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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Aventuras. Drama Crónica de los diversos avatares que precedieron al rodaje de "La reina de África", de John Huston. El director viajó a África con el pretexto de localizar los exteriores, pero, una vez allí, para desesperación del productor y el resto del equipo, resultó que su único y verdadero objetivo era cazar un elefante. (FILMAFFINITY)
24 de junio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Habida cuenta del gusto de las plataformas de contenidos por las advertencias —le pone uno a sus sobrinitos un capítulo de «La patrulla canina» («PAW Patrol», 2013) con miedo a que, en su lugar, vayan a asistir al «reboot» de «A Serbian Film» (ídem, 2010)—, el visionado de esta «Cazador blanco, corazón negro», como el resto de películas de Clint Eastwood —o, en general, cualquier cinta rodada antes del último lustro— debiera quizá venir precedido de una que avisara de la conveniencia de quitarse los —hoy ubicuos— anteojos de la cancelación.
En efecto, su no por lúdica menos afilada recreación del rodaje —en rigor, preproducción— de «La reina de África» («The African Queen», 1951), con título —«The African Trader»— y los legendarios nombres de Huston, Bogart y Hepburn oportunamente alterados supongo que por motivos de «copyright», se erige en celebración, y con no poco jolgorio, de una masculinidad honesta y desacomplejada —también pendenciera y borrachuza, para qué mentir— ya por entonces en vías de extinción —«oda al machismo», «épica realizada para enaltecer la esencia masculina del hombre», en palabras de Rita Kempley, del Washington Post—.No en vano John Huston encarnaría uno de los ejemplos más conspicuos de tal «dasein», del que Eastwood, a sus 92 años, se antoja una reliquia casi antediluviana.
Lo mismo puede decirse de su manera de rodar, de una hermosa sencillez que resulta especialmente llamativa cuando se la compara con los tumefactos amaneramientos de nuestros días. La cámara se limita —es un decir— a registrar el devenir de los personajes, usando la iluminación, los ángulos y la distancia focal para apoyar lo que éstos expresan con unas actuaciones en las que, por encima de todo, prima la naturalidad. Ejemplo ilustrativo es la maravillosa recreación que el propio Eastwood entrega de un tipo de la arrolladora personalidad de Huston. La mera y asimismo amenazada esencia del cine clásico, vaya. Y sentido común, eso también.
Carorpar
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