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Voto de chechu:
6
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6 de marzo de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Erzsébet Batory fue una condesa húngara curiosamente descendiente del famoso Vlad Tepes (Conde Dracul), que ha pasado a la historia como una de las mayores asesinas de la historia de la humanidad. La historia cuenta que tras la muerte de su marido, se le cruzaron absolutamente todos los cables; y con la idea de preservar su juventud, se bañaba en la sangre de muchachas vírgenes asesinadas. Tras unas 650 niñas asesinadas, fue condenada a pasar el resto de su vida en una celda completamente tapiada a excepción de una rendija por donde le pasaban alimentos.
La película trata de contar estos hechos, pero de una manera poco rigurosa y sacándose de la manga una historia de amor que nunca sucedió. Al contrario de lo que se dice en la película, Erzsébet Batory nunca tuvo amante conocido; de hecho, se dice que era lesbiana. También es bastante criticable que su guión no incida sobre la controversia que suscita este personaje: no hay pruebas rigurosas de que realmente cometiera esos crímenes, y la persona designada por el Rey para investigar y que sirvió como eje del juicio contra ella, era un enemigo declarado.
Dejando errores históricos a parte, la película flaquea bastante en su guión, como en su falta de crudeza. Se nos está intentando retratar una tiparraca que supuestamente aterraba a medio condado, y lo único que vemos es una tia con una crisis de los 40 galopante. En ningún momento vemos el sufrimiento de las víctimas, ni la crudeza de Erzsébet.
En cuanto a los intérpretes, todos ellos bastante cumplidores, menos un William Hurt que, como es habitual en él, lo borda.
La película trata de contar estos hechos, pero de una manera poco rigurosa y sacándose de la manga una historia de amor que nunca sucedió. Al contrario de lo que se dice en la película, Erzsébet Batory nunca tuvo amante conocido; de hecho, se dice que era lesbiana. También es bastante criticable que su guión no incida sobre la controversia que suscita este personaje: no hay pruebas rigurosas de que realmente cometiera esos crímenes, y la persona designada por el Rey para investigar y que sirvió como eje del juicio contra ella, era un enemigo declarado.
Dejando errores históricos a parte, la película flaquea bastante en su guión, como en su falta de crudeza. Se nos está intentando retratar una tiparraca que supuestamente aterraba a medio condado, y lo único que vemos es una tia con una crisis de los 40 galopante. En ningún momento vemos el sufrimiento de las víctimas, ni la crudeza de Erzsébet.
En cuanto a los intérpretes, todos ellos bastante cumplidores, menos un William Hurt que, como es habitual en él, lo borda.