10 años esperando este momento... y lo joden con tonterías inexplicables.
Recuerdo estar leyendo el último libro con una mezcla de emoción y tristeza, dado que se acababa algo que me había acompañado a lo largo de media vida. Recuerdo que mientras lo leía, ya casi terminando, sólo pensaba en lo impresionante que iba a ser ver la última batalla, la Batalla de Hogwarts, en cine. Recuerdo que lloré con muchos de los acontecimientos. Recuerdo que fui feliz, y triste, y enfadada, y dejé de ser Muggle para mezclarme en ese FANTÁSTICO mundo que J.K Rowling ha creado para nosotros.
Fui al estreno, como con cada una de las películas, pensando que si la Parte I había sido tremenda, y teniendo en cuenta que la segunda mitad del libro de Las Reliquias de la Muerte, era cien veces más apoteósica que la primera, nada me hacía dudar de que estaba a punto de ver el final que se merecía esta "saga" (es más que una saga, es un estilo de vida casi). ERROR.

La película empieza fuerte, con un Ralph Fiennes impecable, para no variar, y con unas imágenes lúgubres, que simbolizan el caos en el que está sumido el mundo de la Magia. Al ver estas imágenes no puedes evitar acordarte de la primera película y de la luz que desprendía; es un contraste bestial, y genial, acorde con la maduración progresiva de los personajes, de los lectores que crecen con ellos, y de la historia en general.

Pero de repente empiezas a encontrar fallos, invenciones de guión, escenas que recuerdan a la desastrosa "El príncipe Mestizo", que parecen rodadas a trozos y pegadas así, sin sentido. Van apareciendo secundarios a los que se les ceden 5 minutos de protagonismo, como de pegote. Empiezas a descubrir que no se indaga en los personajes que rodean a los protagonistas, que no son poco importantes, al menos para los lectores. Esto se explicará más detalladamente en Spoiler.

Lo mejor de la película son los 20 minutos que le cecen a McGonagall, que ponen los pelos como escarpias por la tremenda actuación de esta mujer. Intensa, emotiva; haciendo honor al final de una era. Por supuesto, Snape también está impecable; pero es que Alan Rickman es demasiado.

La BSO cojonuda. Nada que objetar. La fotografía y efectos especiales también. Pero es que Harry Potter no va de eso; Harry Potter es emoción, es historia; como he dicho antes, forma parte de muchas vidas, y siempre estará presente, al menos para mí, como el chico que me hizo enamorarme de la lectura y de los mundos fantásticos ajenos a esta mierda de realidad.