Es indudable la satisfacción que produce el ver como Blade Runner 2049 respeta tanto la esencia del primer film, con múltiples referencias a ese ambiente futurista y distópico que con excelentes técnicas representa Scott en 1982. Y es cierto, no me quejo; me encanta sentir como podemos disfrutar y sumergirnos en la ciudad oscura iluminada por carteles de colores, los suburbios, los diálogos intensos y pausados, etc. Sin embargo, todo ello pierde fuerza cuando apreciamos la despiadad frialdad con la que Dennis V. y Ryan Gosling (qué también contribuye) lo muestran. Y aunque no cabe duda de que la naturaleza de una distopía no es más que representar las miserias de la sociedad, en el primer film se arrojaba algo de luz en esa oscuridad, a través un amor puro que rompía con los esquemas de la película, pero, en este film, no hay lugar para conmovernos y salir de la “rutina cazareplicantes”. En definitiva, un film más oscuro y menos completo que su predecesor, aunque digno de ser su secuela.