Aunque la primera adaptación al cine de una novela suya data de 1999 -"Mensaje en una botella"-, fue recién en 2004 cuando además de ser reconocido como exitoso autor de best sellers, el escritor estadounidense Nicholas Sparks se transformó también en la inspiración para diversas versiones fílmicas de sus románticas historias. Y todo gracias a la buena recepción de público que tuvo "Diario de una pasión", de Nick Cassavetes, que además de hacer llorar a medio mundo, ayudó a impulsar la carrera de Ryan Gosling y Rachel McAdams y dio dos de sus mejores papeles maduros a los veteranos James Garner y Gena Rowlands.

Desde entonces directores como Lasse Hallström -en "Querido John"- han filmado adaptaciones al cine de sus textos; "El viaje más largo" es la décima, en este caso sobre la novela homónima publicada en 2013. La historia es muy simple y clásica, y al igual que "Diario de una pasión" intercala el pasado y el presente, entremezclando en este caso dos historias de amor: primero, la de Sophia, una estudiante universitaria en Carolina del Norte que está a punto de irse a trabajar en una galería de arte en Nueva York, pero conoce y se enamora de Luke, un joven vaquero que se dedica a montar toros y acaba de volver a las pistas luego de un año recuperándose de una lesión; un accidente los llevará a conocer a Ira, un anciano que le contará a Sophia sobre el romance con la mujer de su vida, Ruth, a quien conociera en los años 40.

Más que en la discreta y convencional labor como director de George Tillman Jr. o en la adecuada ambientación de época y la belleza de las locaciones, lo mejor del film descansa en su elenco: además de su innegable atractivo físico, sus protagonistas tienen innegable carisma, y les ayuda la interacción con un envejecido Alan Alda, muy sólido y conmovedor en el rol de Ira; y curiosamente el reparto convoca en roles importantes a tres descendientes de leyendas de Hollywood, como Scott, hijo de Clint Eastwood; Jack, nieto de John Huston; y Oona Chaplin, hija de Geraldine y nieta del inmortal "Charlot". Más allá de lo anecdótico, son los actores quienes finalmente rescatan a la película de los clichés, para lograr incluso emocionar en algunos momentos. A pesar de lo predecible e intercambiable, y aunque se alarga más de lo necesario, es efectiva como película romántica, llena de valores positivos y enseñanzas de vida para el público masivo.