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Voto de Cinemagavia:
7
Thriller. Acción. Terror Red (Nicholas Cage) es un leñador que vive alejado del mundo junto al amor de su vida, Mandy (Andrea Riseborough). Un día, mientras da un paseo abstraída en una de las novelas de fantasía que suele leer a diario, Mandy se cruza sin saberlo con el líder de una secta que desarrolla una obsesión por ella. Decidido a poseerla a cualquier precio, él y su grupo de secuaces invocan a una banda de motoristas venidos del infierno que la raptan ... [+]
22 de octubre de 2018
38 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 7,5

Anticipando el infierno

Red (Nicolas Cage) y Mandy (Andrea Riseborough) viven en medio del bosque, casi apartados del mundo, en pacífica comunión con la naturaleza Su casa de madera llena de ventanales que les permite dormir a cielo abierto, contemplando el cosmos. A veces pasan el día en un lago cercano, un paraje casi virgen. Bajo la aparente placidez de esas imágenes que conforman los primeros minutos de Mandy se esconden extraños detalles que funcionan como augurios de la violencia y la brutalidad, del mal y del horror que están por venir.

El cadáver de un pequeño cervatillo, el recuerdo infantil de Mandy sobre la muerte cruel, a manos de su padre, de unos estorninos, los planos cenitales del bosque acompañados del oscuro rock sinfónico de King Crimson, la voz de Ronald Reagan (el film se sitúa en 1983) y, de fondo, su discurso ultraconservador en la radio, un magnífico fundido que llena el plano de llamas anticipando el infierno al que deberá enfrentarse la pareja. Todo ello va sumergiendo progresivamente al espectador en una atmósfera irreal hasta embarcarle en una pesadilla que lo llevará (junto a sus protagonistas) al encuentro con una maldad horrenda, como dice Red en un momento del film.

Un relato clásico

Panos Cosmatos (hijo del hoy olvidado George Pan Cosmatos, realizador de títulos de acción de los 80 tan populares como Rambo: Acorralado Parte II y Cobra) recurre a una estructura clásica divida en tres capítulos, y a un sencillo relato sobre la venganza que remite a la épica y a la figura arquetípica del héroe clásico, encarnada en un Nicolas Cage desatado.

Mandy es un relato convertido en pura abstracción sobre la lucha eterna entre el bien y el mal, un viaje hacia la oscuridad plagado de obstáculos y enemigos terroríficos que el heroico guerrero deberá eliminar uno a uno hasta llegar al origen del mal, representado por la figura de un iluminado gurú (líder de una peligrosa secta de tarados), en las profundidades de la tierra (como si de un inframundo dantesco se tratara) y derrotarlo para recomponer el equilibro roto.

Referencias

En Mandy encontramos el cine de acción, crudo y violento de los años 80 junto al cómic y la literatura para adultos, mezcla de ciencia-ficción, terror, fantasía y erotismo, que hallaríamos en publicaciones como la norteamericana Heavy Metal (presente en España en revistas como Cimoc o 1984 durante los 80). El héroe de acción se funde con lo medieval, los moteros de los ángeles del infierno con los cenobitas del Hellraiser de Clive Barker. Lo esotérico, lo mitológico, lo religioso y lo demoniaco se unen bajo los efectos alucinógenos del LSD.

Mandy es una mezcla de numerosas referencias que se armonizan de manera perfecta, desacomplejada y casi lúdica. Y lo que es más importante, revela una personalidad que Panos Cosmatos ya había demostrado en su anterior film-pesadilla, Beyond The Black Rainbow (2010), en el que conjugaba la ciencia-ficción futurista y tecnológica bajo la influencia de Kubrick, el primer Cronenberg o el THX 1138 de un debutante George Lucas.

Atmósfera antes que relato

Panos Cosmatos certifica con su segundo trabajo que es un director que antepone la creación de atmósferas a la construcción del relato. En su cine priman las texturas sonoras y visuales, las formas, los colores saturados, los escasos diálogos, elusivos y enigmáticos. Su cine transmite la fascinación por unos códigos genéricos que el director devuelve al espectador en forma de imágenes (hiper)estilizadas, respetando su origen pero construyendo nuevas formas que esperan encontrar su lugar en el fantástico contemporáneo.

No se trata tanto de una operación nostálgica (aunque en el fondo pueda haberla) sino de apropiación y, al mismo tiempo, de reconstrucción de un material, convertido en bandera de autoría que el propio Cosmatos parece enarbolar con orgullo y sin complejos, sin pedir cuentas a nadie.

Escrito por Joaquín Fabregat
https://cinemagavia.es/critica-pelicula-mandy/
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