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Voto de McCunninghum:
8
7,4
164
Documental
Obra maestra del DJ y cineasta John Gianvito, parece un suplemento de las visitas turísticas del matrimonio De Oliveira al final de Cristovao Colombo, o enigma donde los ancianos lusos – como padres de su patria- buscaban placas con huellas de los descubridores del continente para trazar una teoría histórica autista y revolucionaria sobre el origen de Cristobal Colón. Por su parte Gianvito rastrea y encuentra tumbas, estatuas, ... [+]
26 de septiembre de 2010
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos tiempos se ha producido el advenimiento de un cine ensayístico (experimental, excéntrico, extenuante si se quiere) que aboga por una formalización absoluta, y cuyos mayores logros están aún por venir. Lejos de la eternidad planificada y a-ideológica de rodar el Empire State hasta que se acabe la película, esta nueva puesta en forma de la imagen responde a un extremismo de izquierdas explícito. Estalinización cinematográfica que se traduce en la configuración de unos dispositivos suprematistas, que dejan de lado el realismo ontológico típico de la imagen documental, produciendo una "forma que piensa". Estructuras que son sólo yuxtaposiciones - a veces siquiera eso-: lugar de la sutura plena en la que el otro está obligado a llenar los huecos. La cúpula estalinista del Partido de la Forma que Piensa está formado por su presidente James Benning (cuyo penúltimo film son siete planos estáticos, uno de ellos de una hora de duración) y la vicepresidenta Sarah Lockhart (autora del panfleto terrorista-comunista Lunch Break, un travelling frontal del pasillo de una fábrica rodado como un plano secuencia de cinco minutos y ralentizado hasta casi las dos horas).
La de Gianvito acoge la dogmática de este documental observacional y mormón y la livianiza en cierta manera. Sus planos, también frecuentemente estáticos y sin voz, carecen de la dilatación temporal de Benning y Lockhart, y su yuxtaposición es más dinámica. Sin embargo, en este caso el tema es lo extremoso: en el film de Gianvito lo que veremos es mayormente una serie de lápidas y tumbas, y un buen número de carteles conmemorativos de diversas masacres. Entremedias, algún plano del viento meciendo los árboles. En apariencia, nada más...
Sin embargo, a lo largo de la película, montada en un orden cronológico estricto, va apareciendo lo que podríamos llamar, con Walter Benjamin, una débil fuerza mesiánica que germina en la lectura, casi como en un mantra, de los nombres y las fechas de los muertos. En esta enumeración, en absoluto inocente, se pone en funcionamiento un proceso sistemático de redención de los desnudos y los muertos, de los oprimidos y de los vencidos. De aquellos que entregaron su vida a la idea de la libertad, aun cuando quedaran ensoberbecidos por "el poder de la verdad", como se lee en la lápida de algún liberador en Pennsylvania. Así, la de Gianvito es una fenomenal clase de historia de los derechos civiles y sindicales en el norte de los States. Como párvulos, lo seguimos por cementerios y miramos los carteles que nos señala, donde se lee que tal día de tal año la policía cargó indiscriminadamente contra un grupo de obreros, o mineros, o...
La de Gianvito acoge la dogmática de este documental observacional y mormón y la livianiza en cierta manera. Sus planos, también frecuentemente estáticos y sin voz, carecen de la dilatación temporal de Benning y Lockhart, y su yuxtaposición es más dinámica. Sin embargo, en este caso el tema es lo extremoso: en el film de Gianvito lo que veremos es mayormente una serie de lápidas y tumbas, y un buen número de carteles conmemorativos de diversas masacres. Entremedias, algún plano del viento meciendo los árboles. En apariencia, nada más...
Sin embargo, a lo largo de la película, montada en un orden cronológico estricto, va apareciendo lo que podríamos llamar, con Walter Benjamin, una débil fuerza mesiánica que germina en la lectura, casi como en un mantra, de los nombres y las fechas de los muertos. En esta enumeración, en absoluto inocente, se pone en funcionamiento un proceso sistemático de redención de los desnudos y los muertos, de los oprimidos y de los vencidos. De aquellos que entregaron su vida a la idea de la libertad, aun cuando quedaran ensoberbecidos por "el poder de la verdad", como se lee en la lápida de algún liberador en Pennsylvania. Así, la de Gianvito es una fenomenal clase de historia de los derechos civiles y sindicales en el norte de los States. Como párvulos, lo seguimos por cementerios y miramos los carteles que nos señala, donde se lee que tal día de tal año la policía cargó indiscriminadamente contra un grupo de obreros, o mineros, o...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Al leer -sí, esta película está hecha para leer-, se produce el encantamiento: como si esas palabras, serigrafiadas en piedra, hubieran sido escritas, no sólo para la eternidad y la memoria colectiva, sino muy expresamente para este ejercicio de epifanía sindical y obrera, esta misa de los héroes inocentes. En la repetición de las palabras escritas para el infinito humano, acontece la idea de una línea de tiempo, una historia común, de un mismo ideal. La libertad, tan atávica e indistinta como el viento que se pasea sobre los campos de batalla y los sepulcros, siempre idéntico, siempre el mismo. Como el ansia de libertad. Y el ánimo de lucro.
El propio Gianvito rompe su propia estructura introduciendo pequeños cortes animados por él mismo, con lápiz sobre papel, que aún quedan inexpugnables para quien escribe. Como, quizá, ese último minuto intrusivo cual videoclip, con movimiento, bailes, gritos y musicón. Parece decir, frente al susurro del viento: la libertad ahora ha de gritar.
Es honorable que aún siga existiendo un izquierdismo que hace filmes. Sean clases de historia magistrales, sean documentales musicales a lo Jem Cohen, que es, como Gianvito, ministro de Asuntos Interiores. Que siga soplando el viento. ¿Hasta la victoria?
El film pudo verse en la sección paralela de Documentales y No-Ficción del 58 Festival de Cine de Donostia.
El propio Gianvito rompe su propia estructura introduciendo pequeños cortes animados por él mismo, con lápiz sobre papel, que aún quedan inexpugnables para quien escribe. Como, quizá, ese último minuto intrusivo cual videoclip, con movimiento, bailes, gritos y musicón. Parece decir, frente al susurro del viento: la libertad ahora ha de gritar.
Es honorable que aún siga existiendo un izquierdismo que hace filmes. Sean clases de historia magistrales, sean documentales musicales a lo Jem Cohen, que es, como Gianvito, ministro de Asuntos Interiores. Que siga soplando el viento. ¿Hasta la victoria?
El film pudo verse en la sección paralela de Documentales y No-Ficción del 58 Festival de Cine de Donostia.