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8,1
29.206
Drama
Don Jaime (Fernando Rey), un viejo hidalgo español, vive retirado y solitario en su hacienda desde la muerte de su esposa, ocurrida el mismo día de la boda. Un día recibe la visita de su sobrina Viridiana (Silvia Pinal), novicia en un convento, que tiene un gran parecido con su mujer. Basada libremente en la novela "Halma", de Benito Pérez Galdós. (FILMAFFINITY)
24 de marzo de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una denuncia de la respetabilidad. La burguesía, la religión, la pobreza, todos ellos estandartes de la respetabilidad en la sociedad son desnudados y condenados por Buñuel.
La burguesía. Don Jaime (Fernando Rey) en un fetichista que no duda en intentar atrapar a su sobrina en su red (como en Tristana). No tiene ningún interés en el progreso a pesar de su educación, no mantiene sus campos, no cuida su finca. Es la decadencia.
La religión. Prefiere cantar el Angelus con los pobres en el campo e implorar a la providencia que trabajar. Mientras ellos rezan se muestran repetidas imágenes de Don Jorge y su equipo restaurando la finca. Ha reprimido todo los instintos en Viridiana (Silvia Pinal, una especie versión latina de la Kim Novak de Vértigo). Su buenismo, su caridad, no lleva a ningún sitio. Los pobres son pobres por algo, porque no trabajan. Y no se puede arreglar con caridad, hay que cambiar la sociedad para que tengan educación, oportunidades. Pero es la misma iglesia y la burguesía la que promueve el inmovilismo. Don Jorge se da cuenta de que sirve de poco salvar a un perro maltratado por su dueño, cuando inmediatamente pasa otro atado a otro carro. Si la sociedad esta repleta de perros maltratados hay que cambiar la sociedad.
La pobreza. Cuantas veces se habla de la dignidad de la pobreza. Habrá algún caso, pero en general la pobreza no puede ser digna porque la sociedad no lo permite.
Buñuel contrasta esta respetabilidad decadente con la irreverencia del libertino Don Jorge, que trae cambio, progreso y provecho.
La burguesía. Don Jaime (Fernando Rey) en un fetichista que no duda en intentar atrapar a su sobrina en su red (como en Tristana). No tiene ningún interés en el progreso a pesar de su educación, no mantiene sus campos, no cuida su finca. Es la decadencia.
La religión. Prefiere cantar el Angelus con los pobres en el campo e implorar a la providencia que trabajar. Mientras ellos rezan se muestran repetidas imágenes de Don Jorge y su equipo restaurando la finca. Ha reprimido todo los instintos en Viridiana (Silvia Pinal, una especie versión latina de la Kim Novak de Vértigo). Su buenismo, su caridad, no lleva a ningún sitio. Los pobres son pobres por algo, porque no trabajan. Y no se puede arreglar con caridad, hay que cambiar la sociedad para que tengan educación, oportunidades. Pero es la misma iglesia y la burguesía la que promueve el inmovilismo. Don Jorge se da cuenta de que sirve de poco salvar a un perro maltratado por su dueño, cuando inmediatamente pasa otro atado a otro carro. Si la sociedad esta repleta de perros maltratados hay que cambiar la sociedad.
La pobreza. Cuantas veces se habla de la dignidad de la pobreza. Habrá algún caso, pero en general la pobreza no puede ser digna porque la sociedad no lo permite.
Buñuel contrasta esta respetabilidad decadente con la irreverencia del libertino Don Jorge, que trae cambio, progreso y provecho.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
¿Por qué se suicida Don Jaime? Porque no puede aguantar más el vacío de su vida, porque quiere de cierta forma vengarse de su sobrina, porque hay que acabar con lo que representa ....
Viridiana ya no quiere volver al convento. Se ha dado cuenta que existe un mundo fuera que hay que cambiar, pero todavía piensa que lo puede hacer con la piedad. Los pobres le demostrarán que no, en la brutal escena que acaba en la parodia de la última cena de Leonardo, con el ciego de Jesús, y con el intento de violación a Viridiana, precisamente por parte del vagabundo que había demostrado sensibilidad artística y educación.
La niña quema la corona de espinas que era parte del kit de buena cristiana de Viridiana, en el mismo momento que ella se dirige a Don Jorge. Ël está con Ramona, la criada, y le recuerda a Viridiana que ya le advirtió que acabaría jugando al tute con él. Se supone un menage a trois con la música moderna de fondo.
Viridiana ya no quiere volver al convento. Se ha dado cuenta que existe un mundo fuera que hay que cambiar, pero todavía piensa que lo puede hacer con la piedad. Los pobres le demostrarán que no, en la brutal escena que acaba en la parodia de la última cena de Leonardo, con el ciego de Jesús, y con el intento de violación a Viridiana, precisamente por parte del vagabundo que había demostrado sensibilidad artística y educación.
La niña quema la corona de espinas que era parte del kit de buena cristiana de Viridiana, en el mismo momento que ella se dirige a Don Jorge. Ël está con Ramona, la criada, y le recuerda a Viridiana que ya le advirtió que acabaría jugando al tute con él. Se supone un menage a trois con la música moderna de fondo.