¿Qué necesidad hay de enturbiarlo todo con un final tan lacrimógeno, sensiblero, estúpido e ilógico? Aunque tampoco era necesario el sempiterno tema de la maternidad (si es una mujer protagonista parece que siempre tenga que arrastras algún drama de hijos detrás, claro...), vale que tenga un pase, porque además es muy original que la trama haga creer que la protagonista haya vivido la muerte de su hija en el pasado cuando en realidad sucederá en un futuro, pero... ¿¿de verdad sabes que tu hija se va a morir de cáncer y aún así la tienes?? ¡¡VENGA YA!! ¿Qué clase de cruel masoquista tomaría esa decisión? Parece que toda la filosofía americana se resume en el simplón "disfruta del momento", "sé feliz con tu familia y no pienses en el futuro aunque lo conozcas...", filosofía digna del más pueril Mr. Wonderful para estupidizar a la gente echando por tierra un argumento que hasta ese momento resultaba convincente. Pero claro, hay que meter con calzador el final sentimental y el sufrimiento que dignifica... Una película europea plantea la vida como es, o al menos deja un final más abierto y coherente, no siempre este decálogo tontorrón de buenos deseos. Menuda estafa.