Media votos
6,3
Votos
2.388
Críticas
316
Listas
13
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de Alberto M Laguía:
8
![](https://filmaffinity.com/images/myratings/8.png)
3 de junio de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un noble inglés se niega a seguir los mandatos del monarca Jacobo II, el rey lo manda ejecutar y, no contento con ello, desfigura a su hijo con una sonrisa eterna que lo hará sufrir para siempre ,a pesar de su falsa expresión de felicidad. Esta historia, basada en una novela de Víctor Hugo, es en la que se basa esta maravillosa película de cine mudo que, no en vano, nos recuerda al cine expresionista alemán. De hecho, su protagonista, el berlinés Conrad Veidt, es el sonámbulo Cesare de “El gabinete del doctor Caligari” de Robert Wiene (1920).
El guion de la película me pone la piel de gallina, y la representación de Veidt sólo podía ser el preámbulo de las espectaculares interpretaciones que la historia del cine nos tenía preparadas para el Joker, archienemigo de Batman, quien se crearía, en parte, gracias a “El hombre que ríe”.
Pese a que la película va decayendo lentamente para agarrar fuerza de nuevo al final, el conjunto no desmerece y brilla (insisto, gracias al guion adaptado y a la maravillosa actuación de Veidt).
La vida en el circo supuso un excelente prólogo para lo que también estaba por venir, la estremecedora “La parada de los monstruos” de Tod Browning en 1932.
El guion de la película me pone la piel de gallina, y la representación de Veidt sólo podía ser el preámbulo de las espectaculares interpretaciones que la historia del cine nos tenía preparadas para el Joker, archienemigo de Batman, quien se crearía, en parte, gracias a “El hombre que ríe”.
Pese a que la película va decayendo lentamente para agarrar fuerza de nuevo al final, el conjunto no desmerece y brilla (insisto, gracias al guion adaptado y a la maravillosa actuación de Veidt).
La vida en el circo supuso un excelente prólogo para lo que también estaba por venir, la estremecedora “La parada de los monstruos” de Tod Browning en 1932.