El comienzo de la película promete, más por recordar a "El Diablo sobre ruedas", con su parejita de muchachos acosados por un conductor invisible y su destartalada camioneta, que por méritos propios (la verdad es que podían haberle sacado mucho más jugo). Pero cuando se desvela la identidad del maníaco y su gusto por el diseño de interiores la cosa se empieza a tambalear un poco. Lo peor de todo es que en determinado momento la historia pretende dar una serie de explicaciones sobre el argumento como si fuese necesario (y recomendable) hacerlo en una película de estas características.