*El leitmotiv de la liberación sexual

Paco León debutó en el cine con su díptico personal formado por “Carmina O Revienta” y “Carmina y amén”. El realizador llega a una nueva historia llena de sensualidad con Kiki el amor se hace, con su propia adaptación de «The Little Death». El guion pone en el foco diversas filias sexuales, a través de un código sin prejuicios ni tapujos. Por lo tanto, no intenta hacer un relato políticamente correcto, pero tampoco cae en lo extremo. Gracias a ello, se dibuja un retrato fresco y lleno de sensualidad, donde la diversidad es la clave. Además, el guion de León consigue entrar fácilmente en la cotidianidad española, por lo que se ha realizado una buena mimetización con la idiosincrasia nacional. En ningún momento se perciba que sea un guion heredado, por lo que ha sabido hacer de esta historia algo completamente suyo.

Por otra parte, la carga humorística es excelente, va tejiendo una telaraña cómica sin llevarlo a lo irrisorio. Incluso, tiene ese efecto más dramático, donde se muestran las dificultades que pueden arrastrar todo tipo de parejas. Ese es otro de los puntos que más se disfruta de la película, la diversidad en la composición de los personajes que la forman. Aunque cada uno tiene una extraña particularidad, es innegable que no se transporte a una ambientación narrativa coherente y natural. Por lo cual, les invade una verosimilitud que convence y hace que el espectador pueda empatizar sin ningún problema. Hay que añadir la buena gestión de todas las historias, que se unen en una línea narrativa que va emergiendo hacia diferentes escaparates bien desarrollados. Solamente se puede comentar que, en algún momento, no sabe gestionar las transiciones entre una historia y otra, dejando cierto aroma a ligereza exacerbada.

*Juntos y revueltos

Dirigir un reparto coral como el que se encuentra en Kiki el amor se hace es un trabajo complejo. La razón no es otra que la diversidad de trabajos interpretativos que deben confluir para dar una buena composición artística. En este film se cumple con esa condición, ya que cada una de las piezas de este puzzle actoral encaja a la perfección con el siguiente, aunque haya algunos que brillen más que otros. En primer lugar, destacar la calidad del trabajo de Natalia de Molina y Álex Garcia, que, dentro de toda locura, tienen esos ápices de ternura y acción. Luego, Candela Peña vuelve a demostrar que la comedia es uno de los géneros que mejor controla, está impresionante, al igual que Luis Callejo, que ofrece una buena posición de partenaire escénico.

Después, el talento de Paco León, Belén Cuesta y Ana Katz fluctúa entre una brillantez especial y cierta falta de química en algunos casos. Aun así, este trío actoral sabe equilibrar la expresividad y controla el humor lo suficiente para suplir las flaquezas que surgen entre los intérpretes. Por otra parte, Alexandra Jiménez realiza un trabajo interpretativo en el que irradia talento y con el que es imposible no reírse. Magnífica. No ocurre lo mismo con David Mora, el cual no por su trabajo, sino por la concepción de su personaje, no termina de explotar. Por último, Mari Paz Sayago y Luis Bermejo forman, tal vez, la pareja más discordante, pero hay momentos realmente hilarantes, aunque se deba también gracias al trabajo de Rea Gutiérrez. Por lo general, la sinergia que fluye es tan disfrutable, que encumbra al film.

*El colorido veraniego

La sensación que deja Kiki el amor se hace desde un primer momento es una vorágine de deseo, sensualidad y divertimento. Sin embargo, el efecto que mejor aprovecha es transmitir ese ambiente veraniego, fresco, que invita al espectador pasar por el extraño paraíso particular de sus protagonistas. Para realizar esto, la dirección artística ha sabido crear una composición donde han prevalecido los colores más luminosos, mezclados con una paleta de colores rosácea, que invita a esa ligereza. Después, la disposición de los objetos en escena y la elección de la estructura visual, es lo que ha terminado de crear toda esa fantasía visual. Lo mismo sucede con la dirección fotográfica, aunque, en esta ocasión, luce en pos de la creatividad artística y no como elemento excepcionalmente destacable. Por lo cual, hay un acabado visual atractivo.

Por otra parte, otro de los elementos más significativos de la película es la composición de la banda sonora. Gracias a la selección musical que aparece en escena, hay esa vitalidad auditiva, que invita al espectador a levantarse del asiento o, como mínimo, dejarse invadir por esa dosis de buenrollismo. Cada una de las canciones que aparecen es apropiada y dan todavía más personalidad al film. Luego, el montaje de la película es dinámico, está en continuo movimiento, lo que hace que se mantenga a buen nivel y el ritmo no decaiga en ningún momento. Solo en diversas secuencias, se puede notar que no consigue confluir de una forma orgánica como quiere transmitir. Aun así, el resultado global es una explosión de sexo tropical con ganas de marcha y de liberación.

*Conclusión

Kiki el amor se hace es una película fresca, que invita al espectador a entrar en toda esa vorágine de vitalidad y humor. El guion goza de una buena adaptación al imaginario español, sin perder ese mensaje universal. Además, sabe hilar una comedia ligera con una irreverencia hilarante, pero sin una profundidad extensa. Después, el reparto principal tiene una buena conexión y brilla proporcionalmente, dando una composición actoral que triunfa en su conjunto. A nivel técnico, transporta al espectador a ese ambiente paradisiaco y fresco, gracias a una estructura visual y artística bien planteada, con una selección de colores excelente. Asimismo, la banda sonora está llena de energía y dinamismo. Una orgía de diversidad donde la audiencia se deja seducir.

Escrito por Diego Da Costa