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JRC
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Críticas 60
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
14 de marzo de 2008
91 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero ser sincero y empezar por esos cinco minutos finales que, para mí, constituyen la cumbre de la sensiblidad en una gran o pequeña pantalla. No se exagera, ya que el grado de conocimiento y de apego, que se adquiere después de casi cinco años explota de modo inesperado en esa emoción final. Y esto no es una ventaja, porque después de tanto tiempo con esos personajes, tocar las tres teclas exactas me parece de un talento extraordinario. Parece sencillo, pero no lo es.
No analizaré la serie en base a la calidad de cada una de las temporadas ya que lo importante, finalmente, es lo que nos cuentan, lo que durante cinco años les ha pasado. Tras la llegada de Nate, podemos ver a dos hermanos muy distintos que, sin embargo, se unen ante las dificultades. Es obvio que es Nate el que demuestra que en determinados momentos hay que dejar a un lado lo que cada uno tiene pensado para sí, y ponerse al servicio de aquellos que necesitan ayuda. Quizá no es lo que por comodidad él quiere, pero en el fondo nunca dejaría a su madre o hermanos solos si le necesitaran. Es este Nate con personalidad y mano izquierda el que cautiva. Es un Nate, eso sí, que banaliza un tanto el sexo y que en principio me crea dudas en torno a su relación con Brenda. Sin embargo, esta relación nos sirve para ir conociendo al personaje de ella. No tiene límites claros y les cuesta caro.
Me encanta ver cómo los momentos más emotivos de la serie se reservan a pequeñísimos chispazos de afecto entre los hermanos. Cómo los tres se unen en las malas, sin dudas ni contemplaciones. Son momentos de vida, a pesar de que estén muy cerca de la muerte.
Si algo aprendí con los Fisher, es que si en la vida no estás con los cinco sentidos, puedes verte de repente en un problema de difícil resolución... sobre todo cuando tus actos pueden afectar a terceros que nada han hecho por merecerlo. Me gusta pensar que me deja una enseñanza, que no hay que olvidar: No hagas lo crees que está bien, haz lo que sientes que está bien. Puedes engañarte a ti mismo si es lo que necesitas, pero nadie merece ser afectado por ese engaño.Por lo menos,eso es lo que yo me llevo.
Te pone de frente lo que en realidad es más importante en la vida...vivir. Aprovechar para no dejar nada sin decir. No lo olvidaré.
Gracias
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La enfermedad de Nate es un palo que me sirvió para humanizarle totalmente. Sin embargo, a partir de ahí, Nate equivoca la perspectiva. Pasa a hacer lo que cree que se debe hacer y se olvida de escuchar a su corazón. Al verlo exclamé ¡Pero, dónde está Nate! Entra en un callejón del que no sale hasta muy al final. Este tiempo es una de las cosas más indigestas que he visto. Se me hace insoportable y entristecedor ver a un hombre de la talla de Nate naufragando sin siquiera ver las ramas a las que asirse. Lo veo como una aviso.
No muy bien parada queda Ruth, con una aparente falta de perspectiva ante muchas de las situaciones que se le plantean. Su culminación se produce con su inaceptable conducta hacia George, esquivándole cuando éste más la necesitaba. Menuda mierda de amor. Justo lo contrario de lo que en el futuro hará George... Con ella hasta el final. Hasta ese final en que la imagen del Nate que volvió de Seattle por ella se le aparece. El Nate que merecía algo mejor de la vida.
Es en ese final donde podemos alegrarnos de ver cómo les fue a Claire, seguramente una mujer menos complicada de lo que ella misma pensaba, y a Brenda, tan compleja como merecedora de comprensión, que no compasión, por lo hecho y sufrido. No siento pena por Brend, sino alegría al ver cumplido su anhelo, que no sueño, de ser madre. Siento pena por Billy, por su imposibilidad de tener la opción de elegir.
En mi opinión, estos minutos finales son especialmente emotivos en lo que a David se refiere. Podemos alegrarnos de ver cómo sus dos hijos están con él hasta el final. Dos hijos que no tienen su sangre, pero que ha hecho suyos. Esos hijos que cambiaron las vidas de Keith y David. Por lo menos para ellos todo lo vivido tuvo recompensa. Ver cómo David es el único de los Fisher que asiste a la boda de su hermana, ver cómo es el último eslabón de los Fisher que conocimos.
Es simplemente insuperable la aparición de Keith en la memoria de David instantes antes de morir. El Keith del que se enamoró treinta años antes, el primer Keith que vió, lleno de vida. Seguramente el Keith que espera encontrar.
No quiero olvidar la promo de la 5ª temporada. Una gran pieza que nos muestra cosas emocionantes como el primer encuentro entre Keith y David o a Rico con su mujer cuando eran felices antes de que todo se embarrara. Sin olvidar a Nate cuando abandonó a su familia.
JRC
21 de marzo de 2008
40 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película ante todo, y una de esas pequeñas sorpresas que de vez en cuando uno se encuentra. A pesar de que, por el título y luego viéndola, por cómo está facturada, tiene toda la pinta de ser francesa... ¡NO!, resulta que es italiana.

Digo interesante, porque durante un buen rato, nos mantiene a la expectativa y sin llevarnos a ningún sitio concreto; lo hace describiendo con precisión y reserva al protagonista, y retratando( con acertadísimo acompañamiento musical) de modo sutil su particular modus vivendi... Y no sólo particular, sino también amargo y angustioso, como no elegido voluntariamente. Con el discurrir, sin embargo, irán apariciendo algunas claves que, casi sin darnos cuenta, terminarán por estallarnos en la cara.

Además de ser necesario este ritmo pausado, conforme se acerque el final, nos daremos cuenta de que ha merecido la pena... Hay poesía en él, y eso no está al alcance de cualquiera; hay verdad en él ("sentarme aquí, es lo más peligroso que he hecho nunca"), y eso definitivamente reconforta...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Por qué no voy a darme una oportunidad?, parece preguntarse Titta, ¿por qué debería negársela?, me cuestiono yo... "Sentarme aquí es lo más peligroso que he hecho...", recibimos los espectadores como contestación.

El plano final, simplemente sublime, historia del cine...

"Solo hay una cosa cierta, lo sé, de vez en cuando en lo alto de un poste eléctrico, en medio de un paisaje nevado con un frio gélido y cortante, Dino Giuffre se detiene, le invade la melancolía y comienza a pensar, y piensa que yo Titta Di Girolamo soy su mejor amigo…"

Algo a lo que Titta se agarra, algo que, a pesar de todo lo hecho, nadie puede destruir...
Eso es, amigo mío, eso es.
JRC
9 de noviembre de 2013
132 de 232 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro escenas y apenas veinte segundos bastan para comprobar cómo el quinto de los Trueba ha captado muy bien el estilo Garci. Se describe la España franquista (cómo no) y debemos estar en los sesenta. Todo muy cutre, muy sucio, muy de España profunda, pero que, oh milagro, en el cine resulta que refulge. Abrigos de corte perfecto, tweeds ingleses, colores berenjena, cartelería hiperfashion. Esos personajes tan oprimidos por esa España profunda (profundísima) resulta que van ataviados con ropajes de la última colección vintage de Ralph Lauren. Ni una motita de polvo. Ese recoleto coche en el que viajan nuestros tres ángeles, brilla como el sol. Ni la tierra del camino se le pega. Y qué pasarela de modelos la de la protagonista femenina. Oye, que en una maleta le cabe un vestido para cada día. Como el peor Garci, el del alcanfor, el barniz, la pátina y la irrealidad. Todo perfecto, ni una arruga, ni un botón desabrochado, ni un Guardia Civil con mancha en su uniforme... A años luz de lo que debían ser las vidas de esas gentes en esa España que David Trueba no conoció.

En cuanto al popurri de clichés, hay munición de la buena: el padre policía franquista que pega al hijo; la que intenta abortar saltando de una silla; el salido manoseador de jovencitas; el pobre profesor que se calienta la sopa en la plancha; el andalú de recepción al que no le entienden al hablar; los montes con el nombre del Caudillo como decoración; los niños mendigos que piden dinero; y, por supuesto, para no decepcionar a la parroquia, el cura que suelta mandobles... Y en la tele Fraga va Fraga viene. Ovación de la hinchada, con Marías y Millás a la cabeza. Qué España, dirán los propios. Como toca, sí señor.

Menos mal que David Trueba, que no conoció ni vio lo que describe, nos recuerda lo mierdas que eran todos los que habitaban aquella España. Sobre todo los andaluces. Ni uno bueno sale. Salvo los tres ángeles, el Catalán y la madre del muchacho, natural de Gerona, todo lo demás es ganado de tienta. Al larguero, David, casi nos la cuelas. Qué cool lo de el pan con tomate, lástima que lo inventara un aragonés. Y lo de clavarle al Catalán gafitas de pasta no está nada mal. Sutil diría yo. Y esa trompeta. El único ser sensible entre tanto salvajismo dictatorial. Menos sutil el tema de los acentos ¿El acento malagueño de la coprotagonista va y viene por algo o es que le daba la tos? ¿Es normal que el chaval, que se supone es de Madrid, tenga acento de Lérida (hoy Lleida, no se ofenda el respetable)? Ariadna, tan moderna ella con su autodeterminismo de nuevo cuño, hace de madre gerundense, pero parece más bien del mismo Valladolid. ¿Y de la dirección de actores qué? Aparte de la tendencia a la declamación de Jorge Sanz y Ariadna, el acento catalán del chavea madrileño y el amateurismo del resto del plantel, es cargante la retaíla de caidas de ojos, miradas furtivísimas e insinuaciones constantes de ella hacia el pobre Cámara. Joder, no me extraña que el bueno de Javier hasta le pida matrimonio.

Y, para que no falte de nada, como buena película española, una par de buenas... Qué escena más gloriosa la del manubrio. David, baja más la cámara. Muy de Pajares y Esteso. Qué bien estaba la chica. De vergüenza, como todo lo que no tiene que ver con la historia real de este profesor, amante de la música de los Beatles, cuya aventura sí mereció la pena, pero que David, con su obsesión por el sermón caducado y el pellizco de monja, aderezado con el almibar, el polil y el punteo del piano, convierte en un aborto de cine.

Si no fuera por Javier Cámara, que sostiene él solito la película, por lo que quiere contar y no sabe y por la última escena, con Strawberry fields forever sonando, le habría dado un uno.

Bona nit, Good night, buenas noschesss...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Si usted tiene varias películas en cartera, no haga como yo, y vaya a verlas antes que ésta.
JRC
21 de junio de 2014
44 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Infantiloide ejercicio de cursilería, comandado por un narrador omnisciente (Bruce Willis) que empieza soltando un perla antológica como aperitivo. "Le habían robado el corazón...y ni siquiera podía poner una denuncia".

Discurre la aventura por una quimérica Barcelona, en la que los cuarenta minutos que hay entre la montaña y la playa parecen breves minutos. Los enamorados frecuentan el pijerío más pijo de la ciudat, pero deducimos que es la Barcelona de hace tres añitos porque los banderines y los anarquistas new age no existen. O es eso, o es la Barcelona del 2020, libre ya de plagas varias. Refulge tanto la ciudad, y están tan disimuladas las cutres calles del Ensanche, que todo parece un primaveral cuento de hadas.

Nuestra heroína empalaga con su continua mirada de anuncio de perfume. Sus amigas están, como diría un castizo, más que el palo de un churrero y sonroja ver cómo estas niñas de diecisiete años están deseando catar casados. Va dirigida, precisamente, a ese auditorio disfrazado de short vaquero, culo al aire y tirantismo... Y encima, tras estar todo el día de abajo a arriba con el móvil y los picores, te cuelan el mensaje de que aprueban Selectividad. Joder, y yo estudiando todas aquellas malditas tardes de mayo y junio.

La historia es inverosímil y bochornosa, pero afortunadamente el amor triunfa gracias a que se quieren mucho. ¿Qué el muchacho tiene 37 primaveras y ella diecisiete? No pasa nada, ya lo dejan claro los amigos: no hay delito.

Si quieres que tus hijas menores de edad estudien la licenciatura de cazamaridosinfieles o si el mensaje que deseas que tus hijos reciban es que cuando llegas a los cuarenta lo mejor es subirte a un parque de atracciones con niñas que podrían ser tus hijas, sin duda, esta es tu película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Especialmente patéticas son las escenas en el hotel de Paris y en el parque de atracciones. Impagable resulta ver a nuestro entrañable publicista emerger de su Porche para ir a buscar a su chica al insti. El comienzo semi badalonés de la película y el accidente inicial dan risa. Sólo se salvan la escena de la playa, la fotografía, el protagonista, el faro...Y una Barcelona limpia.
JRC
29 de marzo de 2008
27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras oímos "Who wants to live forever", presenciamos, quizá, la escena más bella de la película; y la que a la postre definirá el destino vital de nuestros protagonistas, personas ante todo, a las que vemos crecer ante nuestros ojos. Un mágico encuentro, que queda reflejado en la indescriptible sonrisa de Mirella, servirá para mostrarnos de qué material está hecha la vida. Cómo es el corazón de un hombre, el que necesita de la amistad y la familia para continuar; pero que, definitivamente, requiere amor para que el caminar merezca la pena. Enseña cómo de difícil es aplacar el tormento interior, si no hay nadie que logre entenderlo; si nadie escucha los gritos de auxilio.
Es la vida la que vemos desarrollarse y evolucionar, como si en ella, pudiéramos ver las nuestras. Les vemos, sin ser juzgados; simplemente retratados sin ser valorados ni analizados, y ahí radica el principal motivo de nuestro afecto hacia ellos.
Nos sirve también para darnos cuenta de la grandeza de un padre que se sabe en parte derrotado en su relación con Matteo, pero que no cejará en el empeño. Vemos la inmensa ternura de Adriana, y ese esfuerzo constante que sólo una madre puede hacer por su hijo. Y apreciamos el duelo de Nicola, incapaz de olvidar; fiel porque siente que no puede ser de otro modo; con un silencioso esfuerzo por seguir avanzando.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Y son delicados detalles los que describen rotundamente a nuestros personajes...

La reacción de ligereza, bajo el indudable poso de preocupación, del padre, ante su hija mayor, al comunicarle ella su divorcio ("tranquila, ya encontraremos a otro").

La humanidad de la madre, cuando Matteo visita a un militar amigo en el hospital, y éste le confiesa que ella ha estado yendo una vez por semana para enseñarle a escribir.

La ausencia de comprensión final ante sus arrebatos, que en dos momentos puntuales sufre Matteo, por parte de Nicola (al no continuar el inicial viaje estival) y de su hermana (cuando ya siendo policía en Roma, ésta le reprocha no haber ido a ver a su madre).

Todo lo que ocurre en la noche del 31 de diciembre. La respuesta de Matteo ante la visita de Mirella; verla irse corriendo por el pasillo de la comisaría; la reacción ante la visita del hijo; la despedida entre los hermanos, con Matteo, ya sobrepasado y con los ojos vidriosos, cogiendo finalmente el dulce ofrecido por Nicola... y el intento final por "salvarse", llamando a Mirella.

Y por último; la desbordante ilusión, como de oportunidad final, de una anciana Adriana ante la aparición de su nieto; y el paseo de Mirella y Nicola, después de los años, dispuestos ya para mirar juntos el tiempo.
JRC
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