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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
9
Drama Noriko vive con su padre viudo y cuida de él, pero ya va siendo muy mayor para permanecer soltera. Su padre desearía casarla, aunque ello represente su definitiva soledad. Lo malo es que el candidato a matrimonio se casa con la mejor amiga de Noriko. Su tía Masa le presenta a un joven a su pesar. (FILMAFFINITY)
25 de noviembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Ozu proporciona un inestimable placer visual. La precisa geometría de sus encuadres, pareciera que tirados a escuadra y cartabón, y el leve contrapicado que imprime a las imágenes contribuyen a la belleza de un lenguaje fílmico, además, muy característico, de hecho inconfundible.
A la paz de espíritu que siempre trae la contemplación de la belleza se suma la contagiada por esa lentitud de mundo antiguo y, por desgracia, extinto, no sólo característica del Japón anterior a la bomba atómica, sino del de nuestros mayores todos, que Ozu acostumbra a retratar, como reivindicándola frente a las prisas modernas. Encarnación de lo cual, junto al moroso tempo de la película, es la cachaza casi búdica de un Chishu Ryu sencillamente maravilloso.
Pero cuidado, la defensa de un estilo de vida más calmo no es óbice para la crítica feroz que a ciertos valores tradicionales dedica Ozu en esta “Banshun”, en concreto a la situación de absoluta intrascendencia que éstos reservan a la mujer, más allá de su función en tanto criada del padre primero y del esposo después. Resulta particularmente doloroso ver cómo la luminosa Noriko que interpreta Setsuko Hara se va apagando conforme se acerca el día de esa boda que todo el mundo quiere para ella... menos ella misma. El anhelo de quedarse junto a su venerado padre viudo y el rechazo que le inspira el matrimonio parecen no ya inaceptables, sino directa y desoladoramente incomprensibles para una sociedad reticente a abandonar dinámicas ancestrales y, por ende, profundamente arraigadas en el inconsciente colectivo. En contraste, la libertad con que vive su vida la felizmente divorciada Yumeji Tsukioka no hace sino acrecentar la sensación de sofoco.
La tensión irresoluble entre tradición y modernidad atraviesa las historias, sólo en apariencia mínimas, de Ozu. Un tema recurrente es, asimismo, el de la soledad. El retrato alegórico que hace de ella el último plano de “Banshun”, las manos de Chishu Ryu pelando una manzana en una sola tira —como probablemente le enseñara en su día a hacerlo a una Noriko niña—, constituye un ejemplo antológico de lírica sin engolamiento. En fin, al que no se le salten las lágrimas después de ver esta joya no tiene corazón.
Carorpar
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