Simpática comedieta sin más pretensiones que hacer pasar un rato agradable al espectador menos exigente. Una inofensiva cinta de consumo rápido y fácil olvido.
Porque nada en "Los becarios" destaca especialmente, ni siquiera en lo negativo. Estamos, en definitiva, ante un claro ejemplo del triunfo de la mediocridad, como que Owen Wilson se diga actor, y le paguen por ello.
El guión no es nada del otro mundo, la dirección brilla por su ausencia, y el retrato que hace del gigante "Google" resulta complaciente hasta rayar en la adulación. ¿Qué nos queda? El pretendido carisma de sus dos zopencos protagonistas, inescrutable- por no decir inexistente- en el rubio platino Wilson, y mucho más relevante en el corpulento Vince Vaughn, al que la película fía gran parte de sus posibilidades. Éste, robaplanos consagrado, topa en "Los becarios" con un pequeño problema de raíz gremial, y es que sus compañeros de reparto son actores tan insignificantes que no tiene a quien sisar el plano, más que a sí mismo. Eso sí, la episódica aparición del gran- en todos los sentidos- John Goodman llena la pantalla- también a todos los efectos, pero mucho más en el cinematográfico-. Y la intervención, casi cameo, de Will Ferrell aporta unas hilarantes gotas de sal gruesa y mala baba muy de agradecer.