Creo que Marco Berger realizó el montaje con el material que contaba... pero la dirección de Martín Farina no rescató todo el potencial que los vestuarios y la cotidianidad de los jugadores alejados del foco mediático de un campo de futbol, podrían haber conseguido.

Es un relato al que perfectamente, podría calificarse de mediocre, alargado hasta alcanzar casi los 80 minutos. Creo que deseaba mostrar la virilidad de unos deportistas que encienden pasiones en el campo y a nivel personal, por lo que representan.

Combinación de intimidad y mucho plano fijo, con charlas y escenas apartadas del interés real que hubiera podido ofrecer, si el enfoque fuera otro.