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España España · Palma de Mallorca
Voto de Robert Denigro:
1
Fantástico. Ciencia ficción. Comedia. Drama Bella Baxter es una joven revivida por el brillante y poco ortodoxo científico Dr. Godwin Baxter. Bajo la protección de Baxter, Bella está ansiosa por aprender. Hambrienta de la mundanidad que le falta, Bella se escapa con Duncan Wedderburn, un sofisticado y perverso abogado, en una aventura vertiginosa a través de los continentes. Libre de los prejuicios de su época, Bella se vuelve firme en su propósito de defender la igualdad y la liberación. (FILMAFFINITY) [+]
2 de febrero de 2024
436 de 657 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más raro del director Yorgos Lanthimos no son las rarezas de sus películas sino la forma en que su cine ha evolucionado desde una interesante perversión a una aburrida extravagancia. El punto de inflexión de este cambio llegó con "La favorita". Hasta entonces sus películas se movían dentro del género fantástico. Eran películas europeas para minorías. Pero "La favorita" era una película de época, de corte clásico y sobre todo feminista. El poderoso imperio del "me too" no pudo evitar postrarse a los pies de una película que hablaba de reinas díscolas de sexualidad no normativa. Oliva Coldman ganó el Oscar. Lanthimos despegaba hacia el olimpo de Hollywood amparado por el más eficaz sortilegio para embaucar al público: el feminismo.

“Pobres criaturas” también tiene el feminismo por bandera. La actriz Emma Stone interpreta a Bella Baxter, una joven que tras morir ahogada es revivida por un siniestro doctor. Bajo su tutela Bella va creciendo a medida que su mente atrofiada asimila con apetito curioso el comportamiento humano.

Pero esta nueva adaptación del mito de Frankenstein tiene muchas trampas. “Pobres criaturas” es, de nuevo, una excusa para el manifiesto feminista. Un discurso sobre la mujer fuerte, independiente y liberada. De lo que no ha logrado liberarse este modelo de mujer es de la belleza. La protagonista es el primer Frankenstein sin cicatrices. Una criatura de rostro perfecto y sexualmente atractiva. Porque el asunto va de sexo y una mujer fea no es buen reclamo.

Bella descubre pronto que meterse frutas y verduras en la vagina proporciona placer. A razón de esta lógica también descubre, en un burdel parisino, que la prostitución es una magnífica forma de ganar dinero y buenas fornicaciones (según sus propias palabras). Al parecer la clave del triunfo femenino es mantener una práctica sexual promiscua, diversa y continuada. Algo así como una dieta mediterránea del coito. Tal vez Bella aprende álgebra, filosofía o los ríos de Europa, pero todo eso queda fuera de la vista del espectador. La película se centra en el sexo como valor indispensable del empoderamiento.

Lo peor de “Pobres criaturas” no es su sexualidad histérica sino la falta de empatía de su protagonista. Bella es un ser profundamente antipático. No hay en ella ni un ápice de amor ni cariño. Bella observa el mundo como un robot, almacena datos y aprende, pero no quiere a nadie. La impertinente novedad de “Pobres criaturas” no es su sexualidad hipertrofiada sino la proclamación de un mundo gobernado por el capricho individual. Un mundo egoísta que se mueve por el placer inmediato. Un lugar donde podemos masturbarnos en público, vomitar en público y tratar con desprecio al prójimo. Un mundo sin pudor ni intimidad. Sin respeto ni educación. Bella es guapa pero sigue siendo un monstruo por dentro. Si Bella es el ejemplo a seguir entonces estamos glorificando la falta de humanidad. Porque follar sabe hasta el más tonto.
Robert Denigro
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