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Voto de Cinemagavia:
5
Aventuras. Acción Basada en una de las series de videojuegos más vendidas y aclamadas por la crítica de todos los tiempos, "Uncharted" presenta a un joven, astuto y carismático, Nathan Drake (Tom Holland) en su primera aventura como cazatesoros con su ingenioso compañero Victor “Sully” Sullivan (Mark Wahlberg). En una aventura de acción que se extiende por todo el mundo, ambos se embarcan en una peligrosa búsqueda de “el mayor tesoro nunca antes ... [+]
11 de febrero de 2022
11 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
*El tesoro de Drake

Existen cientos de formas de afrontar este texto. Se podría hablar de Uncharted como adaptación y también se podría hacer como película de gran presupuesto. No sé si alguno de esos textos sería justo con la película o si hay alguna forma de olvidar que Sully es Sully y no Mark Wahlberg bajo el pseudónimo de Sully. Se haya entendido esa repetitiva frase o no, existen ciertas advertencias que el espectador —sea aficionado a los videojuegos de la saga o no— debería tener en cuenta antes de acudir a la sala de cine.

Uncharted no tiene personajes. Ya está, ha sido simple. Tiene esbozos, pero no personajes. Resulta llamativo que un conjunto de píxeles —con bigote o sin él— tengan una personalidad más definida que un humano perfectamente formado, ya sea por la madre naturaleza o los toqueteos del quirófano. ¡Ahora bien!, que aún no salte la alarma roja —o el rage quit—; hay dos elementos que salvan este apartado de la película —o más bien evitan el descarrilamiento—. Uno de ellos es la inagotable energía de Tom Holland, el otro es el carisma innato de Mark Wahlberg; no serán los mejores actores del universo, pero energía y carisma son dos factores fundamentales en una película de aventuras y alguien en la producción de Uncharted parecía saber eso.

*El reino de los ladrones

Es una lástima, por tanto, que el guion no transfiera ni una gota de carisma a los personajes. La presentación de ambos protagonistas no es terrible, muestra elementos de personalidad, pero esta se diluye durante los siguientes cuarenta minutos. Y es que esos dos personajes: Nathan Drake y Víctor Sulliban, se convierten en payasos. Cincuenta minutos de bromas, chistes estúpidos y momentos de vergonzoso ingenio son excesivos. Ya lo sería durante la mitad de ese tiempo, incluso durante una tercera parte; es más, imaginemos por un momento un mundo en el que los blockbusters tengan gracia, sería bellísimo.

Uncharted, sin embargo, no la tiene. Y no solo no arranca demasiadas risas, sino que dedica tanto esfuerzo a enseñar su parco ingenio en los diálogos que olvida, por el trayecto, escribir a los personajes para que nos importen. Muchos de esos mismos chistes, con personajes construidos, podrían funcionar por el simple hecho de conocer a dichos héroes. Algo que, por cierto, es lo que hacían los videojuegos en los que se basa. A veces no se trata de la calidad del chiste, sino que te importe y valores al que cuenta el chiste.

Como adaptación, no seré yo quien defienda ni la narrativa ni los personajes de los videojuegos de la saga Uncharted. Como videojuegos, funcionaban por la casi obscena obsesión por el detalle de sus creadores, por la construcción de escenas jugables espectaculares y por esas animaciones y gráficos que, dos saltos generacionales por delante, todavía impactan —ese edificio bajo el asedio de aquel helicóptero; y el que entendió: entendió—. Como ejercicio narrativo, a excepción de detalles de la cuarta entrega, la saga Uncharted en videojuegos nunca se ha caracterizado por ofrecer demasiada profundidad, pues no la necesitaba. La adaptación al cine de Uncharted quiere mantener esto y lo hace mediante un sistema extraño.

*La traición de Drake

Uncharted es un popurrí de la saga de videojuegos. La escena de apertura de la cinta —muy acertada e intensa— es un calco de cierta secuencia de acción con un avión como protagonista presente en el videojuego Uncharted 3: La traición de Drake. A partir de aquí, uno verá esa línea narrativa de Uncharted 4: El desenlace del ladrón, ese personaje de la segunda entrega, ese detalle de la primera… y así sucesivamente. Es extraño, sí, aunque no del todo malo. Da la sensación de que se han sustraído estos elementos de los juegos, se han colocado en un tapete y después se han rellenado los espacios. El problema es que quizá esos espacios son demasiado grandes y poco trabajados.

Para los aficionados a los videojuegos o no, para los amantes del cine o los que quieren ver a un Nate de carne y hueso: Uncharted es una saga estúpida. Es una saga estúpida en el sentido más delicioso posible. Resulta estúpida por delirante, por absurda, por divertidísima. Es estúpida porque no tiene miedo a serlo —pensad, por ejemplo, en el enemigo final del segundo juego—. La película también abraza la estupidez, la tontería inocente y pura, pero solo en la primera escena y en su tramo final. Uncharted tenía que haber creído más en su estupidez, en las posibilidades de ser un divertimento irracional y delirante; a Uncharted le sobra diálogo bobo y le faltan golpes; y es que… vaya golpes.

*El abismo de oro

Un párrafo entero irá dedicado solo para ellos, para los que esconden el rostro y los que teclean y dibujan. Los golpes en Uncharted son gloriosos. Sí, un párrafo entero, pero es que los leñazos son tremendos. Los especialistas de Uncharted han hecho un trabajo virtuoso, tanto en la simulación de castañazos como en las espectaculares acrobacias de algunos momentos. Un breve momento de aplauso para ellos y para los que han generado unos efectos especiales cuyos impactos se sienten —gracias también al uso del sonido— totalmente físicos y violentos.

Si el sonido ayuda a que nos creamos los apoteósicos mamporros, es una lástima que aquí venga relacionado lo que es el peor elemento de la película: las pistas de audio. La edición de sonido introduce en la práctica totalidad de Uncharted un hilo musical de fondo que asesina la poca tensión dramática que podía generar su guion. Si dos personajes hablan: les acompaña una música danzarina; si dos personajes comparten un momento triste: no podemos atender a los lamentos de ambos sin que nos den la tabarra con la continua melodía. Una banda sonora compuesta por Ramin Djawadi repleta de altibajos difícilmente explicables y que en ningún momento alcanza el impacto o sensibilidad de la banda sonora de los videojuegos; y la prueba está en la propia película.

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Escrito por Daniel González Fernández
Cinemagavia
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