Las películas al igual que los amigos, tienen sus días sus momentos, y ocasiones... Si estamos disgustados y nos vamos de fiesta, puede suceder que nos aburramos porque prevalece domina en la cabeza nuestro problema, o al contrario, que al distraernos, se aleje la preocupación.

El valor de una sensación, siempre es relativo, y entre ellos se encuentra el visionado de una película. Tal vez el día que vi RANER 249, no fue el mejor... o sí. Pero esperaba mucho más de la secuela.
El gran lastre, podría hallarse en la comparación, según mis entendederas, que solo se mueven por gustos y emociones despertadas: Escenas muy hermosas, construidas para hacernos olvidar a su predecesora, pero con muy escasa implicación emocional.

Ryan Gosling frío, y Harrison Ford cansado; no consiguen retomar la curiosa esencia que destilaba la original.
Atmósferas impactantes y una hermosa fotografía, para un producto que convencerá a la mayoría.