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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
7
Ciencia ficción. Terror Wheelsy es un pueblo soñoliento de Estados Unidos, pintoresco y tranquilo. Sus simpáticos habitantes no meten las narices donde no les llaman. Pero por debajo de este bonito barniz se esconde algo sin nombre, malévolo, y ese algo crece. Nadie parece darse cuenta de que cada vez hay más avisos de animales de compañía perdidos ni que Grant Grant, uno de los ciudadanos más prósperos del pueblo, empieza a comportarse de un modo muy raro. ... [+]
8 de enero de 2021
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La mejor definición para esta película es, sin duda, buena mierda. Slither: La plaga es la esencia misma de aquellas producciones de bajo presupuesto que, aun habiendo sido tristemente vapuleadas por crítica y público, hoy gozan de una posición de culto y respeto gracias al paso del tiempo. Y eso mismo es lo que le ocurre, u ocurrirá, a esta cinta donde James Gunn se viste de Herbert West para reanimar mediante una mezcla de vísceras y viscosidades la comedia negra de Peter Jackson, Sam Raimi o del mismísimo Wes Craven con la mediación espiritual de la legendaria Troma Entertainment. Atiborrada de referencias al cine de terror, Gunn toma descaradamente lo que quiere de proverbiales cintas del género para la creación de este engendro de la naturaleza tan divertido, hilarante y satírico que es una auténtica joya para todos los amantes, e incluso nostálgicos, de una rama cinematográfica tan marginada.

James Gunn toma prestado el argumento de La masa devoradora de Irvin S. Yeaworth Jr. (1958) para construir su historia sobre ultracuerpos que amenazan la paz del pequeño pueblo sureño de Wheelsy. Una historia vista hasta la saciedad en la euritmia de ciencia-ficción y terror, pero no es esto lo que convierte a Slither: La plaga en una parada obligatoria. El ingenio e inventiva del director para ensamblar su monstruo de Frankenstein personal mediante piezas mugrientas y olvidadas de cada década del cine de género, impregnadas en el pestilente perfume de una serie B revitalizada, es tan divertida como emocionante y, sobretodo, un ejercicio de reivindicación plausible a todas las aberraciones de videoclub y VHS que hicieron soñar, a base de pesadillas, a más de una generación de espectadores.

Desde el planteamiento se augura el tono socarrón que va a permitir a la película funcionar tan bien. Un planteamiento artificialmente acelerado, habitual en las producciones que homenajea, que busca llegar lo antes posible al nudo para marcar el endiablado ritmo narrativo que la hace tan divertida y ligera de ver. Sus personajes, de psicología nula, son presentados como parte del campechano entorno de Wheelsy a golpe de chistes zafios con muy mala baba, como ese alcalde MacReady (Gregg Henry) que desprestigia al partido republicano al que el polémico director está acostumbrado a provocar.

Con la presentación de su antagonista, el director no solo da paso a la acción, sino que también comienza a hilar su retahíla de referencias. Ya sea con el icónico travelling nervioso a ras de suelo de Posesión infernal (Sam Raimi, 1981) o con la transmutación del secundario de lujo Michael Rooker a lo La mitad oscura (George A. Romero, 1993), James Gunn nos recuerda a John Carpenter con los marcianos (o alienígenas) suplantadores de identidad de La cosa (El enigma de otro mundo) (1982) o Están vivos (1988) con la ruralidad de La niebla (1980) parodiando las relaciones maritales de La cara del terror (Rand Ravich, 1999), nos recuerda a Peter Jackson y sus zombis de Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro) (1992) con el mórbido diseño de Mal gusto (Bad Taste) (1987) e incluso a Wes Craven y su ya legendaria escena de la bañera de Pesadilla en Elm Street (1984). Todo llevado con mucho ingenio y, sobre todo, con mucha guasa, que aun teniendo grandes dosis de comedia negra sabe mantener la tensión cuando es necesario recompensando con pequeñas muestras de gore que van como anillo al dedo a esta humilde producción canadiense. Hasta Rob Zombie tiene su pequeño cameo.

El equipo de efectos especiales y maquillaje hacen una labor sobresaliente que nada debe envidiar a las grandes producciones, unos auténticos artistas de lo grotesco que mezclan la artesanía protésica con las innovaciones digitales del 2006 capaces de transformar a sus actores en auténticas asquerosidades vivientes a la altura de leyendas vivas como Greg Nicotero o Tom Savini. Pero esas impecables labores tienen, como daño colateral, el arrebato de las grandes cualidades interpretativas de Michael Rooker, el cual se ve imposibilitado de brillar bajo tantas capas de carne y pringue. El resto del elenco cumple, sin más, con sus papeles, exceptuando a la bellísima Elizabeth Banks que, por su frialdad, tiende a quedarse fuera de escenas destinadas a la conmoción del espectador.

Casposa y rancia como sus principales virtudes, Slither: La plaga es diversión asegurada, y un auténtico regalo de reyes para todos los que, al igual que un servidor, admiramos con devoción esas pequeñas grandes producciones de terror que nos hicieron temblar de risa y para las que James Gunn hace el homenaje definitivo desde la admiración y, especialmente, la desvergüenza que ha marcado la carrera de este director. (7.5).
Tiggy
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