El inicio de la película parece la continuación de "Qué bello es vivir", esta vez con Cary Grant de protagonista ejerciendo de ángel de la guarda. A continuación, el primer diálogo que presenciamos es un prodigio: "no soy creyente. La Navidad me recuerda a mi infancia". Y "nadie leerá mi libro".

Lo que difiere esta vez es que aparece un ángel que trata por todos los medios de ligar con la mujer del obispo, haciendo milagros con este fin, más que ayudar en sí a la materialización de la catedral, que es por lo que se supone que ha aparecido en la casa del obispo.

La película no despierta interés, más bien se va hundiendo en la pesadez y el tedio que supone ver lo bueno y maravilloso que es Cary Grant y lo más aprovechado que está Niven.