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España España · Zaragoza
Voto de JRC:
5
Cine negro. Drama Seis meses después del suicidio del afamado sastre Narciso Benavides, una misteriosa y atractiva mujer casada visita a Germán Areta, prestigioso ex policía de la Brigada Criminal y ahora detective privado, para que inicie una investigación exhaustiva sobre el “Caso Benavides”. La mujer está convencida de que el sastre, que era su amante, fue asesinado. Aunque su instinto le dice a Areta que la gente sólo mata por amor o por dinero, irá ... [+]
17 de octubre de 2019
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
José Luis Garci deconstruye y destruye, desde los cimientos a la techumbre, todo lo que en los años ochenta consiguió con aquellas dos fantásticas películas que fueron el Crack y el Crack 2. Podemos ver cómo donde entonces había negrura y verdad, hoy solo encontramos artificio y retales que huelen a naftalina. Aquello que hace cuatro décadas rezumaba espontaneidad y aroma, hoy únicamente destila diálogos acartonados y exceso de declamación. Las relaciones y personajes que en las dos primeras películas atrapaban al espectador en una nebulosa de pesar y esperanza, hoy son la nada misma hecha cine de interiores.

Ni Carlos Santos es Germán Areta ni nada hay que se acerque a aquella fantástica María Casanova que nos ofrecían las obras primigenias. Las conversaciones que escuchamos en este preludio no tienen ni el poso ni la gracia de sus anteriores y resultan forzadas y, unas cuantas, hasta ridículas. ¿Quién podría pensar en el gran Areta hablando tontamente de perfumes?

Garci vuelve a cometer exactamente los mismos errores que en todos sus últimos filmes y vuelca su nostalgia en una película que debería haber sido otra cosa. El director habla a través de sus personajes y eso la condena a ser un simple vehículo de frases y reflexiones que suenan impostadas.

Se salva la eterna música de Jesús Glück, el material de exteriores que se rodó para las anteriores obras y el tono que Miguel Ángel Muñoz le da a su "Moro". También alguna escena de Luisa Gavasa.
Y, desde el primer al último minuto, machacona y constantemente, se echa de menos al Areta que, tan sabia y duramente, construyeron Landa y Garci en el año 81.
JRC
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