You must be a loged user to know your affinity with Lawrence
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

5,1
15.315
5
8 de febrero de 2010
8 de febrero de 2010
86 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el punto de vista artístico y técnico, todos los aspectos visuales de esta puesta al día del clásico de 1941 están muy cuidados para ambientar la leyenda del hombre lobo, con especial lucimiento del diseño de producción de Rick Heinrichs y la bella dirección de arte de John Dexter y Phil Harvey, y especialmente por el trabajo de dos profesionales que a estas alturas ya son verdaderas instituciones en sí mismas: el espléndido vestuario de Milena Canonero (ganadora de 3 Oscar por títulos como "Barry Lyndon" y "Maria Antonieta") y los efectos de maquillaje del equipo encabezado por el imbatible Rick Baker, ganador de 6 Oscar, el primero de ellos hace casi 30 años, precisamente por la recordada "Un hombre lobo americano en Londres".
Pero más allá de sus atractivas imágenes, este nuevo "Hombre lobo" se siente muy calculado y esquemático, y le falta pasión y desborde. La dirección de Joe Johnston es tan correcta como los desempeños de su prometedor elenco, encabezado por un Benicio Del Toro que parece estar muy a gusto en la piel del atormentado protagonista: la versión original recurrió a nombres que ya son leyenda, partiendo por Lon Chaney Jr y Claude Rains e incluyendo en roles menores a Ralph Bellamy y Bela Lugosi; siete décadas después, el reparto también es muy llamativo, pero salvo Del Toro, todos parecen estar ahí sólo para cumplir con su contrato, desde la bella y desaprovechada Emily Blunt a Geraldine Chaplin y Art Malik -confinados a apariciones circunstanciales-, pasando por Hugo Weaving y un rutinario Anthony Hopkins.
Hay mucha sangre y miembros cercenados, también hay un romance incipiente, pero nada llega demasiado lejos, todo se queda en la superficie, y quizás al conjunto le faltó algo más de humor e ironía. Tampoco hay mucho de qué asustarse, porque los pocos saltos que remezcan al espectador se deberán a los efectos de sonido o la efectiva pero convencional banda sonora de Danny Elfman. Nadie saldrá excesivamente defraudado, pero a la vez dudo que alguien se entusiasme más de la cuenta con esta leyenda revisitada, como sí lo logró Ford Coppola en 1992 con su memorable "Drácula", al que esta nueva producción parece evocar en más de un momento en su estética.
Pero más allá de sus atractivas imágenes, este nuevo "Hombre lobo" se siente muy calculado y esquemático, y le falta pasión y desborde. La dirección de Joe Johnston es tan correcta como los desempeños de su prometedor elenco, encabezado por un Benicio Del Toro que parece estar muy a gusto en la piel del atormentado protagonista: la versión original recurrió a nombres que ya son leyenda, partiendo por Lon Chaney Jr y Claude Rains e incluyendo en roles menores a Ralph Bellamy y Bela Lugosi; siete décadas después, el reparto también es muy llamativo, pero salvo Del Toro, todos parecen estar ahí sólo para cumplir con su contrato, desde la bella y desaprovechada Emily Blunt a Geraldine Chaplin y Art Malik -confinados a apariciones circunstanciales-, pasando por Hugo Weaving y un rutinario Anthony Hopkins.
Hay mucha sangre y miembros cercenados, también hay un romance incipiente, pero nada llega demasiado lejos, todo se queda en la superficie, y quizás al conjunto le faltó algo más de humor e ironía. Tampoco hay mucho de qué asustarse, porque los pocos saltos que remezcan al espectador se deberán a los efectos de sonido o la efectiva pero convencional banda sonora de Danny Elfman. Nadie saldrá excesivamente defraudado, pero a la vez dudo que alguien se entusiasme más de la cuenta con esta leyenda revisitada, como sí lo logró Ford Coppola en 1992 con su memorable "Drácula", al que esta nueva producción parece evocar en más de un momento en su estética.

8,0
13.825
8
6 de febrero de 2006
6 de febrero de 2006
58 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los cineastas más interesantes y dotados de la industria estadounidense a fines de los años 50 y principios de los 60, Arthur Penn tuvo una carrera irregular que a pesar de sólo incluir 13 largometrajes en 31 años nos dejó algunos títulos clave. Uno de ellos es este excelente drama basado en una novela de Horton Foote, en el que el inteligente guión de Lillian Hellman ayuda a desnudar la intolerancia y el arribismo de un pequeño pueblo sureño que se ve convulsionado con la fuga de la cárcel de un joven convicto que ha marcado las vidas de los protagonistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por momentos puede parecer que el tiempo no ha sido clemente con algunas situaciones, diálogos y personajes demasiado estereotipados, que en su afán por exhibir la decadencia, el egoísmo y la violencia que esconden los habitantes del pueblo están muy cerca de la caricatura burda y el trazo grueso. Pero la película aún impacta y conmueve por el nervio con que filma Penn, que logra desarrollar una tensión creciente y una atmósfera claustrofóbica que oprimen y angustian paulatinamente al espectador, que no puede evitar conmoverse por la encrucijada sentimental de los personajes o sentir furia por la actitud de los ciudadanos. En el aspecto visual y sonoro, son vitales la bella fotografía de Joseph La Shelle y la sólida partitura de John Barry, y aunque el montaje de Gene Milford podría haber sido aún más acucioso, de todos modos el sentido del ritmo y la precisión de la narración le permiten a Penn manejar a la perfección el tiempo cinematográfico, alargando algunas escenas de acuerdo a los requerimientos de las emociones de sus personajes o agilizando otras para subrayar el desequilibrio que se va apoderando de la trama. Sin embargo, todos estos méritos no serían nada sin la presencia de uno de los elencos más potentes y atractivos de la época, donde hasta el más pequeño personaje está lleno de detalles que lo hacen más real y creíble (salvo quizás los tres matones que desencadenan la tragedia, y el insoportable viejecito que interpreta Henry Hull), y todos los actores parecen estar en estado de gracia, con particulares menciones al conmovedor millonario que encarna E.G. Marshall, la juvenil belleza y emoción de Jane Fonda y Angie Dickinson, la desgarradora madre que encarna Miriam Hopkins, el pusilánime empleado de banco de Robert Duvall, y por sobre todos un inmenso Brando en uno de sus pocos roles relevantes de esa década, intenso y humano como pocos. El y Penn nos ofrecen uno de los momentos más fuertes e inolvidables de sus respectivas filmografías en la dura y angustiante paliza que le propinan al sheriff, en buena medida el climax de esta cinta que a pesar de los años aún es un buen reflejo de la intolerancia, la incomprensión y la sed de violencia que siempre amenaza con surgir en toda sociedad. Un clásico injustamente subvalorado, cuyo amargo y pesimista final se hace aún más difícil de olvidar que el “happy end” que podrían habernos reservado los productores.

7,1
2.781
9
11 de diciembre de 2005
11 de diciembre de 2005
41 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mejor de las tres versiones existentes de esta emblemática historia, una de las más certeras miradas a las tristezas y miserias que esconde la Meca del cine y uno de los pocos remakes fílmicos que han logrado superar al original. La fuerza, emoción y tristeza de esta historia corren por cuenta de dos grandes estrellas que aquí alcanzan uno de los puntos más altos de sus magníficas carreras: el regreso a la pantalla de una notable Judy Garland en un personaje que puso a prueba sus capacidades histriónicas -y salió más que airosa, salvo leves atisbos de sobreactuación en los momentos que exigen el llanto- y en lo musical demostró su madurez vocal e interpretativa, y sobre todo un inmenso James Mason en un rol lleno de melancolía y autodestrucción, que se gana la comprensión del público a pesar de sus excesos y la decadencia que exhibe paulatinamente al comprobar que ha llegado al ocaso de su carrera cinematográfica. Lo que Mason logra acá es impresionante, y desmiente de manera tajante el malintencionado lugar común que siempre ha rodeado al realizador de esta “Ha nacido una estrella”, George Cukor: que sólo era un buen director de actrices.
Que este largometraje no ganara ninguno de los seis Oscar a los que postuló -incluyendo merecidísimas nominaciones para los dos protagonistas- es una enésima confirmación de lo perdidos que pueden andar los gustos de los miembros de la Academia hollywoodense. La química entre Garland y Mason -bien secundados por la noble presencia de Charles Bickford y el convincente Jack Carson- hace aún más intensa y emotiva la desesperada lucha de una pareja que intenta sobrevivir a las veleidades de Hollywood, y la convierte en una de las historias de amor más conmovedoras de la historia del cine. Magnífica dirección de arte y fotografía, estupendos números musicales en los que Garland brilla a gran altura y derrocha una presencia escénica magnética y arrolladora -¡qué intensidad la que alcanza en su legendaria interpretación de “The man that got away”, un clásico que nació con este filme!-, muy bien incluidos dentro del drama. Hay muchas escenas inolvidables, pero si hubiera que escoger una, será difícil de borrar de la memoria toda esa secuencia en Malibú, cuando Garland volverá a cantar “It’s a new world”… Allí ella, Mason y Cukor nos confirman que esta película es irrepetible.
Que este largometraje no ganara ninguno de los seis Oscar a los que postuló -incluyendo merecidísimas nominaciones para los dos protagonistas- es una enésima confirmación de lo perdidos que pueden andar los gustos de los miembros de la Academia hollywoodense. La química entre Garland y Mason -bien secundados por la noble presencia de Charles Bickford y el convincente Jack Carson- hace aún más intensa y emotiva la desesperada lucha de una pareja que intenta sobrevivir a las veleidades de Hollywood, y la convierte en una de las historias de amor más conmovedoras de la historia del cine. Magnífica dirección de arte y fotografía, estupendos números musicales en los que Garland brilla a gran altura y derrocha una presencia escénica magnética y arrolladora -¡qué intensidad la que alcanza en su legendaria interpretación de “The man that got away”, un clásico que nació con este filme!-, muy bien incluidos dentro del drama. Hay muchas escenas inolvidables, pero si hubiera que escoger una, será difícil de borrar de la memoria toda esa secuencia en Malibú, cuando Garland volverá a cantar “It’s a new world”… Allí ella, Mason y Cukor nos confirman que esta película es irrepetible.

6,8
1.936
6
11 de diciembre de 2005
11 de diciembre de 2005
39 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no carece de elementos atractivos, esta es una de las películas menos interesantes de la notable trayectoria de Elia Kazan. O al menos una de las que no han resistido tan bien el paso del tiempo. Sin embargo, no se puede cuestionar el rigor formal de su puesta en escena, la claridad con que el cineasta conduce el relato y la habitual maestría de su dirección de actores. Sin embargo, lo que en su época impactó a las audiencias e hizo reflexionar a toda una nación -la necesaria mirada al antisemitismo que el estadounidense no estaba dispuesto a reconocer aunque lo practicaba casi a diario-, hoy aparece algo avejentado. No porque dicho antisemitismo haya dejado de existir, sino porque el enfoque del guión del prestigioso Moss Hart es demasiado obvio, blando y didáctico, y sus buenas intenciones lo hacen caer en la ingenuidad y la simpleza, lo que incluso puede hacer que el espectador actual la juzgue como exagerada y superficial; por lo mismo Kazan no alcanza los niveles de agudeza, precisión e intensidad que sí alcanzó en clásicos como “Al este del Edén”, “La ley del silencio” o “Esplendor en la hierba”, por nombrar algunos. De todos modos “La barrera invisible” es válida como testimonio de la sociedad del Estados Unidos de posguerra, siempre dispuesta a cuestionar la doble moral e intolerancia de los demás pero reticente a admitir la propia: un presagio de la célebre Caza de Brujas en la que posteriormente se vería tristemente implicado el propio Kazan. Los actores están muy bien y son quizás la única razón de peso para darle una oportunidad a esta cinta: la habitual credibilidad y humanidad de Gregory Peck en uno de sus típicos roles positivos, la presencia de John Garfield, los sólidos desempeños secundarios de Celeste Holm y Anne Revere, y sobre todo la estupenda y habitualmente subvalorada Dorothy McGuire, conmovedora y creíble en su proceso interno, como queda demostrado en su diálogo junto a Garfield. Una gran actriz a la que no se recuerda lo suficiente.
Documental

7,6
3.042
Documental
8
21 de diciembre de 2009
21 de diciembre de 2009
30 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los documentales más logrados, humanos y conmovedores de los últimos años surgió de donde quizás, por los prejuicios o las probabilidades, menos podríamos haberlo esperado: del talento y sensibilidad de un fanático de una banda de heavy metal prácticamente olvidada durante dos décadas a pesar de que algunos emblemáticos músicos reconocen su influencia: Anvil. Al seguir al líder y el baterista del grupo en una serie de episodios que van de lo patético e hilarante a lo entrañable y emotivo, el director Sacha Gervasi logra transformar lo que pudo ser un vehículo complaciente al servicio de los cincuentones rockeros, en un inolvidable retrato de los altibajos de dos personajes que sólo quieren ser felices haciendo música, y a pesar de que la fama ya quedó atrás nunca pierden la ilusión de volver a tocar ante multitudes que los aclamen y vibren con su música.
Con su oportuno uso de imágenes de archivo que nos muestran los exitosos años juveniles de la banda, y acertados fragmentos de entrevistas al círculo más cercano a los protagonistas, “Anvil” podría haber sido un trabajo muy atractivo pero convencional en su forma, y sin embargo logra ir mucho más lejos. Da lo mismo si al espectador le gusta o no el heavy metal, uno termina encariñándose con estos dos personajes memorables y llenos de humanidad, con sus manías y arranques temperamentales a cuestas alternándose con inesperadas dosis de ternura e ingenuidad. Pese a las divertidas y por momentos ridículas situaciones en las que se ven envueltos, el realizador logra que ambos nunca pierdan su dignidad, y sólo queremos que vuelvan a ser famosos, a tener el éxito que los ha abandonado y los tiene sobreviviendo en esporádicos “conciertos” ante escuálidas audiencias, lo que los obliga a sobrevivir en ocupaciones y empleos grises y monótonos. Sólido trabajo documental, entretenido y con muy buen ritmo, no es sólo para fanáticos de la música, sino especialmente para quienes aprecien los distintos temas que despliega y que van mucho más allá del humor que lo recorre, para conmovernos más de lo que esperábamos: la fuerza de los lazos familiares, el paso inexorable del tiempo y las huellas que va dejando en los sueños de fama, la pasión que es capaz de mantener la energía y el entusiasmo a pesar de los fracasos y reveses del destino… y por sobre todo, el retrato de una amistad que consigue superar todas las peleas, los fracasos y los egos.
Con su oportuno uso de imágenes de archivo que nos muestran los exitosos años juveniles de la banda, y acertados fragmentos de entrevistas al círculo más cercano a los protagonistas, “Anvil” podría haber sido un trabajo muy atractivo pero convencional en su forma, y sin embargo logra ir mucho más lejos. Da lo mismo si al espectador le gusta o no el heavy metal, uno termina encariñándose con estos dos personajes memorables y llenos de humanidad, con sus manías y arranques temperamentales a cuestas alternándose con inesperadas dosis de ternura e ingenuidad. Pese a las divertidas y por momentos ridículas situaciones en las que se ven envueltos, el realizador logra que ambos nunca pierdan su dignidad, y sólo queremos que vuelvan a ser famosos, a tener el éxito que los ha abandonado y los tiene sobreviviendo en esporádicos “conciertos” ante escuálidas audiencias, lo que los obliga a sobrevivir en ocupaciones y empleos grises y monótonos. Sólido trabajo documental, entretenido y con muy buen ritmo, no es sólo para fanáticos de la música, sino especialmente para quienes aprecien los distintos temas que despliega y que van mucho más allá del humor que lo recorre, para conmovernos más de lo que esperábamos: la fuerza de los lazos familiares, el paso inexorable del tiempo y las huellas que va dejando en los sueños de fama, la pasión que es capaz de mantener la energía y el entusiasmo a pesar de los fracasos y reveses del destino… y por sobre todo, el retrato de una amistad que consigue superar todas las peleas, los fracasos y los egos.
Más sobre Lawrence
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here