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Voto de dani:
9
7,0
20.843
Drama
Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de ... [+]
16 de octubre de 2015
123 de 139 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tuve la suerte de ver esta película bajo unas circunstancias muy favorables: con muchas ganas de ver el siguiente trabajo de Sorrentino tras la magnífica “La gran belleza”, sin apenas referencias acerca del argumento y en el marco del festival de Sitges con lo que eso conlleva: estreno, cine a rebosar, auditorio con pantalla gigante, ambiente de festival, primera fila, audio increíble..., y varias semanas antes de su estreno en salas, con lo que nadie me iba a influenciar. El contexto me acompañaba, y la película no me defraudó, a pesar del peligro que conlleva invariablemente la siguiente película que un director hace tras una obra maestra.
Lo primero que me llamó la atención fue que había escuchado “rumores” acerca de que esta película la había hecho con las sobras de “La gran belleza”. Pues sí que debía tener metraje sobrante para poder hacer dos películas con todos los actores diferentes, rodada en dos países diferentes y en un idioma diferente!!!!
En “La juventud” que nos ocupa aparecen Michael Caine y Harvey Keitel como una pareja de viejos amigos, más amigos que viejos, pasando unas vacaciones en un balneario para ricos en los alpes suizos y arreglando el mundo con sus divagaciones de viejunos. Para mí, de las mejores parejas cinematográficas de los últimos años. Aparece también Paul Dano como secundario de lujo (me sonaba este chico de cara asimétrica, no en vano ya había hecho buenos papeles en “Little Miss Sunshine”, “Prisoners” o “12 años de esclavitud”, pero sobretodo me gustó como protagonista de la sorprendente “Ruby Sparks”, de los mismos directores de “Little Miss Sunshine”). Aparece igualmente Rachel Weisz cumpliendo muy bien con el cometido de dar vida a la hija de Michael Caine; la tenía por medio desaparecida desde su papelón en “El jardinero fiel” (que le valió un Oscar y un Globo de Oro), la más discreta “Agora”, “My Blueberry nights” o “Langosta” (de Giorgos Lanthimos, y que todavía tengo pendiente, pues no me quito de la cabeza la estupenda “Canino”).
Así que tenemos bastantes ingredientes como para no considerar esta película como “sobrante” de “La gran belleza”. En lo que sí observo similitudes con su anterior trabajo es en el exquisito gusto por la estética, en el cuidado manejo de los tiempos y en la banda sonora como elemento fundamental del desarrollo del film (todo esto me recuerda a un poco al cine de Xavier Dolan, con las diferencias evidentes en otros aspectos). Todo ello junto me hizo pasar a mí y a los que me rodeaban en las butacas (estoy seguro) las mejores 2 horas de cine en lo que llevamos de año. Con una sonrisa permanente en la cara que no se borró tras los títulos de crédito y todavía asoma al recordar la película.
Lo primero que me llamó la atención fue que había escuchado “rumores” acerca de que esta película la había hecho con las sobras de “La gran belleza”. Pues sí que debía tener metraje sobrante para poder hacer dos películas con todos los actores diferentes, rodada en dos países diferentes y en un idioma diferente!!!!
En “La juventud” que nos ocupa aparecen Michael Caine y Harvey Keitel como una pareja de viejos amigos, más amigos que viejos, pasando unas vacaciones en un balneario para ricos en los alpes suizos y arreglando el mundo con sus divagaciones de viejunos. Para mí, de las mejores parejas cinematográficas de los últimos años. Aparece también Paul Dano como secundario de lujo (me sonaba este chico de cara asimétrica, no en vano ya había hecho buenos papeles en “Little Miss Sunshine”, “Prisoners” o “12 años de esclavitud”, pero sobretodo me gustó como protagonista de la sorprendente “Ruby Sparks”, de los mismos directores de “Little Miss Sunshine”). Aparece igualmente Rachel Weisz cumpliendo muy bien con el cometido de dar vida a la hija de Michael Caine; la tenía por medio desaparecida desde su papelón en “El jardinero fiel” (que le valió un Oscar y un Globo de Oro), la más discreta “Agora”, “My Blueberry nights” o “Langosta” (de Giorgos Lanthimos, y que todavía tengo pendiente, pues no me quito de la cabeza la estupenda “Canino”).
Así que tenemos bastantes ingredientes como para no considerar esta película como “sobrante” de “La gran belleza”. En lo que sí observo similitudes con su anterior trabajo es en el exquisito gusto por la estética, en el cuidado manejo de los tiempos y en la banda sonora como elemento fundamental del desarrollo del film (todo esto me recuerda a un poco al cine de Xavier Dolan, con las diferencias evidentes en otros aspectos). Todo ello junto me hizo pasar a mí y a los que me rodeaban en las butacas (estoy seguro) las mejores 2 horas de cine en lo que llevamos de año. Con una sonrisa permanente en la cara que no se borró tras los títulos de crédito y todavía asoma al recordar la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
- La pareja protagonista, y para mí es tan protagonista Mick Boyle (Harvey Keitel, por quien tengo una predilección especial) como Fred Ballinger (Michael Caine), es espectacular. Sus diálogos no tienen desperdicio, tanto cuando apuestan sobre “el silencio” de otra pareja del hotel como hablando de la relación fallida de sus respectivos hijos entre sí. O cuando se quedan boquiabiertos al ver a Miss Universo metiéndose en pelotas en la piscina donde ellos están. O cuando van disfrazados de montañeros de arriba a abajo para subir en un teleférico. O cuando se preguntan acerca de sus próstatas, de cuánto han meado hoy. Pero sobretodo es espectacular porque rezuman humanidad, se conocen desde siempre y muestran una complicidad de verdadera amistad que hacía tiempo que no veía en el cine.
- La escena en la que Lena Ballinger (Rachel Weisz) le suelta a su padre todo lo que tenía guardado, bañados en chocolate, es como una bofetada de realidad. Y cuando al finalizar la escena se ve cómo la camilla del padre desciende, es como una perfecta metáfora de aceptación de las acusaciones.
- El personaje de Maradona con un gran tatuaje de Marx en la espalda (interpretado por un actor, yo pensé que era él mismo) es un toque de humor que siempre hace reír.
- Las actuaciones de cada noche en el escenario del balneario, entre otros de Mark Kozelek haciendo de sí mismo (me gusta mucho su música), y los comentarios y miradas de Jimmy Tree (Paul Dano) al respecto de las mismas son para subrayar en el guión.
- El engaño de Fred Ballinger cuando por fin va a visitar a su mujer que todos creemos muerta y aparece visitando la tumba de Stravinsky y la cara de su mujer, casi en estado vegetativo, con la boca abierta porque se quedó así, cantando las “Canciones Sencillas” que nadie más podía interpretar, y que vuelve a aparecer intercalada en la última escena del concierto con la soprano china, me hizo un nudo en el estómago.
Y así, una tras otra, no acabaría de comentar las escenas porque todas me llenaron: el conjunto de todas las actrices de todas las películas que había hecho Mick Boyle en el prado, o los guionistas que le acompañan imaginando el final de su testamento cinematográfico; Paul Dano disfrazado de Hitler; el profesor de escalada hablándole a Lena Ballinger del “garmin” que lleva puesto; el concierto final delante de la reina, con la inexpresiva soprano china luciéndose y por fin cantando la melodía de las “Canciones sencillas” que llevamos esperando todo el metraje; el sencillo suicidio de Mick Boyle y el efecto sobre su inseparable amigo; el estilo puramente inglés de Fred Ballinger; la masajista bailando delante de la play-station; el videoclip de Paloma Faith, la nueva novia del hijo de Mick Boyle; la intensa aparición de Brenda Morel (Jane Fonda) y su discusión con Mick Boyle. En definitiva, un conjunto de estímulos visuales y auditivos maravillosos, CINE con mayúsculas.
- La escena en la que Lena Ballinger (Rachel Weisz) le suelta a su padre todo lo que tenía guardado, bañados en chocolate, es como una bofetada de realidad. Y cuando al finalizar la escena se ve cómo la camilla del padre desciende, es como una perfecta metáfora de aceptación de las acusaciones.
- El personaje de Maradona con un gran tatuaje de Marx en la espalda (interpretado por un actor, yo pensé que era él mismo) es un toque de humor que siempre hace reír.
- Las actuaciones de cada noche en el escenario del balneario, entre otros de Mark Kozelek haciendo de sí mismo (me gusta mucho su música), y los comentarios y miradas de Jimmy Tree (Paul Dano) al respecto de las mismas son para subrayar en el guión.
- El engaño de Fred Ballinger cuando por fin va a visitar a su mujer que todos creemos muerta y aparece visitando la tumba de Stravinsky y la cara de su mujer, casi en estado vegetativo, con la boca abierta porque se quedó así, cantando las “Canciones Sencillas” que nadie más podía interpretar, y que vuelve a aparecer intercalada en la última escena del concierto con la soprano china, me hizo un nudo en el estómago.
Y así, una tras otra, no acabaría de comentar las escenas porque todas me llenaron: el conjunto de todas las actrices de todas las películas que había hecho Mick Boyle en el prado, o los guionistas que le acompañan imaginando el final de su testamento cinematográfico; Paul Dano disfrazado de Hitler; el profesor de escalada hablándole a Lena Ballinger del “garmin” que lleva puesto; el concierto final delante de la reina, con la inexpresiva soprano china luciéndose y por fin cantando la melodía de las “Canciones sencillas” que llevamos esperando todo el metraje; el sencillo suicidio de Mick Boyle y el efecto sobre su inseparable amigo; el estilo puramente inglés de Fred Ballinger; la masajista bailando delante de la play-station; el videoclip de Paloma Faith, la nueva novia del hijo de Mick Boyle; la intensa aparición de Brenda Morel (Jane Fonda) y su discusión con Mick Boyle. En definitiva, un conjunto de estímulos visuales y auditivos maravillosos, CINE con mayúsculas.