Imposible no encontrar una y mil similitudes con ese bendito distrito. Lugar que al ser tan mencionado y explotada su geografía cinematográficamente no me sorprendería que quede en la mente del espectador como esos sitios poderosos que ya no se olvidan. Es notoria la mano de Jackson en los efectos especiales; lo curioso es que la historia, tal vez, no necesitaba semejante carga digital.

Si ves el distrito, puedes ver el centro de refugiados de Haití que actualmente y desde hace ya varios años se encuentra en USA. Puedes relacionarlo facilmente con esas favelas brasileras, mucha chapa, chozas modernas, unas junto a otras. Puedes encontrar similitudes con esas mini urbes suburbiales que deben construir los inmigrantes, muchos de ellos ilegales, en diversos puntos del globo: diversos puntos siempre tan alejados de su amor de origen. Si la peli toma recursos narrativos propios del falso documental...pero con aliens, observar en estos seres comportamientos tan humanos no cuesta nada: son la escoria de toda ciudad, la basura bajo la alfombra, son lo extraño que llega para quedarse y aún así no terminamos de aceptarlo, son carne de cañón para el cuarto poder. Valiéndose de entregas como REC o El diario de los muertos, la cámara busca familiarización por parte del espectador con aquello tan raro que expone. En mi opinión lo consigue con creces.
Pero, ay ay, me desilusioné y perdón si a alguien le conmovió Distrito 9 (algo perfectamente posible) pero allí donde yo traducía una lectura política de pronto estallaron ante mí los disparos, las explosiones, la sangre a raudales, los robots. Y es que en algun punto sentía que estaba viendo Transformers, una historia riquísima al servicio de un aluvión de efectos especiales descargados a mansalva y de golpe.

Allí es donde mi fascinación decayó, pero Distrito 9 ofrece un lugar y todo lo que el representa: quiero quedarme con eso.