances (hay al menos una docena de ellos en la peli). Y total, para decir banalidades.
Film teatral, estático y plomizo, de una pesadez cargante, académico y glacial.
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