Un bella descripción de la felicidad de lo más ínfimo, una bella oda a la vida desde el detalle, una canción angostra de la creación literaria como forma de vida, un pequeño verso de un interior universal. La ternura de la narración envuelve con grácil y efímero sonrojo al espectador, que halla la felicidad del personaje en si mismo, y recrea los pasos de su paseo creador como halo protector, que sin casi sonrojarnos nos engulle, nos aplasta su carisma, su vitalidad y su empatía. La delicada secuenciación, sin abruptas metáforas, diluye sus palabras en nuestras mentes, dibuja sus actos en nuestro calmado océano inspirador, sus versos son gotitas de felicidad que desgrana toda una mecánica vital, observamos, devoramos, destripamostodos y cada uno de los planos intentando buscar explicación a su vida, en correlación con la nuestra, viendo que lo más bello es no juzgar, si no vivir y hallar la felicidad con nuestras cosas.