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6,6
22.398
8
14 de febrero de 2020
14 de febrero de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Fuga a la Victoria" (con este nombre estrenada en Sudamérica) la considero un notable divertimento, sin mayores pretensiones cinematográficas, aunque dentro de los cánones de una súper producción. No hay que analizarla como cine bélico-histórico o carcelario. Ni desde la perspectiva del fútbol, técnicamente hablando. Si así se hace, la película del renombrado John Huston tiene algunos reparos (que dejo en spoiler).
Creo que debe enfocarse como un admirable producto de entretención, con una trama ficticia, aunque con la referencia histórica del llamado "Partido de la Muerte" de 1942. Éste se jugó entre un combinado de ex jugadores del Dinamo y el Lokomotiv de Kiev (el FC Start) y un equipo de oficiales y soldados nazis (el Flakelf), ocurrido en el Zenit Stadio de la capital de Ucrania. Las tribunas estaban ocupadas por oficiales nazis y las galerías, por miles de ucranianos, custodiados por alambres de espino y cientos de soldados. Pero el desenlace fue muy distinto al de la película (spoiler).
La cinta de Huston es una de las mejores películas -si no la mejor- con el fútbol como protagonista.
De magnífica factura y muy entretenida, está orientada a pasar un rato agradable y si el público es aficionado al deporte del balón, mejor aún. Presenta un formidable comienzo y ambientación de época, escenas ferroviarias, de túneles, intentos de fuga y el mismo campo de prisioneros, que recuerdan claramente a la inolvidable "El Gran Escape".
Una analogía: en aquel clásico del '63, el espectáculo máximo de la película es la huida en motocicleta de Steve Mc Queen. Aquí, es el partido de fútbol y un gol de antología de Pelé.
Espléndida banda sonora a cargo de Bill Conti (con reminiscencias de Shostakovich se ha dicho por ahí), con los énfasis y matices adecuados según las diferentes escenas. Destaco también los buenos diálogos, con tono de seriedad, entre los dos antagonistas militares, de sólidas interpretaciones ambos. Michael Caine, como el oficial inglés que hace de entrenador y capitán del equipo de fútbol aliado (aunque excedido en kilos para ser un futbolista que "solo ha interrumpido su carrera por culpa de la guerra") y Max von Sydow, como el mayor alemán, también ex-jugador, quien muestra su entusiasmo futbolero, primero con la idea del partido y después al persuadir a los altos jerarcas nazis para realizar el famoso match contra los prisioneros aliados. Son los propios jefes nazis quienes deciden llevar el partido a París y utilizarlo como elemento de propaganda.
O las conversaciones por separado de Colby (Caine) y de Hatch (Stallone) con los líderes del comité de fugas, discutiendo el tema del escape.
Por otra parte, llama la atención el momento con los prisioneros-jugadores que vienen de Europa Oriental, en precarias condiciones físicas, a integrar el combinado aliado. Se logra ahí un buen chispazo de dramatismo y elementos para la reflexión.
Pero -cómo no- el alma de la película es el partido de fútbol. Se disfruta en grande con las escenas deportivas, bien coreografiadas, salvo alguna excepción por ahí (atribuible a los códigos del cine comercial, tal vez), y dirigidas a la más genuina entretención. Si lo enfocamos como puro espectáculo y somos generosos, le damos credibilidad al encuentro. Indudablemente tiene gran ritmo, con un público entregado y un clima de emotividad, que va en aumento hasta el apoteósico final.
Los jugadores no actúan (aunque Pelé se esfuerza y tiene unas líneas de diálogo), porque ese no es su rol y así hay que entenderlo. Ellos están en la película para lucirse en lo suyo, con la pelota en la cancha. Y es en su oficio donde hacen su gran aporte. ¿O alguien pretende que, en lugar de jugadores de fútbol reales, hubieran puesto a actores jugando al fútbol? ¡Por favor! Mejor no hacer la película.
En ese sentido, la principal atracción es, sin duda, ver en acción al considerado todavía -por muchísimos aficionados, incluyéndome- como el mejor futbolista de todos los tiempos, el brasileño Pelé. Pese a estar retirado del profesionalismo al momento de la filmación, muestra un buen estado atlético y futbolístico. Llena la pantalla con algunas filigranas propias de su magia futbolística y un gol de chilena, muy bien filmado. Otros que destacan son el movedizo y hábil argentino Osvaldo Ardiles, aún activo por esos años (gran jugada para otro golazo), el defensa inglés Bobby Moore, que se despacha su golcito después de una bien urdida acción de su equipo, el técnico mediocampista polaco Kazimierz Deyna, el delantero belga Paul van Himst y varios más. Y es por eso que se hacen muy evidentes las carencias futbolísticas de Stallone y de Caine, al ser los dos únicos "jugadores" del equipo aliado que no eran futbolistas en la vida real.
¿Stallone de arquero? Un chiste, pero claro, debía ser incluido en el equipo, ya que estaba implicado en el plan de fuga. Ellos, junto a Von Sydow, son las estrellas cinematográficas de la cinta. Stallone, cumple una más que correcta interpretación (hasta carismática), ámbito en el que esas dotes siempre le han sido esquivas.
.
He visto la película un par de veces, y de nuevo ahora último con mis hijos en edad escolar, y le perdono algunos errores y cierta atmósfera de ingenuidad en determinados momentos. También ellos se han entretenido de lo lindo con la cinta y vibrado en la última media hora y con ese conmovedor y épico final, bajo los sones de la inmortal Marsellesa, con 50.000 espectadores cantando a todo pulmón.
Aunque dicen que no sabía nada de fútbol, John Huston tenía que aprovechar ese plantel de grandes jugadores en la cancha e hizo lo que sabía hacer muy bien y lo correcto. Filmar con solvencia y pulso firme una atrayente historia, enfocándose en el cine como espectáculo, logrando ficcionar un partido emocionante y para el recuerdo.
Por eso mi puntuación de 8, por este producto de entretención muy bien realizado.
Creo que debe enfocarse como un admirable producto de entretención, con una trama ficticia, aunque con la referencia histórica del llamado "Partido de la Muerte" de 1942. Éste se jugó entre un combinado de ex jugadores del Dinamo y el Lokomotiv de Kiev (el FC Start) y un equipo de oficiales y soldados nazis (el Flakelf), ocurrido en el Zenit Stadio de la capital de Ucrania. Las tribunas estaban ocupadas por oficiales nazis y las galerías, por miles de ucranianos, custodiados por alambres de espino y cientos de soldados. Pero el desenlace fue muy distinto al de la película (spoiler).
La cinta de Huston es una de las mejores películas -si no la mejor- con el fútbol como protagonista.
De magnífica factura y muy entretenida, está orientada a pasar un rato agradable y si el público es aficionado al deporte del balón, mejor aún. Presenta un formidable comienzo y ambientación de época, escenas ferroviarias, de túneles, intentos de fuga y el mismo campo de prisioneros, que recuerdan claramente a la inolvidable "El Gran Escape".
Una analogía: en aquel clásico del '63, el espectáculo máximo de la película es la huida en motocicleta de Steve Mc Queen. Aquí, es el partido de fútbol y un gol de antología de Pelé.
Espléndida banda sonora a cargo de Bill Conti (con reminiscencias de Shostakovich se ha dicho por ahí), con los énfasis y matices adecuados según las diferentes escenas. Destaco también los buenos diálogos, con tono de seriedad, entre los dos antagonistas militares, de sólidas interpretaciones ambos. Michael Caine, como el oficial inglés que hace de entrenador y capitán del equipo de fútbol aliado (aunque excedido en kilos para ser un futbolista que "solo ha interrumpido su carrera por culpa de la guerra") y Max von Sydow, como el mayor alemán, también ex-jugador, quien muestra su entusiasmo futbolero, primero con la idea del partido y después al persuadir a los altos jerarcas nazis para realizar el famoso match contra los prisioneros aliados. Son los propios jefes nazis quienes deciden llevar el partido a París y utilizarlo como elemento de propaganda.
O las conversaciones por separado de Colby (Caine) y de Hatch (Stallone) con los líderes del comité de fugas, discutiendo el tema del escape.
Por otra parte, llama la atención el momento con los prisioneros-jugadores que vienen de Europa Oriental, en precarias condiciones físicas, a integrar el combinado aliado. Se logra ahí un buen chispazo de dramatismo y elementos para la reflexión.
Pero -cómo no- el alma de la película es el partido de fútbol. Se disfruta en grande con las escenas deportivas, bien coreografiadas, salvo alguna excepción por ahí (atribuible a los códigos del cine comercial, tal vez), y dirigidas a la más genuina entretención. Si lo enfocamos como puro espectáculo y somos generosos, le damos credibilidad al encuentro. Indudablemente tiene gran ritmo, con un público entregado y un clima de emotividad, que va en aumento hasta el apoteósico final.
Los jugadores no actúan (aunque Pelé se esfuerza y tiene unas líneas de diálogo), porque ese no es su rol y así hay que entenderlo. Ellos están en la película para lucirse en lo suyo, con la pelota en la cancha. Y es en su oficio donde hacen su gran aporte. ¿O alguien pretende que, en lugar de jugadores de fútbol reales, hubieran puesto a actores jugando al fútbol? ¡Por favor! Mejor no hacer la película.
En ese sentido, la principal atracción es, sin duda, ver en acción al considerado todavía -por muchísimos aficionados, incluyéndome- como el mejor futbolista de todos los tiempos, el brasileño Pelé. Pese a estar retirado del profesionalismo al momento de la filmación, muestra un buen estado atlético y futbolístico. Llena la pantalla con algunas filigranas propias de su magia futbolística y un gol de chilena, muy bien filmado. Otros que destacan son el movedizo y hábil argentino Osvaldo Ardiles, aún activo por esos años (gran jugada para otro golazo), el defensa inglés Bobby Moore, que se despacha su golcito después de una bien urdida acción de su equipo, el técnico mediocampista polaco Kazimierz Deyna, el delantero belga Paul van Himst y varios más. Y es por eso que se hacen muy evidentes las carencias futbolísticas de Stallone y de Caine, al ser los dos únicos "jugadores" del equipo aliado que no eran futbolistas en la vida real.
¿Stallone de arquero? Un chiste, pero claro, debía ser incluido en el equipo, ya que estaba implicado en el plan de fuga. Ellos, junto a Von Sydow, son las estrellas cinematográficas de la cinta. Stallone, cumple una más que correcta interpretación (hasta carismática), ámbito en el que esas dotes siempre le han sido esquivas.
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He visto la película un par de veces, y de nuevo ahora último con mis hijos en edad escolar, y le perdono algunos errores y cierta atmósfera de ingenuidad en determinados momentos. También ellos se han entretenido de lo lindo con la cinta y vibrado en la última media hora y con ese conmovedor y épico final, bajo los sones de la inmortal Marsellesa, con 50.000 espectadores cantando a todo pulmón.
Aunque dicen que no sabía nada de fútbol, John Huston tenía que aprovechar ese plantel de grandes jugadores en la cancha e hizo lo que sabía hacer muy bien y lo correcto. Filmar con solvencia y pulso firme una atrayente historia, enfocándose en el cine como espectáculo, logrando ficcionar un partido emocionante y para el recuerdo.
Por eso mi puntuación de 8, por este producto de entretención muy bien realizado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Muy difícil dilema aquel que enfrentaron los aliados: o escaparse en el entretiempo o seguir jugando el partido. Optaron por lo segundo, incluso estando a la entrada del túnel ya terminado, se devuelven a la cancha. Algo inverosímil si fuera la vida real. Cuando vimos la película juntos, mi hijo de 10 años me dijo, "Papá, yo habría preferido escapar". Pero se entiende que fue una licencia para darle mayor emoción al desenlace de la película y que puede explicarse con el épico final, con la fuga masiva de los aliados y el público derribando las rejas y portones del estadio, ante la impotencia de unos soldados alemanes sorprendidos e irresolutos. Ahí se justificó haberse quedado para terminar el encuentro: de todas maneras se escaparon, camuflados entre el público, aunque no podían saber que sería de esa forma.
Final afortunado este del Estadio Colombes de París (aunque el partido, en realidad se filmó en un viejo estadio de Budapest, Hungría). Desenlace bastante alejado de aquel partido histórico del '42 en que se basa (libremente) la película, en el cual el FC Start, equipo integrado por ex jugadores ucranianos, derrotó al combinado alemán. Varios de los jugadores soviéticos fueron después detenidos, torturados y deportados a campos de concentración. Algunos murieron antes de que Kiev fuera liberada de los nazis el 6 de noviembre de 1943 y otros se salvaron escondidos entre la población civil.
Otro detalle también poco creíble. El hecho de que un prisionero de guerra (Stallone) en un Campo de Prisioneros, pueda huir del recinto y después retornar a él, dejándose capturar (símil de Mc Queen en "El Gran Escape"). Claro, debe hacerlo para difundir entre sus compañeros la información relativa al plan de fuga organizado en conjunto con los miembros de la Resistencia francesa, en la cual también figura una mujer: correcta interpretación de Carole Laure.
Nuevamente mi hijo, aquí me dejó casi sin respuesta, al preguntarme por qué Hatch (Stallone) no se quedó afuera, viviendo en libertad y para qué retornó al lugar de reclusión.
El desarrollo mismo del partido, si bien es muy entretenido, de rápidas jugadas, grandes goles y da gusto ver a brillantes jugadores en la cancha, tiene mucho sabor hollywoodense. Presenta situaciones poco probables futbolísticamente hablando (aunque no imposibles).
Como la gran remontada de los aliados en el marcador, jugando buena parte del match con un hombre menos (la estrella del equipo) y el árbitro en contra. Del 0-4 casi terminando el 1er. tiempo, los aliados logran el empate final, en el 2° lapso.
O el penal de último minuto atajado por un portero que no lo era y frente a la máxima figura del cuadro alemán (Ardiles dijo en entrevistas posteriores, que Stallone necesitó 34 tomas para esa jugada final). Y después de atajar (con su típico rictus bucal), Sylvester devuelve de inmediato la pelota hacia el centro del campo (aunque vean cómo le pega al balón), entregándose a la fervorosa celebración con sus compañeros. Pero no se muestra ni menos se escucha el pitazo final. Incluso los alemanes, si reanudaban rápidamente el juego, podían anotar el 5° gol y ganaban el encuentro, antes de la invasión del público a la cancha, jajaja...
Detalles e ironía para cinéfilos-futboleros, que saben disfrutar esta película de culto.
Final afortunado este del Estadio Colombes de París (aunque el partido, en realidad se filmó en un viejo estadio de Budapest, Hungría). Desenlace bastante alejado de aquel partido histórico del '42 en que se basa (libremente) la película, en el cual el FC Start, equipo integrado por ex jugadores ucranianos, derrotó al combinado alemán. Varios de los jugadores soviéticos fueron después detenidos, torturados y deportados a campos de concentración. Algunos murieron antes de que Kiev fuera liberada de los nazis el 6 de noviembre de 1943 y otros se salvaron escondidos entre la población civil.
Otro detalle también poco creíble. El hecho de que un prisionero de guerra (Stallone) en un Campo de Prisioneros, pueda huir del recinto y después retornar a él, dejándose capturar (símil de Mc Queen en "El Gran Escape"). Claro, debe hacerlo para difundir entre sus compañeros la información relativa al plan de fuga organizado en conjunto con los miembros de la Resistencia francesa, en la cual también figura una mujer: correcta interpretación de Carole Laure.
Nuevamente mi hijo, aquí me dejó casi sin respuesta, al preguntarme por qué Hatch (Stallone) no se quedó afuera, viviendo en libertad y para qué retornó al lugar de reclusión.
El desarrollo mismo del partido, si bien es muy entretenido, de rápidas jugadas, grandes goles y da gusto ver a brillantes jugadores en la cancha, tiene mucho sabor hollywoodense. Presenta situaciones poco probables futbolísticamente hablando (aunque no imposibles).
Como la gran remontada de los aliados en el marcador, jugando buena parte del match con un hombre menos (la estrella del equipo) y el árbitro en contra. Del 0-4 casi terminando el 1er. tiempo, los aliados logran el empate final, en el 2° lapso.
O el penal de último minuto atajado por un portero que no lo era y frente a la máxima figura del cuadro alemán (Ardiles dijo en entrevistas posteriores, que Stallone necesitó 34 tomas para esa jugada final). Y después de atajar (con su típico rictus bucal), Sylvester devuelve de inmediato la pelota hacia el centro del campo (aunque vean cómo le pega al balón), entregándose a la fervorosa celebración con sus compañeros. Pero no se muestra ni menos se escucha el pitazo final. Incluso los alemanes, si reanudaban rápidamente el juego, podían anotar el 5° gol y ganaban el encuentro, antes de la invasión del público a la cancha, jajaja...
Detalles e ironía para cinéfilos-futboleros, que saben disfrutar esta película de culto.
TV

6,2
284
8
8 de abril de 2019
8 de abril de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi este telefilme, siendo un adolescente. Y me causó un fuerte impacto, especialmente la terrorífica e imponente figura del vampiro. Décadas después, he vuelto a verla, ahora con mis hijos en edad escolar y en versión DVD a todo color. Y ellos sintieron la atmósfera de suspenso y cierto clima de terror que crea la película. Evidentemente la vi con otros ojos, pero sigo destacando la buena factura del telefilme.
La cinta tiene un muy buen ritmo, presenta los hechos con rapidez e introduce al espectador inmediatamente en la trama. Está dirigida con pulso firme, una sugestiva musicalización unida al oportuno empleo de los silencios, que le otorgan una acertada atmósfera al relato, expresada en un sólido y entretenido guión, del reconocido Richard Matheson. Y por cierto, con estupendas interpretaciones, destacando por encima de todos un Darren Mc Gavin que hace una creación de su personaje, el irreverente, astuto y atípico periodista Kolchak, que daría lugar a una serie de culto a mediados de los '70.
The Night Stalker (o El cazador nocturno, en mi país) de 1972, constituyó en su momento (y bueno, hasta ahora) un buen aporte al tema vampírico, modernizándolo, ya que no se trata del aristocrático y sempiterno Drácula, sino que ubica al aterrador vampiro en el contexto de la sociedad urbana, (Las Vegas en este caso), inserto en los usos y prácticas citadinas. Rompe el molde y la atmósfera gótica tradicional del vampirismo, algo que era difícil de lograr en el cine, tratándose de estos temas y -en este sentido- la película fue innovadora.
La cinta tiene un muy buen ritmo, presenta los hechos con rapidez e introduce al espectador inmediatamente en la trama. Está dirigida con pulso firme, una sugestiva musicalización unida al oportuno empleo de los silencios, que le otorgan una acertada atmósfera al relato, expresada en un sólido y entretenido guión, del reconocido Richard Matheson. Y por cierto, con estupendas interpretaciones, destacando por encima de todos un Darren Mc Gavin que hace una creación de su personaje, el irreverente, astuto y atípico periodista Kolchak, que daría lugar a una serie de culto a mediados de los '70.
The Night Stalker (o El cazador nocturno, en mi país) de 1972, constituyó en su momento (y bueno, hasta ahora) un buen aporte al tema vampírico, modernizándolo, ya que no se trata del aristocrático y sempiterno Drácula, sino que ubica al aterrador vampiro en el contexto de la sociedad urbana, (Las Vegas en este caso), inserto en los usos y prácticas citadinas. Rompe el molde y la atmósfera gótica tradicional del vampirismo, algo que era difícil de lograr en el cine, tratándose de estos temas y -en este sentido- la película fue innovadora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Recuerdo que cuando la vi por primera vez (y refuerzan esta impresión mis hijos pre-adolescentes que la vieron conmigo hace poco) me impactó la figura imponente y casi indestructible de un vampiro que deja sin una gota de sangre en el cuerpo a sus víctimas, conduce un automóvil, entra a un Banco de Sangre para... robar el rojo fluído, se pasea por la ciudad nocturna atemorizando a los transeúntes con su sola presencia, se desprende a golpes y empujones de varios policías que salen disparados por el aire como muñecos, obviamente, es inmune a las balas, y lo más sorprendente, cae a una piscina, lucha sumergido, y aún así, logra escapar. Muy distinto a todo lo que ya había visto sobre el tema vampírico (que no es poco), centrándose en la figura del señorial y maligno Drácula, y lo más aterrador que había visto, en mi cinefilia juvenil, era el "Príncipe de las tinieblas" del imponente Christopher Lee.
16 de septiembre de 2016
16 de septiembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy entrañable película de mi infancia, de cine de barrio, de rotativos toda la tarde, viendo una y otra vez la misma cinta junto a hermanos y amigos. Qué tiempos aquellos, que no volverán.
Ahora último he vuelto a ver esta película con mis propios hijos menores, y, aunque ellos tienen menos ingenuidad que mi generación a la misma edad, de todas maneras se han entretenido con la cinta del Enmascarado de Plata.
Para efectos de comentar aquí, me es difícil separar la parte nostálgica/emotiva de lo puramente cinematográfico. Pero hagamos el intento.
Más allá de los yerros muy notorios de montaje e iluminación, la película debería llamarse "Santo contra Blue Demon y los Monstruos". Incluso, recuerdo que ya desde niño nosotros reparábamos en eso y mis hijos me han comentado lo mismo. Porque la película, en su mayor parte, es Santo contra todos (en spoiler detallo más).
Serios problemas de guión y muchos cabos sueltos en la historia. Lo otro, son las irregulares y en general, poco convincentes coreografías de las peleas fuera del ring. Hasta La Momia (insufrible) de repente bota al suelo al Santo. Con las peleas en el ring la cosa mejora bastante (pero se nota que son extraídas de otras filmaciones).
Respecto a los monstruos, qué se puede decir, hay que ver cuál más "freak" de todos ellos.
Actuaciones correctas de los hermanos científicos (uno es el bueno y el otro es el malo), Santo en lo suyo y la figurita de su novia principalmente para mostrarla en su belleza.
Ahora último he vuelto a ver esta película con mis propios hijos menores, y, aunque ellos tienen menos ingenuidad que mi generación a la misma edad, de todas maneras se han entretenido con la cinta del Enmascarado de Plata.
Para efectos de comentar aquí, me es difícil separar la parte nostálgica/emotiva de lo puramente cinematográfico. Pero hagamos el intento.
Más allá de los yerros muy notorios de montaje e iluminación, la película debería llamarse "Santo contra Blue Demon y los Monstruos". Incluso, recuerdo que ya desde niño nosotros reparábamos en eso y mis hijos me han comentado lo mismo. Porque la película, en su mayor parte, es Santo contra todos (en spoiler detallo más).
Serios problemas de guión y muchos cabos sueltos en la historia. Lo otro, son las irregulares y en general, poco convincentes coreografías de las peleas fuera del ring. Hasta La Momia (insufrible) de repente bota al suelo al Santo. Con las peleas en el ring la cosa mejora bastante (pero se nota que son extraídas de otras filmaciones).
Respecto a los monstruos, qué se puede decir, hay que ver cuál más "freak" de todos ellos.
Actuaciones correctas de los hermanos científicos (uno es el bueno y el otro es el malo), Santo en lo suyo y la figurita de su novia principalmente para mostrarla en su belleza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
1. Santo, el Enmascarado de Plata, contra todos, porque Blue Demon, es capturado en el castillo del científico malvado (un buen Carlos Ancira) y su ayudante, el enano Waldo. Ahí, el amigo de Santo es duplicado (clonado) y mediante poder mental es obligado a luchar contra su compañero. Por lo tanto, durante casi toda la película Santo lucha prácticamente solo. No solamente contra los monstruos y los fuertes zombies (interpretados por luchadores), sino contra su amigo, ahora enemigo a la fuerza, Blue Demon, el "clonado" y que es, en la práctica, su más serio adversario en ese nuevo escenario, dada la relativa ineficacia de los monstruos. Este elemento hasta a los niños les provoca cierta decepción/frustración, de no ver en pantalla a sus dos ídolos de la lucha enfrentando juntos a los malos.
2. Al principio de la película, Blue Demon ha ingresado al castillo siniestro, y es sorprendido por uno de los zombies al interior de las catacumbas . El zombie, después de una breve lucha cuerpo a cuerpo, deja fuera de combate al campeón Blue Demon, valiéndose de un palo. Esta escena es muy poco creíble, ya que un solo zombie no puede ser rival de cuidado para un luchador de su categoría. Ni que lo hubieran atacado varios de ellos.
3. El montaje en cuanto a la iluminación es espantoso. Se ve que es de día, pero es de noche y viceversa. Incluso en las mismas secuencias.
4. Santo, ídolo nacional mexicano y especialmente de niños y jóvenes, ¿Debería ser un modelo de virtud, como todo héroe? Pero aquí, a la primera oportunidad, se olvida de su muy atractiva novia y flirtea con una damisela, que resulta ser una mujer vampiro.
5. ¿ De dónde sacó ese bien trabajado físico el esmirriado vampiro, cuando lo muestran en el ring como luchador que reta a un combate al Santo?
6. Se muestra de dónde el científico Bruno Halder (el malo) obtuvo a algunos de los monstruos: la Momia, el Vampiro, el Cíclope. Pero de los otros, queda el cabo suelto no más. Llegan y aparecen sin origen conocido.
7. Se intercala en la película un número de baile del famoso "Resortes" (claramente sacado de otro lugar) , aporta frescura y sirve para recordar el talento de aquel artista del baile, aunque tal vez un poco larga la escena.
2. Al principio de la película, Blue Demon ha ingresado al castillo siniestro, y es sorprendido por uno de los zombies al interior de las catacumbas . El zombie, después de una breve lucha cuerpo a cuerpo, deja fuera de combate al campeón Blue Demon, valiéndose de un palo. Esta escena es muy poco creíble, ya que un solo zombie no puede ser rival de cuidado para un luchador de su categoría. Ni que lo hubieran atacado varios de ellos.
3. El montaje en cuanto a la iluminación es espantoso. Se ve que es de día, pero es de noche y viceversa. Incluso en las mismas secuencias.
4. Santo, ídolo nacional mexicano y especialmente de niños y jóvenes, ¿Debería ser un modelo de virtud, como todo héroe? Pero aquí, a la primera oportunidad, se olvida de su muy atractiva novia y flirtea con una damisela, que resulta ser una mujer vampiro.
5. ¿ De dónde sacó ese bien trabajado físico el esmirriado vampiro, cuando lo muestran en el ring como luchador que reta a un combate al Santo?
6. Se muestra de dónde el científico Bruno Halder (el malo) obtuvo a algunos de los monstruos: la Momia, el Vampiro, el Cíclope. Pero de los otros, queda el cabo suelto no más. Llegan y aparecen sin origen conocido.
7. Se intercala en la película un número de baile del famoso "Resortes" (claramente sacado de otro lugar) , aporta frescura y sirve para recordar el talento de aquel artista del baile, aunque tal vez un poco larga la escena.

6,7
7.434
7
1 de marzo de 2022
1 de marzo de 2022
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para analizar "Los niños del Brasil" podemos dividir en dos partes:
1) Como película, propiamente tal.
2) El tema.
Cinematográficamente, me parece que la cinta de Schaffner, si bien está muy bien rodada, con oficio, tiene altibajos, no es redonda, ni mucho menos. Hay un buen guión, muy interesante, estremecedor y por momentos, delirante. Y espeluznante. Como es la idea central de clonar nada menos que a Adolfo Hitler, "fabricando genéticamente" 94 individuos idénticos a él, a partir de su propio material genético, el que había sido preservado en vida, por el maléfico Dr. Josef Mengele, para uso futuro.
La trama se desarrolla con interés, uno se mantiene atento a los acontecimientos, dentro de un clima de buen suspenso e intriga. Diálogos fluidos y salpicados de ironía en ocasiones. Atractivos ambientes naturales, no exentos de exotismo. Entretiene.
Acertada musicalización de Goldsmith y discrepo de quienes critican el inicio. Justamente esa música es muy apropiada al ambiente germánico que se nos presenta al comienzo, acorde a las fanfarrias de valses austríacos a los que eran tan aficionados los nazis.
Vamos a las interpretaciones. Aquí tengo opiniones encontradas, según el prisma que utilice para el análisis.
Gregory Peck, si del paranoico y fanático médico nazi se trata, creo que da el tono, y muestra una performance que podríamos calificar de brillante en el inicio de la película, en la mansión en Paraguay. Pero posteriormente se muestra algo acartonado en ciertas escenas y excesivo en otras (véase spoiler).
Laurence Olivier, se ve muy correcto en el papel del caza-nazis (con el nombre de Ezra Lieberman, que viene a ser un símil de Simon Wiesenthal), con un estupendo acento al hablar, muestra la tranquilidad, inteligencia y perseverancia para no cometer errores o apresurarse y seguir la pista del complot del grupo de fanáticos alemanes. Está bien secundado por su hermana (una estupenda Lilli Palmer), pero llama la atención lo envejecido que se ve Olivier, comparado con apenas 2 años antes, cuando filmó "Maratón de la Muerte", en un desempeño, para mí, superior a éste. No obstante haber sido candidato al Oscar, aquí.
James Mason muy sobrio y correcto como un coronel nazi a cargo de la Seguridad, que se atreve a discrepar con el líder máximo (Mengele). Pero no es una actuación para deslumbrar.
El joven Guttenberg (popular después en las "Locademia de Policía") muy plano, sin matices, con la cara siempre a punto de sonreir, como finalmente sería su sello como actor del montón.
Y una curiosidad: el excelente actor suizo Bruno Ganz en un breve, pero destacado rol como un biólogo encargado de entregarnos en pantalla una pequeña clase de genética. Décadas después, Ganz protagonizaría magistralmente nada menos que al propio Hitler, en la buenísima "El Hundimiento".
Y Michael Gough en un sobrio rol anecdótico, a quien las generaciones jóvenes ubican más que nada por alguna de la saga "Batman" . Pero Gough también actuó siendo joven, y recordemos su papel en la histórica "El horror de Drácula" de 1958.
¿El final de la película? Ambivalente (spoiler).
Respecto al tema.
A finales de la ´decada de los '70 era impensable avizorar las posibilidades reales de la clonación y la ingeniería genética. Se escuchaba como algo de ciencia-ficción prácticamente. Pero tal como es presentado el tema en la película que nos ocupa, se ve tratado de forma muy seria y rigurosa, adelantándose a su tiempo. Se explica bastante bien, hasta de manera pedagógica, en aquella excelente escena del genetista con Lieberman. Consideremos que la clonación de la oveja Dolly fue realizada en 1996 (no es la primera de animales, pero sí la primera en con esa técnica utilizada). Y la cinta es de 1978.
De sólo pensarlo (la clonación de seres humanos malignos) es algo alucinante y aterrador.
Ahora, dentro de la película, para lograrlo exitosamente, también entra a funcionar como requisito la variable cultural (ambiente). Eso explica el por qué debían dar muerte a esos adultos de 65 años, ubicados en diferentes ciudades del mundo occidental. Y el por qué se habían elegido esas personas para ser padres-adoptivos de los engendros clonados a imagen y semejanza de Hitler.
En resumen, una cinta interesante, me quedo con la intriga y la temática central, y dejo en un lugar secundario ciertos baches cinematográficos. Me entretuve mucho.
1) Como película, propiamente tal.
2) El tema.
Cinematográficamente, me parece que la cinta de Schaffner, si bien está muy bien rodada, con oficio, tiene altibajos, no es redonda, ni mucho menos. Hay un buen guión, muy interesante, estremecedor y por momentos, delirante. Y espeluznante. Como es la idea central de clonar nada menos que a Adolfo Hitler, "fabricando genéticamente" 94 individuos idénticos a él, a partir de su propio material genético, el que había sido preservado en vida, por el maléfico Dr. Josef Mengele, para uso futuro.
La trama se desarrolla con interés, uno se mantiene atento a los acontecimientos, dentro de un clima de buen suspenso e intriga. Diálogos fluidos y salpicados de ironía en ocasiones. Atractivos ambientes naturales, no exentos de exotismo. Entretiene.
Acertada musicalización de Goldsmith y discrepo de quienes critican el inicio. Justamente esa música es muy apropiada al ambiente germánico que se nos presenta al comienzo, acorde a las fanfarrias de valses austríacos a los que eran tan aficionados los nazis.
Vamos a las interpretaciones. Aquí tengo opiniones encontradas, según el prisma que utilice para el análisis.
Gregory Peck, si del paranoico y fanático médico nazi se trata, creo que da el tono, y muestra una performance que podríamos calificar de brillante en el inicio de la película, en la mansión en Paraguay. Pero posteriormente se muestra algo acartonado en ciertas escenas y excesivo en otras (véase spoiler).
Laurence Olivier, se ve muy correcto en el papel del caza-nazis (con el nombre de Ezra Lieberman, que viene a ser un símil de Simon Wiesenthal), con un estupendo acento al hablar, muestra la tranquilidad, inteligencia y perseverancia para no cometer errores o apresurarse y seguir la pista del complot del grupo de fanáticos alemanes. Está bien secundado por su hermana (una estupenda Lilli Palmer), pero llama la atención lo envejecido que se ve Olivier, comparado con apenas 2 años antes, cuando filmó "Maratón de la Muerte", en un desempeño, para mí, superior a éste. No obstante haber sido candidato al Oscar, aquí.
James Mason muy sobrio y correcto como un coronel nazi a cargo de la Seguridad, que se atreve a discrepar con el líder máximo (Mengele). Pero no es una actuación para deslumbrar.
El joven Guttenberg (popular después en las "Locademia de Policía") muy plano, sin matices, con la cara siempre a punto de sonreir, como finalmente sería su sello como actor del montón.
Y una curiosidad: el excelente actor suizo Bruno Ganz en un breve, pero destacado rol como un biólogo encargado de entregarnos en pantalla una pequeña clase de genética. Décadas después, Ganz protagonizaría magistralmente nada menos que al propio Hitler, en la buenísima "El Hundimiento".
Y Michael Gough en un sobrio rol anecdótico, a quien las generaciones jóvenes ubican más que nada por alguna de la saga "Batman" . Pero Gough también actuó siendo joven, y recordemos su papel en la histórica "El horror de Drácula" de 1958.
¿El final de la película? Ambivalente (spoiler).
Respecto al tema.
A finales de la ´decada de los '70 era impensable avizorar las posibilidades reales de la clonación y la ingeniería genética. Se escuchaba como algo de ciencia-ficción prácticamente. Pero tal como es presentado el tema en la película que nos ocupa, se ve tratado de forma muy seria y rigurosa, adelantándose a su tiempo. Se explica bastante bien, hasta de manera pedagógica, en aquella excelente escena del genetista con Lieberman. Consideremos que la clonación de la oveja Dolly fue realizada en 1996 (no es la primera de animales, pero sí la primera en con esa técnica utilizada). Y la cinta es de 1978.
De sólo pensarlo (la clonación de seres humanos malignos) es algo alucinante y aterrador.
Ahora, dentro de la película, para lograrlo exitosamente, también entra a funcionar como requisito la variable cultural (ambiente). Eso explica el por qué debían dar muerte a esos adultos de 65 años, ubicados en diferentes ciudades del mundo occidental. Y el por qué se habían elegido esas personas para ser padres-adoptivos de los engendros clonados a imagen y semejanza de Hitler.
En resumen, una cinta interesante, me quedo con la intriga y la temática central, y dejo en un lugar secundario ciertos baches cinematográficos. Me entretuve mucho.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Respecto a la excesiva escena de Peck en el salón de baile, una reacción muy desaforada, yéndose encima del otro nazi acusándolo de traidor, para después -en su condición de médico- curarle sus heridas. Grotesco.
En la escena final, hay una gran tensión frente a la jauría de Doberman (es sólo imaginarse que haría uno ahí) pero también poca credibilidad de una pelea a muerte entre dos hombres mayores. Lo sufrido por Olivier era para matarlo ahí mismo, sin clínica ni nada.
Bastante ingenuo el joven interpretado por Guttenberg, ir a encerrarse en su habitación, y venían pisándole los talones los sicarios nazis. Además ¿Cómo logra el niño instalar los micrófonos en la mansión de los alemanes? Esa era una tarea que requería sumo cuidado, precisión y habilidad, cualidades difíciles de encontrar en un pequeño que se delató a sí mismo de puro nerviosismo frente a Mengele.
En la escena final, hay una gran tensión frente a la jauría de Doberman (es sólo imaginarse que haría uno ahí) pero también poca credibilidad de una pelea a muerte entre dos hombres mayores. Lo sufrido por Olivier era para matarlo ahí mismo, sin clínica ni nada.
Bastante ingenuo el joven interpretado por Guttenberg, ir a encerrarse en su habitación, y venían pisándole los talones los sicarios nazis. Además ¿Cómo logra el niño instalar los micrófonos en la mansión de los alemanes? Esa era una tarea que requería sumo cuidado, precisión y habilidad, cualidades difíciles de encontrar en un pequeño que se delató a sí mismo de puro nerviosismo frente a Mengele.

4,4
470
7
9 de agosto de 2014
9 de agosto de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que esta película hay que enfocarla en su contexto. No estamos hablando de Cine Arte, de actores de carácter, de cine dramático, o de culto. No. Simplemente estamos frente a una atípica película de acción para lucir las dotes en artes marciales de Chuck Norris, disfrazado de polícía, en una trama que incorpora elementos del cine terror y suspenso. Es una novedad, dado el cine habitual de Norris. No vamos a descubrir ahora sus "dotes actorales" : Sabemos que la actuación no es lo suyo, por lo tanto, a sus películas no se les evalúa por eso, sino por la capacidad de entretener con tramas medianamente coherentes. Aunque en Furia Silenciosa lo intenta (actuar).
En ese contexto, la película funciona aceptablemente bien. Furia Silenciosa tiene reminiscencias de Halloween y Martes 13, con un psicópata asesino despiadado, hasta más letal que los de aquellas películas. La idea central del psicópata de fuerza incontenible que, al ya no hacer efecto ciertos medicamentos que debe ingerir para no salirse de sus límites, es interesante. La mutación que experimenta se explica por una intervención médica, con las consabidas discrepancias entre los tres científicos y uno de ellos que no conoce la ética y, por ende, carece de escrúpulos y sólo quiere la gloria personal.
Hasta aquí, la cinta va bien, interesa más allá de las patadas, pero después entra en lagunas de guión y la verdad es que la trama es sólo un pretexto para mostrar al duro de Norris frente a esta bestia asesina y que se puede regenerar biológicamente, incluso después de ser herido de muerte. Entremedio, está el romance del protagonista, algo poco común en sus películas, y por supuesto, incluye las típicas escenas de acción para ver lucirse a Chuck Norris en lo que mejor sabe hacer: las peleas aplicando sus grandes dotes en artes marciales, y su espectacular patada giratoria.
El malvado está bien interpretado, no emite palabra alguna, logrando crear adecuados momentos de tensión. La película tiene un inicio atrapante y de violencia psicopática que no deja de impactar, aún vista décadas después. Resalto aquí que la versión en español que transmite Canal del Cable TNT, está censurada en la escena del hachazo en la cabeza al dueño de casa.
Destacan notablemente otras dos escenas: aquella en el bar en la que Chuck se luce con sus puños y patadas, acabando él solo (porque su compañero policía es un chiste) con una pandilla de una docena de motoqueros. Y por supuesto, el combate final contra el psicópata, un ser prácticamente invencible, inmune incluso a las balas y al fuego, contra quien el bueno de Norris debe desplegar todo su arsenal de recursos de artes marciales y más, para lograr someterlo a duras penas (en todo caso, queda la duda).
En resumen, un divertimento, que aún se deja ver, no ha envejecido mal. Tiene un ritmo que dosifica bien la acción con la tensión, puede parecer cansina por momentos y algunas escenas están demás. Pero al final, se agradece el ritmo, si comparamos Furia Silenciosa con esa cámaras nerviosas y trepidantes de muchísimas películas de la actualidad y el abuso saturador de los efectos especiales digitales.
Después de haber visto muchas otras películas de este género, esta salva la dignidad sin problema. Y entretiene.
En ese contexto, la película funciona aceptablemente bien. Furia Silenciosa tiene reminiscencias de Halloween y Martes 13, con un psicópata asesino despiadado, hasta más letal que los de aquellas películas. La idea central del psicópata de fuerza incontenible que, al ya no hacer efecto ciertos medicamentos que debe ingerir para no salirse de sus límites, es interesante. La mutación que experimenta se explica por una intervención médica, con las consabidas discrepancias entre los tres científicos y uno de ellos que no conoce la ética y, por ende, carece de escrúpulos y sólo quiere la gloria personal.
Hasta aquí, la cinta va bien, interesa más allá de las patadas, pero después entra en lagunas de guión y la verdad es que la trama es sólo un pretexto para mostrar al duro de Norris frente a esta bestia asesina y que se puede regenerar biológicamente, incluso después de ser herido de muerte. Entremedio, está el romance del protagonista, algo poco común en sus películas, y por supuesto, incluye las típicas escenas de acción para ver lucirse a Chuck Norris en lo que mejor sabe hacer: las peleas aplicando sus grandes dotes en artes marciales, y su espectacular patada giratoria.
El malvado está bien interpretado, no emite palabra alguna, logrando crear adecuados momentos de tensión. La película tiene un inicio atrapante y de violencia psicopática que no deja de impactar, aún vista décadas después. Resalto aquí que la versión en español que transmite Canal del Cable TNT, está censurada en la escena del hachazo en la cabeza al dueño de casa.
Destacan notablemente otras dos escenas: aquella en el bar en la que Chuck se luce con sus puños y patadas, acabando él solo (porque su compañero policía es un chiste) con una pandilla de una docena de motoqueros. Y por supuesto, el combate final contra el psicópata, un ser prácticamente invencible, inmune incluso a las balas y al fuego, contra quien el bueno de Norris debe desplegar todo su arsenal de recursos de artes marciales y más, para lograr someterlo a duras penas (en todo caso, queda la duda).
En resumen, un divertimento, que aún se deja ver, no ha envejecido mal. Tiene un ritmo que dosifica bien la acción con la tensión, puede parecer cansina por momentos y algunas escenas están demás. Pero al final, se agradece el ritmo, si comparamos Furia Silenciosa con esa cámaras nerviosas y trepidantes de muchísimas películas de la actualidad y el abuso saturador de los efectos especiales digitales.
Después de haber visto muchas otras películas de este género, esta salva la dignidad sin problema. Y entretiene.
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