Verónica abre con la madrugada del 15 de junio de 1991, donde una llamada de emergencia a la policía debido a la sucesión de extraños sucesos en un pequeño barrio madrileño será el aliciente para que el espectador descubra qué se esconde tras la nueva película del director Paco Plaza (REC, El segundo nombre), quien dirige esta espeluznante obra basada en unos archivos policiales que nunca han sido resueltos y que aterrorizaron a toda una generación.

Madrid, años 90. Verónica (Sandra Escacena), afectada tras la muerte de su padre, debe hacer frente a las dificultades familiares cuidando de sus hermanos mientras su madre (Ana Torrent) trabaja para sacar hacia delante su hogar. Acompañada de unas amigas, la joven juega la Ouija, acto que tendrá graves consecuencias en ella y abrirá la puerta a fenómenos paranormales.

A partir de este hecho, caminaremos en las sombras durante los últimos tres días en la vida de la protagonista después de jugar con la Ouija intentando contactar con su fallecido padre, provocando que la figura del mal se torne sobre ella y su familia.

Este intenso thriller psicológico, enmascarado en las convenciones del género de terror, consigue mantener al público enganchado mediante una estructura narrativa equilibrada cuya tensión va in crescendo cuanto más cercano es el fatídico desenlace. Gracias a la ambientación exquisita de una década en la que muchos encontramos un hogar, el director convierte Vallecas en el terrorífico escenario que retrata socialmente a la España del momento convirtiéndola en una pesadilla castiza del hecho que involucró a numerosos jóvenes curiosos que invocaban al atormentado espíritu de Verónica.

Plaza, como de costumbre, humaniza el terror haciéndolo más cercano bañándose en grandes referencias cinematográficas para elevar este metafórico relato en el Expediente Warren español al son de Héroes del Silencio. El espeluznante debut de Sandra Escacena es sólo un acierto en la elección de un casting multigeneracional con grandes niños prodigio en la línea de Cría Cuervos (Bruna González, Claudia Placer e Iván Chavero) acompañados por el reencuentro con Ana Torrent, todo un hito de nuestro cine patrio.

El esmerado trabajo realizado con Verónica la convierte en una película cuidada con cariño que, a pesar de no convertirse en leyenda, sí es un estimulante relato sobre las posesiones demoniacas envuelto de naturalismo sobre el despertar de los monstruos en la adolescencia.

Crítica realizada por Antonio Fuentes Belando:
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