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Argentina Argentina · Buenos Aires
Voto de Juan Rúas:
8
Drama Crónica autobiográfica de un grupo de adolescentes, entre los que se encuentra el escritor Jim Carroll, a los que sus travesuras están a punto de llevarlos por oscuros caminos de la desesperación, ya que sus actividades fuera de clase amenazan con destruirlos. Esnifando productos de limpieza, riéndose con fotografías pornográficas, participando en pequeños hurtos, estos cinco amigos apenas mantienen la cabeza a flote al perder el control de sí mismos. (FILMAFFINITY) [+]
26 de octubre de 2010
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suena extraño que en medio de esos ambientes turbios, celosamente sucios y perdidos, de pronto pueda escucharse un frase al estilo: "caen las lluvias del mes sobre mi ánimo". Pero que el protagonista se trate de un pibe con educación y aspiraciones poéticas complementa a una obra que de otra manera hubiera quedado en las superficie de las adicciones. Así como el morbo alucinado de Transpotting o la sátira negra que por momentos ofrece Réquiem por un sueño, Diario fluctúa entre la imagen autoexplícita más babosa y la fluidez narrativa al ritmo de un poeta.

El argumento es conocido: pibes de los suburbios que caen en el mundo nefasto de las drogas. A diferencia de otras pelis que resaltan las drogas más conceptual que empíricamente, Diario establece la fórmula contraria: su "prosa" es muy física y táctil, la transpiración, la saliva y otros fluidos corporales hacen casi escatológica la experiencia, dejando a los personajes en posiciones ausentes de toda dignidad personal, denigrándolos asi como ellos se denigran a si mismos.

Dicha postura por parte de la dirección no es gratuita, porque en la peli hay dos puntos de vista enfrentados: el de los jóvenes y, significativamente, el de las intituciones sociales básicas. Conservadurismo y liberación, porque el prota perdido, un DiCaprio al límite de la excelencia actoral, es ninguneado más de una vez tanto por la Iglesia (castradora como en la escuela); la escuela y la familia, llegando a esta última con una falta de piedad y contención inquietante. Entonces, casi disimulando, la peli baja una preguntita que no se interesa en contestar: ¿Será la destrucción de los antiguos estatutos sociales, hoy ya decadentes y represivos, una de las causas para esta juventud cada vez más descarriada y delictiva?

Para cuando la peli hizo uso de esta arma secreta, ya el punto de vista se adueña pura y exclusivamente del prota, volviendo la trama algo netamente personal, pero igualmente lúcido.
Juan Rúas
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